Otro vil más

Miró hacia abajo como hacía siempre, como estaba siempre… cabizbajo. No precisamente por darle vueltas a la cura del cáncer, sino porque no soportaba afrontar lo que tenía delante. Un buscavidas es lo que siempre había sido y se notaba en la gestión de su empresa. Todo por el medio, cero organización y nulo respeto por sus trabajadores. —A ver si entre mi mujer y tú hacéis una— una de sus frases preferidas. Siempre intentando abarcar todo sin llegar a nada, tenía un pequeño taller y no se puede pretender ejercer todos los puestos, porque se acaba por no hacer ninguno correctamente.

Rememoró aquél recuerdo de una época anterior, de la persona que fue en otro tiempo. Era joven, alocado y sobre todo no temía las cosas que le rondaban la cabeza ahora. Miraba al espejo y Bill ya apenas se reconocía. Siempre había sido algo feo y con los años la cosa no había ido a mejor. Poco a poco se había quedado sin pelo, acompañado de ese olor característico a tabaco y sudor. Su tripa redonda y flácida, mostraba años de dejadez.

Siempre había tenido la autoestima por los cielos, creyéndose superior al resto, todavía gozaba de dicho rasgo. Se creía con suficientes medios para tener su propia empresa y lo intentó a base del trabajo duro de otros. Sacó algo, pero mal ejecutado, con favores bajo mano, made in Spain.

***

No deberíamos darle más importancia de la necesaria a personas que no nos respetan, que la vida va rápido y no se detiene por nada. Bill consiguió dirigir años de mi vida, de menosprecios y lágrimas innecesarias. ¡Qué equivocada estaba al dejar que influyera en mis días! A mi pareja le han detectado un tumor y ahora parece que nada es importante o todo lo es. Deberíamos tener presente que cada día pasa inadvertido como si fuese irrelevante hasta que algo nos despierta. No 'dejemos para mañana' porque la muerte no espera y vivir es urgente.

Si quiere participar, ha de enviar su microrrelato a cuentosminimos@lasprovincias.es. La extensión exacta del relato es de 330 palabras.