El domingo 15 de octubre, dos asociaciones que velan por la protección del patrimonio valenciano -la Societat Valenciana d'Història de l'Art y Círculo ... por la Defensa del Patrimonio- lanzaron una voz de alarma: los frescos de la Basílica de la Virgen de Valencia, las excepcionales pinturas de 1701 del artista Palomino, estaban en peligro. Alertaron de la «degradación» de una obra que había entrado «en una fase de destrucción irreversible». «Desde hace años se está denunciando esta situación, provocada por las humedades que se filtran por una mala impermeabilización de la bóveda y sobre todo por haber eliminado la cubierta de tejas del alero de la cúpula por el capricho del arquitecto estrella del momento. Patologías que ni siquiera se abordaron en la segunda restauración de 2010», señalaron.
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Ante este grito de socorro, la dirección general de Patrimonio Cultural de la Generalitat Valenciana anunció que en unos días se iba a enviar a unos técnicos a la Basílica para evaluar los daños que habían sufrido las pinturas de Palomino por la humedad. Dicho y hecho. Hasta la propia directora general, Pilar Tébar, se reunió con los responsables del templo y con técnicos de patrimonio para «buscar soluciones y reparar las humedades de la cubierta y, posteriormente, restaurar los frescos». Sin embargo, no sólo no hay fecha para llevar a cabo esta restauración, según las fuentes consultadas por LAS PROVINCIAS, sino que la Conselleria de Cultura, de quien depende la dirección general de Patrimonio Cultural, insta al Arzobispado a que solucione los problemas de humedades y goteras, lo que provoca las filtraciones de agua que dañan las pinturas, antes de que se restauren los frescos.
Así lo señalan estas mismas fuentes, que aseguran que una de las opciones para arreglar los daños de las cubiertas sería la instalación de nuevo de las tejas que cubren el techo de la Basílica de la Virgen de los Desamparados. Es la recomendación que en las sucesivas reuniones que se han mantenido se ha puesto sobre la mesa. Porque desde Cultura lo tienen claro: hasta que no se permeabilice la cubierta, no se restaurarán.
De esta forma, el Arzobispado de Valencia es el que tendría la pelota en su tejado para, primeramente, solucionar los problemas que provocan las humedades. Después, y ya en colaboración con la dirección general de Patrimonio Cultural, comenzar el proceso de restauración de unas pinturas que son una auténtica joya del patrimonio valenciano.
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La Societat Valenciana d'Història de l'Art y Círculo por la Defensa del Patrimonio fueron las entidades que alertaron de la degradación de los frescos. «Después de los últimos episodios de lluvia (del pasado mes de octubre) ya se evidencian (los desperfectos), con toda su virulencia, por lo que la Generalitat Valenciana y la Dirección General de Patrimonio deberían tomar medidas de forma inmediata», dijeron. «Hace unos años fueron las sales, pero ahora existe un desprendimiento y una degradación irreversible de la propia capa pictórica», manifestaron tras alegar que la pintura se estaba desprendiendo. «Esperamos que los responsables de esta grave situación no sean los que de nuevo intervengan en la solución, que es sencilla, que consistiría en volver a colocar la cubierta de tejas del alero de la cúpula que fue eliminada de manera imprudente e innecesaria», reiteraron desde la Societat Valenciana d'Història de l'Art y Círculo por la Defensa del Patrimonio antes de señalar que «el Arzobispado y la Catedral de Valencia deberían asesorarse mejor y dejarse de arquitectos diletantes que son la causa de más de un problema, tanto en la Basílica como en la propia Catedral de Valencia».
Los frescos de la Basílica de la Virgen son obra de Antonio Palomino, pintor de cámara de Carlos II. El creador realizó esta pieza en 1701. En ella, se representa en perspectiva la Gloria con la Santísima Trinidad y la Virgen suplicando por los desamparados. Es más, estos frescos fueron restaurados en unos trabajos que se desarrollaron entre 1998 y 2004. Los murales fueron pintados al fresco por Palomino y se pueden observar a simple vista en la gran cúpula del templo, que mide 18,75 metros de altura.
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