Urgente Aemet avanza la previsión del tiempo en la Comunitat Valenciana para el viernes y el fin de semana

Cuando aquel desconocido me rozó desorientado en la calle lluviosa, supe que su desazón al andar y su mirada cabizbaja no se debían a la angustia propia de estos tiempos de pandemia. Sin moverse, me miró perplejo como si se hubiese despertado de una terrible pesadilla. Repentinamente, toda aquella confusión se agitó para agarrarme del brazo. Con voz sofocada y tono nauseabundo empezó a contarme la última conversación que mantuvo por teléfono con su padre. No había vuelo en su narración, pero pronunciaba y escuchaba cada una de sus propias palabras con el estupor de estar alienado a ellas el resto de su vida:

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- Hola Mikel, ¿puedes venir? No me encuentro bien. Me siento raro. Algo no va bien en mi cabeza. No sé… Estoy muy inquieto.

- Papá, voy a entrar en una rueda de prensa. Habrás dormido intranquilo. Desayuna y baja a comprar el periódico.

- ¡No, no! No he tenido pesadillas, Mikel. Tengo pensamientos extraños…. Ven a llevarme al hospital.

- Papá, ahora no puedo. El presidente Puig empieza la comparecencia con las nuevas medidas sanitarias.

- Ven a llevarme al hospital, por favor, Mikel.

- Papá, tengo que colgar. Después te llamo.

Y balbuceando continuó:

- No llamé. Horas después, vi su cuerpo en la morgue. Se había pegado un tiro en la cabeza con la escopeta de dos cañones con la que solía ir a cazar.

Babeando lágrimas me soltó, mientras repetía: «Mikel, por favor, ven». Su mirada vacua atravesó el silencio de la mía. Tuve entonces conciencia de que mi mano agarraba su brazo. Me desprendí como pude y me quedé un rato mirando los pedazos rotos por el dolor. Él se movió. Arrastraba aturdido su pesadumbre corporal, su desolador sentimiento de culpabilidad.

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Tropezó de nuevo con otro anónimo transeúnte. A pesar de la distancia, podía escuchar cada palabra de su afligida conversación, sentir el intenso ahogo de su voz, ver su mirada enajenada clavada en mi rostro. Me olvidé de la Covid-19.

Si quiere participar, ha de enviar su microrrelato a cuentosminimos@lasprovincias.es. La extensión exacta del relato es de 330 palabras.

 

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