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Sección de relatos cortos del periódico Las Provincias | Sin tiempo a blasfemar

Sin tiempo a blasfemar

CUENTOS MÍNIMOS ·

antonio aguilar

Miércoles, 10 de marzo 2021

No sabían si eran un pelotón o una patrulla. Los habían reubicado y les habían asignado tantos mandos que ya no sabían nada ni querían rendir cuentas a nadie. El último teniente se había quedado en una zanja, posiblemente hecho pedazos o, tal vez, se había hartado de ellos y había decidido dejarlos pasar, continuando él sólo por su cuenta. Un tal George, el más grande y fuerte de todos, había asumido el rango de sargento y era él quien decidía donde ir y que hacer en cada sitio. También estaba «El Mudo», con una guerrera de uniforme demasiado grande para él. Tenía todo el aspecto de habérsela quitado a un cadáver y habérsela puesto, un chalado con enormes ojeras que no molestaba porque sabía encontrar huertos y corrales con buenas gallinas que tomar prestadas.

Les habían disparado varias veces y ellos habían contestado siempre y, la vez aquella en que George dijo: «Creo que ésos son de los nuestros», se dieron cuenta de que ya no pertenecían a ningún bando. Iban por libre, de pueblo en pueblo, asegurándose de que no había tropas cerca; entonces, tomaban lo que podían y salían por piernas intentando alejarse del frente. «Estas botellas quedan «resicadas» en nombre del ejército aliado», decían. Les echaban en cara que no sabían hablar. La palabra que buscaban era «requisado»; pero, con un fusil en la mano, nadie necesita oratoria para hacerse entender.

Esa noche la tropa cenó compota «resicada» en el pueblo. El dueño no quería entregarla y a bofetones le convencieron; también amenazaron con divertirse allí mismo con su esposa. Entre risas, untaron la compota en enormes rebanadas de pan también robado. Estaba buenísima. Se derramaba y se chupaban los dedos sucios de tierra y grasa de fusil. El tercer frasco se abrió con un chasquido familiar; la anilla de una bomba de mano estaba enganchada a la parte interior de la tapa. La espesa compota sujetaba la granada sin seguro. Ni de blasfemar tuvieron tiempo.

Si quiere participar, ha de enviar su microrrelato a cuentosminimos@lasprovincias.es. La extensión exacta del relato es de 330 palabras.

 

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