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No queda otra. Hay que pensar en posibles soluciones o, al menos, medidas que mitiguen las consecuencias económicas que se avecinan como consecuencia de la pandemia por el Covid-19. La situación ha puesto en alerta a editores y libreros valencianos. Ambos se dirigen a la Administración para que les echen una mano en los espacios donde se gestan y se venden los libros. A 48 horas del Día del Libro, cuya celebración se relega a después del verano, unos y otros describen un camino salpicado de reivindicaciones como la posibilidad de ampliar horarios tras el confinamiento, el abono de las subvenciones que la Conselleria de Cultura debe a los editores y que corresponden al año pasado. Las librerías de la Comunitat insisten en la necesidad de ayudas para el pago de las obligaciones como trabajadores autónomos e incluso para poder afrontar los alquileres de sus locales.
Jorge Cabezas es librero. Regenta el establecimiento Somnis de paper de Benetússer. Cuando se le pregunta por lo que considera que debería hacer la Administración para ayudar al sector se muestra partidario de la aprobación de «una moratoria en el pago de las cuotas de autónomos por los meses que no haya actividad». A su juicio los préstamos del ICOno son el camino porque suponen «pan para hoy y hambre para mañana».
La propietaria de la librería Imperio, Mamen Monsoriu, pone la mirada más allá de los días de cierre. Su reivindicación es que las autoridades estudien «la posibilidad de ampliar horarios para cuando ya se pueda abrir». Sus peticiones no acaban ahí, también reclama que se establezcan «ayudas, como puede ser un aplazamiento, para afrontar los pagos a los proveedores».
Paco Ivars, dueño de la librería Berlín, dirige a la Administración la propuesta de impulsar «una campaña de promoción de la lectura», una iniciativa que a su juicio tendrá que llegar cuando ya se puedan abrir al público los establecimientos. Con esta propuesta Ivars, que recalca que la situación es muy cambiante, entiende que se puede conseguir que se «mantenga el espíritu lector una vez haya terminado el confinamiento, algo que beneficiaría a todos y, por ende también a las librerías».
La librera Bárbara Michaud, propietaria del establecimiento Leolo, se dirige al gobierno autonómico y plantea la solicitud de que consideren la «compra de libros para bibliotecas y colegios en las tiendas más cercanas a estos centros». Asegura que hay países en los que ya se aplica esta medida para la que apunta que su puesta en marcha requiere «establecer una ratio de distancia» entre las tiendas y los centros educativos y culturales.
«Ayuda para los alquileres de los locales». Es la petición que la librera Alodia Clemente plantea a las autoridades. La propietaria de la tienda La Rosa concreta su solicitud dirigiéndose al Ayuntamiento para recordarle que «active la línea que pone en marcha todos los años para este concepto y que abrió el mes pasado, pero luego se cerró dejándola en suspenso hasta hoy».
El librero Ignacio Larraz, propietario de El Cresol, se sitúa en el día que llegue la apertura. Y su petición se centra en que se articulen»ayudas directas para poder sufragar los gastos». Recuerda Larraz que tienen una reivindicación de siempre que es el cheque cultural, pero considera que ahora no sería el momento.
La apertura de una línea de crédito sin intereses y con dos años de carencia para librerías, distribución y pequeñas y medianas editoriales es una de las medidas que la Associació d'Editors del País Valencià ha incluido, junto a otras reivindicaciones, en un documento al que ha tenido acceso LASPROVINCIAS. Las peticiones se plantean con la mirada puesta en la «reactivación» del sector para cuando finalice el confinamiento.
Quique Olmos, uno de los editores del sello valenciano Sargantana, invita a la Generalitat a hacer una «compra masiva» de libros de editoriales de la Comunitat para dotar a los colegios y bibliotecas de los títulos que requieren para sus fondos. La Conselleria de Cultura anunció la semana pasada que destinará 472.000 a la adquisición de volúmenes.
Alcanzar la unidad de editores, libreros y Administración en torno a «una paltaforma de ventas». Es lo que Antonio Alcolea, editor de la dirma Olé Libros, considera que debería impulsar la Generalitat con el fin de favorecer las ventas de las editoriales valencianas y también de las librerías de la Comunitat. alcolea añade que también debería el Gobierno algún «apoyo fiscal y no sólo para las empresas con un 75% de pérdidas».
Manuel Borrás, director editorial de Pre-Textos, considera que «lo primero que tiene que hacer la Generalitat es pagar las ayudas que debe de 2019 por el concepto de producción editorial». Borrás asegura que el importe de esas ayudas ya lo tendría que haber abonado el gobierno valenciano. Así un sector «muy castigado» encontraría alguna luz.
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