¡Cómo ha cambiado todo! Nos obligan a guardar nuestras viejas costumbres en el tintero del pasado. ¡Ni siquiera podemos enamorarnos con total libertad! Si no quieres contagiarte resulta imprescindible analizar a quién nos acercamos. Mejor pedirle su currículo, una relación de antepasados, de convivientes y, sobre todo, que nos vengan con el PCR y el DNI entre los dientes.

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Quizá nos veamos forzados a volver a aquellos tiempos en que los hombres paseaban por la acera de la izquierda y las mujeres por la de la derecha ¡Qué maravilloso el lenguaje del abanico; el lenguaje de las flores! ¡El de los matrimonio concertados con gentes de buenas familias!

Pensábamos que todo era cosa del pasado. Incluso, habíamos conseguido saltar, en pocos años, la barrera de la castidad obligada. Tuvimos libertad para elegir sin imposiciones, para disfrutar del sexo, incluso para vivir en «santo concubinato». Ya pocos ponían en práctica aquello de: «prometo serte fiel, acompañarte en las alegrías y las penas, en la salud y la enfermedad… hasta que la muerte (o el divorcio) nos separe» ¡Qué bonito!

Ahora, con el Covid 19, todo se ha ido al traste. Se pueden ustedes enamorar ¿quién se lo prohíbe? pero deben poner un cuidado extremo… ¡No se me alarmen, por favor! Se trata, tan sólo, de cambiar ciertas costumbres. De momento, quedan terminantemente prohibidos los besos en la boca, ¿Por qué seguir empecinados con unos labios húmedos y zarandajas por el estilo? ¿Acaso no tenemos otras zonas erógenas? ¡Déjense de tonterías! ¡Investiguen! El cuerpo humano tiene muchos rincones fáciles de estimular. Por ejemplo: sitúense frente a la espalda del ser amado: un masajito en la cabeza, una lengua que recorre el oído; que también se pasea por el cuello… Pero ¡cuidado! Si la cosa llega a mayores ¡nada de hacerlo uno sobre otra, o una sobre otro ¡Señores, algo de sensatez! ¡Adopten, sin dudarlo, la postura de la «retaguardia» tan característica en todos los mamíferos!

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Si quiere participar, ha de enviar su microrrelato a cuentosminimos@lasprovincias.es. La extensión exacta del relato es de 330 palabras.

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