Los secretos del elamita, la escritura más antigua del mundo, han sido descifrados por el arqueólogo francés François Desset. Un descubrimiento que cambia la historia y que se equipara al de otro arqueólogo galo, Jean François Champollion, quien en 1822 descifró los jeroglíficos egipcios con la piedra de Rosetta. La revista 'Sciences et avenir' recoge en su último número el hallazgo de Desset, que trabaja en la Universidad de Teherán y ha tardado más de una década en decodifocar los signos del elamita.
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Hablada hace más de cuatro milenios en lo que hoy es Irán, la misteriosa lengua elamita se descubrió en 1901. Sus signos aparecieron en cerámicas y otros objetos en las ruinas de la importante ciudad de Susa, una importante urbe para las culturas mesopotámicas, egipcia, griega y los romanos, situada en la cordillera de los Zagros. Capital del reino de los Elamitas, la tradición persa la señala como la primera ciudad del mundo.
El elamita era un lenguaje fonético tan antiguo o más que el protocuneiforme mesopotámico y el jeroglífico egipcio. Desset logró asociar varios de sus caracteres con los nombres propios de dos soberanos elamitas y de la diosa Napirisha, estableciendo así correspondencias con los distintos fonemas.
«Puedo afirmar que la escritura no apareció primero en Mesopotamia y que surgieron al tiempo dos escrituras en dos regiones diferentes», asegura Desset. Su hallazgo cambiará los libros de historia, que sitúan en Irak el origen de la escritura, para situarlo también en Irán. «Son escrituras hermanas, no son madre e hija, como se creía hasta ahora», asegura el arqueólogo.
A diferencia de la lengua cuneiforme mesopotámica, que es fonética –signos que expresan sonidos– y logográmica –signos que expresan conceptos–, el elamita se conforma con signos que expresan sílabas, consonantes y vocales. Se escribía de derecha a izquierda y de arriba abajo. Se usó durante 1.400 años y su decodifación desvela, a su vez, secretos del poderoso imperio Hatamti, que existió entre el tercer y el segundo milenio antes de Cristo y bautizado como reino de Elam por sus vecinos.
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El elamita es lo que los expertos denominan «un aislado lingüístico», que no está unido a otra familia lingüística. «Hasta este desciframiento, todo lo relativo a las poblaciones que ocupan la meseta iraní procedía de escritos mesopotámicos. Ahora podemos acceder al punto de vista de los hombres y mujeres que ocupan un territorio al que se referían como Hatamti», afirna Desset. profesor asociado también a la Universidad de Lyon, experto en la Edad del Bronce y el neolítico iraní.
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