En los años 60, existía un rincón privilegiado entre Benicàssim y Oropesa. Era un lugar de veraneo de unas cuantas familias valencianas muy acomodadas y de familias francesas muy afortunadas. Todo ese mundo intentaba compartir playa durante los meses de julio y agosto.
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En aquel entonces, Francia y España no parecían países vecinos. Eran dos mundos muy distintos. Los niños intuían algo.
En la playa se observaban dos campos: en uno, las españolas bien peinadas, vestidas con elegantes bañadores. Ellas se pasaban la mañana hablando, preocupadas por problemas domésticos de difícil solución. Sus maridos leían el Ya o el ABC, todos conformes con la política del momento. Los hijos de una misma familia se reconocían por ir diez o doce con el mismo traje de baño. Al otro lado de la playa, se instalaban los franceses. Las mujeres bajaban a la playa en bikini. Padres, madres e hijos compartían juegos y deportes náuticos.
Llegada la hora de comer, los franceses, en comandita, recogían sus enseres coincidiendo con las muchachas españolas que bajaban con sus uniformes a por los hijos de los señores.
Los mayores ignoraban que, por las tardes, las parcelas vacías servían de «campos de insultos». Solo entendían la palabra imbécil por un lado, imbécile por el otro.
En realidad, esos niños se morían de ganas por conocerse. Cuánta envidia les daba a los unos cuando por la noche dejaban a los otros jugar en la calle a horas tardías con un enorme bocadillo de tortilla de patatas, mientras ellos estaban recluidos en sus cuartos, cenados y en la cama con un libro. A esos mismos niños que no tenían horario para acostarse, cuánto les hubiera gustado comprender por qué no les dejaban jugar con los franceses.
Lo que no sabía una de las protagonistas de este relato es que sus hijos francoespañoles serían fruto de una reconciliación que tardó en llegar en ese lugar parecido a un trozo de paraíso terrenal entre Benicàssim y Oropesa.
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Si quiere participar, ha de enviar su microrrelato a cuentosminimos@lasprovincias.es. La extensión exacta del relato es de 330 palabras.
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