![Relato corto del periódico Las Provincias | El enigma del conductor](https://s1.ppllstatics.com/lasprovincias/www/multimedia/202102/12/media/cortadas/imagen-cuentos_20210212161458-RKmpHm2GmVBaE1DdxVZgIPP-1248x770@Las%20Provincias.jpg)
El enigma del conductor
CUENTOS MÍNIMOS ·
alfredo giménez
Viernes, 19 de febrero 2021
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CUENTOS MÍNIMOS ·
alfredo giménez
Viernes, 19 de febrero 2021
La niebla había llegado temprano aquella mañana. Todas las ventanas del grupo de casas de ladrillo alineadas en la avenida de las Azaleas tenían las persianas bajadas, todas excepto una. En ella Clara, en penumbra, observaba tras los cristales empañados el comienzo de un día que clareaba con cielo opaco, ennegrecido, del mismo color que la mugrienta capa de hollín que cubría el enlosado de la calzada. Y lúgubre, como la tenue iluminación de la farola situada frente a su ventana difuminada por la persistente bruma.
Sigilosamente, la imagen borrosa de un vehículo de gran tamaño se iba aproximando muy despacio bordeando la acera. Cuando llegó a la altura de la farola se detuvo. Se apagaron los faros. La silueta de un hombre de contorno impreciso y rostro desdibujado descendió en silencio.
Un escalofrío repentino sacudió el cuerpo de Clara, su corazón comenzó a palpitar de forma convulsa y en su rostro se perfiló una mueca de terror. El presagio de un suceso trágico estaba adueñándose de su mente; aquel hombre sin cara la buscaba a ella —pensó atemorizada—. No podría escapar, por fin se iba a cumplir la promesa de venganza recibida meses atrás por aquel niñato indeseable al que rechazó una noche loca de verano desordenada y libertina.
Temblando, paralizada por el pánico, durante unos segundos toda su vida transitó por sus pensamientos como vaticinio de un final cercano. Debería realizar con urgencia el último esfuerzo, un ejercicio de clarividencia que le adelantara a las intenciones de su presunto agresor y evitar así la tragedia. Se puso de pie y utilizando sus escasas fuerzas pudo limpiar el vaho que enturbiaba el cristal y entreabrir ligeramente el marco de la ventana. Cuando lo hizo, contempló la calle con mayor nitidez. Pudo ver y oír. Y vio una luz verde que parpadeaba sobre el techo del automóvil y escuchó una frase, la que pronunció un individuo que salía del portal dirigida al misterioso hombre oscuro: ¡al aeropuerto, por favor!
Si quiere participar, ha de enviar su microrrelato a cuentosminimos@lasprovincias.es. La extensión exacta del relato es de 330 palabras.
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