Un tal Joe

Los sábados iba con Samuel a ver al equipo local, aquella tarde recibía al campeón en casa. Al terminar el partido decidimos ir a tomar algo. Atravesamos el núcleo comercial, el tráfico apenas nos hacía avanzar. Poco después la luz natural de la tarde indicaba que estábamos en las afueras. Sam redujo la marcha al entrar en Bourbon Street, al rato un guardacoches nos dio paso al parking.

En su época en la radio Sam retransmitía los partidos, conocía a algunos jugadores, recuerdo que una vez tuve ocasión de intercambiar algunas palabras con Kobe Bryant. El interior del Brennan´s tenía un aspecto señorial, cuando Vivien Leigh rodó Un tranvía llamado deseo solía frecuentarlo. Era un lugar con historia, mantenía su clientela habitual entre la minoría pudiente de Nueva Orleans. Tomamos asiento decepcionados, esta vez no apreciamos a ninguna de esas estrellas, el camarero nos compadeció.

Había un músico local engullendo una sopa, nadie lo acompañaba, cuando miró hacia nosotros su rostro dibujó una especie de mueca a modo de sonrisa. Compartimos mesa y nos habló de boxeo, de cómo conoció a Ali. No le seguíamos el hilo, pero aquella historia parecía demasiado interesante como para interrumpir.

Ya recogían las mesas, pagamos la cuenta y salimos del restaurante dejando a Joe bebiendo, hablaba solo, y a ratos con el barman, de otro tiempo mejor.

Al salir al parking el guardacoches permanecía como un impoluto maniquí, nos hizo una señal:

—Ya no quedan púgiles de la vida como Joe Frazier—masculló.

Nos adentramos en la ciudad de vuelta a casa.

Aquellas palabras siguieron resonando en mi cabeza durante los días siguientes. Con el tiempo olvidé las anécdotas, y apenas recordaba el nombre completo de aquel músico. Esta misma mañana leía en la prensa este titular:

El boxeador Joe Frazier perdió la pelea contra el cáncer

Joe Frazier, el excampeón de peso pesado que venció a Mohammad Ali, fallece a los 67 años tras su dura pelea final contra el cáncer de hígado.

Si quiere participar, ha de enviar su microrrelato a cuentosminimos@lasprovincias.es. La extensión exacta del relato es de 330 palabras.