Vidas que esperan ser reseteadas

Un día reparó, con melancolía, en que la relación entre ellos ya no era igual.

Qué fue de los días de risas y juegos, de aquellas tardes de carreras por el pasillo, de las continuas caricias y besos, de las miradas cómplices, de las palabras bonitas.

Qué fue de las puertas abiertas, de poder pasear por la casa semidesnudos. Qué fue de las veladas cinéfilas, de las conversaciones de alcoba repasando el día hasta que les vencía el sueño.

Ingenuo, creyó que ese estado de felicidad sería eterno, salvo imponderables asumibles que impone la vida. Pero no se esperaba aquello.

No esperaba ese silencio continuo, su puerta cerrada, su mirada esquiva, la distancia insalvable entre ellos. La pérdida de la confianza, de aquella complicidad envidiada, dejar de ser el pilar de ayuda ante sus inquietudes y dudas.

Le dolía en el alma ese desapego, ese 'no me apetece' en bucle con tono torticero. Como extraños en un tren que se encuentran en el mismo compartimento. Ambos incómodos y cada uno sin saber qué pena arrastra el otro pasajero.

Y ese silencio ruidoso se fue implantando en la casa, roto, en raras ocasiones, por una brizna efímera de lo que una vez fueron.

Él agotó toda posibilidad de revertir aquella situación, se quedó sin recursos, desarmado. Aquello fue minando su persona, borró su sonrisa y apagó su figura.

Y cuando ya todo parecía perdido y su hogar despedía ese olor penetrante de espacio cerrado, escuchó una melodía reconocible, unas notas casi olvidadas. ¡Estaba tocando su canción! Corrió a su habitación, sin atreverse a entrar. La música cesó y notó su presencia al otro lado de la puerta, su respiración entrecortada y escuchó al fin, entre lágrimas, el sonido de la felicidad perdida a través de sus palabras:

- No te preocupes, también quiero ser la de antes, no sé qué me pasa, pero sí quiero que estéis a mi lado, a pesar de esta rara adolescencia que me atrapa. Te quiero, papá.

Si quiere participar, ha de enviar su microrrelato a cuentosminimos@lasprovincias.es. La extensión exacta del relato es de 330 palabras.