Desnudando a Benjamín Prado

Viaje de la poesía a la novela en compañía del detective Urbano

El madrileño Benjamín Prado es un poeta, narrador y ensayista que, como en una ocasión dijo en las páginas de este periódico, se guía por el consejo que un día le ofreció el poeta Rafael Alberti: «Tómate muy en serio tu obra y muy en broma a ti mismo. La gente solemne es tan aburrida y los que se toman tan en serio a sí mismos aburren tanto a los demás».

Debió tomar al pie de la letra las palabras del gaditano a quien le unía una buena amistad. Así parece, al menos por las pruebas publicadas, en lo que a tomarse en serio su obra se refiere, pues anda ya el de Madrid con una mochila cargada con ocho poemarios, siete antologías, trece –o doce más la última– novelas y ocho ensayos. Y si no fuera suficiente ha escrito unas cuantas letras para voces como la de Joaquín Sabina.

Se estrenó en el verso, pero el tiempo y las letras le captaron para la novela, género en el que ha pisado apasionantes escenarios de la reciente historia de España narrando intrigas en periodos como la Transición. A la cosecha de la novela española sumó en 2006 el personaje Juan Urbano, del que desde entonces ya no se ha separado. Con Urbano concibió Prado a un escritor y detective que ha dado vida a cinco títulos, el último es 'Todo lo carga el diablo', recientemente publicado.

Sigue imparable de la mano del detective Urbano por un territorio, el de la literatura, en el que ha cosechado un buen puñado de lectores y premios como el Internacional Generación del 27 (2007), Ensayo y Humanidades José Ortega y Gasset (2002), Internacional de Poesía Ciudad de Melilla (2001) o el Hiperion en 1995 que certifican su condición todoterreno.

En la canción 'Lo niego todo', escribió «lloro con las más cursis películas de amor». Confié la suya.

Con 'Rocky'. Se sabe lo que va a ocurrir y a Stallone no hay quien se lo crea, pero esa heroicidad del que lo tiene todo perdido me emociona.

El fin del mundo de la pandemia le pillará...

Tomándome unas cañas con la agente que quiero.

¿Fernando Simón es héroe o villano?

Es un héroe que se explica mal y a veces parece un villano.

¿Es el comisario Villarejo marca España?

No, es un pobre diablo. Terminará desapareciendo en las sombras.

¿Tiene más deudas que dinero en el banco?

No tengo deudas.

Dígame un clásico literario aburrido.

'Ulises', de Joyce, es un coñazo y la poesía de Rimbaud, otro aunque le guste a mi adorada Patti Smith.

¿Qué es más mentira: la Transición o la Movida?

Muchos de los supuestos héroes de la Transición van cayendo como fichas de dominó, pero tuvo mérito. Lo que es una extravagancia es convencernos de que fue perfecta.

Benjamín Prado escribe bajo llave. Se encierra en el cuarto donde da rienda suelta a su particular imaginario literario y tiene que echar el pestillo. «Siempre escribo encerrado bajo llave, no puedo soportar la idea de que alguien vaya a entrar cuando estoy trabajando», relata. Afirma, que siempre recuerda lo que le decía Alberti. Y vuelve a citarlo: «Cuando estás escribiendo nunca hay que coger el teléfono, porque después el poema ya es otro. Mejor o peor, aunque casi siempre es peor. Así que con esa idea siempre escribo bajo llave. Es algo que hago de toda la vida, en la habitación tiene que haber una cerradura, un pestillo o cerrojo», cuenta.

Pero, además, Benjamín Prado se confiesa «el tipo más supersticioso de este planeta». «Tengo todas las supersticiones del reglamento. Y a ellas hay que sumar las que me voy construyendo yo mismo», dice mientras pone varios y sorprendentes ejemplos. «Jamás como cosas de color morado, siempre escribo con tinta verde, siempre cojo lo que esté más a la izquierda, ya sea la puerta o las escaleras mecánicas, pero siempre lo que está más a la izquierda...», asegura entre risas. «Esas son las supersticiones inventadas. De las reglamentarias las tengo todas. Si me sirven el vino de derecha a izquierda ni me lo bebo ni se lo dejo beber a nadie que esté a mi lado, no paso nunca por un andamio...», revela el escritor, quien añada que la única que no tiene es la de los gatos negros.

Asimismo, en su lista de particularidades también tiene otras relativas a su profesión: «Siempre escribo las novelas en el ordenador mientras que, al contrario, con la poesía lo hago a mano en un cuaderno», concluye.