Urgente Un camión incendiado y un posterior accidente entre otros dos colapsan la A-35 a la altura de Montesa

Laura se ha ido. Sin ruido. Tranquila y en silencio. Casi de improviso. Vencida tan rápido por la enfermedad que, a cada instante, me descubro todavía con una súplica en los labios y los dedos cruzados a la espalda, rogando despertar de esta pesadilla cruel y verla de nuevo sonreír; arreglar con mimo las rosas del jardín; pasear con descuido entre los tilos a la caída de la tarde; releer ensimismada, tras los cristales de cualquier café, las historias de Jane Austen o las hermanas Brontë, siempre sus favoritas, romántica impenitente como fue.

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Duele el recuerdo, duele la nostalgia y tanta soledad. Y duele, como jamás hubiera podido llegar a imaginar, lejos de la rabia o el desgarro, la certeza implacable de que ese tiempo pasó; de que este desamparo que me sangra, que se anuda a mi garganta y me impide respirar, será ya para siempre mi única realidad. Y me siento de pronto tan perdido.

Laura...

Su recuerdo me emociona y a él me aferro como un náufrago a su tabla. Intento no llorar y no lo consigo. No la dejo de soñar. Ella. Siempre ella. La niña pecosilla y pelirroja a quien en la escuela tiraba con descaro de las trenzas, la madre devota, la esposa cómplice, regalo inmerecido de la vida, la mujer serena y valiente que siempre fue, la anciana frágil y algo solitaria de los últimos tiempos.

Laura...

Mi refugio. Mi herida. Mi destino. ¡Tan fácil fue enamorarse...!

A distancia y en silencio fui su ángel guardián y la amé con toda el alma. Contra el dolor, contra la desilusión o la desesperanza.

Nunca lo supo.

Fue feliz y lo demás poco importa.

Y sin embargo...

Es ahora, también yo herido de muerte por su ausencia, que no logro acallar este reproche sordo que, a traición, no sé cuando arraigó en mi corazón e, incrédulo y desconcertado frente a su recuerdo, no dejo de pensar cómo fue posible que ella no lo adivinara jamás.

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Si quiere participar, ha de enviar su microrrelato a cuentosminimos@lasprovincias.es. La extensión exacta del relato es de 330 palabras.

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