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Sección de relatos cortos del periódico Las Provincias | Pupilas ávidas

Pupilas ávidas

CUENTOS MÍNIMOS ·

ROSA MONTOLÍO

Lunes, 10 de mayo 2021, 00:11

Se juntaban sus labios. Se daban besos. Con cariño sincero. Cómplices. Ella las observaba todos los días en el banco. Llegaban, se sentaban, levantaban sus caras, se miraban, se besaban. Despacio. De la una a la otra se pasaban los dedos por los labios, navegaban en el mar del deseo. Frente a frente, se cogían de las muñecas, se miraban, bajaban los párpados, y ahora, sin tocarse, respiraban de sus alientos. Era como un juego. Sus caras se otorgaban placer, alegría, se seducían. Sus movimientos los seguían los ojos oscuros y maduros de ella desde el andén de la estación de tren.

Y, venían los abrazos. Los brazos de la una rodeaban la espalda de la otra y, la otra los ponía sobre la cintura de la una. Y volvían los besos, y los dedos, y los abrazos. Hacían música con el ritmo de sus cabellos. Sí. Deslizaban las manos por la espalda y sus dedos delicados los peinaban, hacían lazos, espirales, bajaban y subían, dejando caer sus dedos por el tobogán que les ofrecía la piel. Y seguían con sus caricias onduladas, con su juego de dedos sobre la piel morena. Era un renacer. Para ella, cada día era un renacer, ‹‹¡quién fuera joven!››, pensaba.

Las miraba y, debajo de su uniforme, se transformaba. Ellas unían sus manos en un acto de amor, las besaban, las estrechaban palma a palma. Y volvían los besos y los abrazos. En la distancia, a través de la ventana, paralizada como una estatua, sentía sobre su cuerpo las caricias de ellas, observaba deslizarse sinuosamente sus dedos sobre el tattoo-sol que emergía desde sus vientres hacia arriba. Sonrisas y risas compartidas. Ella, absorta, se aceleraba, imaginaba sus susurros, sus manos, el olor de sus células. Cerró los ojos.

―Pablo, ¡ven! ¿Por qué no desconectas? ¡deja de mirar!, ¡ven! Vamos a comernos la pizza, que se va a enfriar― dijo la voz de una mujer que llegaba con una pizza desde la cocina.

Si quiere participar, ha de enviar su microrrelato a cuentosminimos@lasprovincias.es. La extensión exacta del relato es de 330 palabras.

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