La 'Araña infernal' y los silbatos protagonizan un disparo de lo más original

Hoy en la farmacia no he tenido que hacer cola, afortunadamente, porque llovía bastante, y Laura me ha recibido con esa dulce y chisposa voz que la caracteriza. Se suele alegrar al verme entrar, supongo que el ser de la misma quinta sumó a la afinidad surgida la primera vez que pisé el sitio. Es curioso como con gente que conoces poco puedes conectar de inmediato y compartir alegrías y aflicciones. Hoy ha sido uno de esos días.

Publicidad

Su rostro me agrada y en su mirada veo bondad y mucha empatía. Ella ha empezado a querer saber mi estado de hoy, a lo que contesté que este frío y lluvioso Abril no es santo de mi devoción; Laura ha asentido afirmativa en ademanes y cabeza. Se ha situado delante de mí, detrás del mostrador engalanado con la maldita pantalla transparente, y he notado que estaba receptiva de escucha y de charla; además de que no había nadie esperando afuera. Me confesaba que se encuentra agobiada; que su hijo pequeño arrastra bruxismo y un dolor en el lateral del rostro que, según el especialista, se viene agravando por la situación que todos estamos padeciendo. Maldito virus que llegó para quedarse.

Entendí enseguida su padecer, ya que los hijos duelen más que cualquier otra cosa en este mundo incierto que hoy vivimos. Hemos suspirado las dos, compenetradas en nuestro lamento de madres y seguidamente los derroteros de la agridulce conversa, se han mudado a las profundidades oscuras que todos tratamos de esconder. Ella sabía que lo tuve, pero no hasta que alcance, ni las consecuencias de todo aquel mal. He intentado no llorar, pero este día plomizo y triste me obligaba a ponerme en sintonía con él.

Lágrimas corrían empapando nuestras mascarillas.

Laura me ha ofrecido un pañuelo mientras alababa mi valentía y coraje. Me decía que le trasmito una fuerza positiva descomunal, y que no le extraña que aquello malo me regalara otra oportunidad, pues tenía una misión.

Si quiere participar, ha de enviar su microrrelato a cuentosminimos@lasprovincias.es. La extensión exacta del relato es de 330 palabras.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Suscríbete a Las Provincias: 3 meses por 1€

Publicidad