![Sección de microrrelatos de Las Provincias Relato corto del periódico Las Provincias | Las tres muertes de Santiago Benages](https://s3.ppllstatics.com/lasprovincias/www/multimedia/202102/19/media/cortadas/imagen-cuentos_20210219154431-RdWrsdUypht4rsXrFCbsnmN-1248x770@Las%20Provincias.jpg)
Las tres muertes de Santiago Benages
CUENTOS MÍNIMOS ·
Juanma belda
Miércoles, 24 de febrero 2021
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Juanma belda
Miércoles, 24 de febrero 2021
La primera vez que murió Santiago Benages era el sábado 2 febrero del año 2002, cuando decidió no levantarse para ir a pescar a la escollera del puerto, como había hecho cada mañana desde que su hija Carmina había ido a la escuela.
La silla plegable, la caña, la cesta con los aperos y el sombrero de tela quedaron en un rincón del trastero y fueron acumulando polvo hasta que alguien decidió que los podía tirar y nadie, ni siquiera Santiago, pareció echarlos en falta.
Carmen, la esposa de Santiago, lo animó a volver. Pero Santiago había perdido el interés, como suele ocurrirles a las personas que han muerto. Los amigos de la escollera comentaron su falta ante el carajillo del bar tras la pesca. Alguno se acercó a casa de Santiago y preguntó por él a su mujer. Pero ya nunca más volvió a levantarse una madrugada para ir a pescar.
La segunda vez que murió, ocurrió tres años después. Una luminosa mañana de primavera, mientras dormitaba en el sofá, enfrente de la televisión encendida, se orinó encima.
Llamaron al médico, concertaron una cita, le hicieron pruebas, esperaron los resultados. Y finalmente le endilgaron la etiqueta de hiperplasia benigna de próstata.
El pánico a que le volviera a ocurrir le atenazó. Cerró las pocas puertas que quedaban abiertas. No volvió a permitir que le acercaran a casa de su hija a alguna comida especial. Como les ocurre a los muertos, pareció desarrollar miedo al sol y al día. Se dejó vencer por el terror de poder orinarse en público y se encerró en su cuerpo como haría un vampiro en su ataúd. Sus amigos no preguntaron por él, su mujer decidió cambiarse de habitación. Pero Santiago no se sintió solo, porque los muertos no sienten la soledad.
La tercera vez que murió, a Santiago vino a llevárselo una neumonía un día de invierno. Carmen llamó a su hija y le dijo: «tu padre se ha ido». Pero ya nadie le esperaba.
Si quiere participar, ha de enviar su microrrelato a cuentosminimos@lasprovincias.es. La extensión exacta del relato es de 330 palabras.
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