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CUENTOS MÍNIMOS ·
isidro sosa
Viernes, 30 de abril 2021, 01:25
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CUENTOS MÍNIMOS ·
isidro sosa
Viernes, 30 de abril 2021, 01:25
La historia mentirá sobre nosotros, se dijo a sí mismo. Y cuando se refería a nosotros, hacía referencia a todas aquellas personas que, como él, no eran fervientes devotos de aquella sin razón, ni temerosos mequetrefes que aceptaban el yugo opresor por miedo a la muerte o por la instintiva esperanza a seguir con vida. Todas aquellas personas que antes, durante y después de la instauración del nuevo orden inquisidor tenían sus propias creencias, estilos de vida y formas de entender y respetar la vida y la muerte.
Todo esto se agolpaba en su mente mientras seguía inclinado, absorbido por aquella sensación que lo embaucaba cada vez que se inclinaba sobre un cadáver en los sótanos de la Abadía de Pannonhalma.
Corriendo los tiempos que corrían, era muy probable que sus días terminarán sobre una pira de madera, atado a un poste durante jornadas la purgación y redención de sus pecados, o encajado una buena dosis de latigazos, la quiebra de sus carnes y la dislocación de sus junturas en el potro o cualquier otra ocurrencia de aquellos sádicos que decían defender el orden divino.
El conocimiento del ser humano trasciende las leyes humanas y divinas, pues el conocimiento de la naturaleza del hombre no depende solo de la salvación del espíritu. La carne también es el signo del Altísimo y el contenedor del alma, como hubiese dicho San Isidoro en sus Etimologías.
Ahondar en el conocimiento del organismo humano era también un proceso sagrado. Mas allá de entender la anatomía del cuerpo humano con el único fin de reducir los sufrimientos terrenales de aquellos mismos desdichados que se encargarían de alentar con sus voces el fuego que lo consumiría. Más allá, de conservar e incrementar el sabio legado de sus antecesores. Cada incisión, cada extracción, cada anotación, cada ilustración de la disposición de los tejidos.
Todo aquello era un acto de culto sagrado a la Naturaleza, respetuoso y consagrado.
El estudio del verdadero orden divino, conocimiento supremo de la vida.
Si quiere participar, ha de enviar su microrrelato a cuentosminimos@lasprovincias.es. La extensión exacta del relato es de 330 palabras.
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