Valencia, 1950. Lo que dice la Wikipedia: Francisco Montesinos Gil es uno de los diseñadores más importantes de la moda española. Se inició en el mundo del diseño en 1969. En 1972 abre una tienda de moda en Valencia. A partir de los años 80 se convierte en la vanguardia del diseño español
Viernes, 20 de noviembre 2020, 01:19
La cara A
El 'xiquet' del Carmen, de la movida y del cine almodovariano
Por Carmen Velasco
Hablar de Francis Montesinos es recordar a Mara Calabuig. Entusiasta experta en moda de la que se aprendía tanto en una conversación informal como leyendo sus crónicas (edité para LAS PROVINCIAS decenas de ellas, que llegaban al fax de la calle Gremis) sobre la extinta Pasarela del Carmen. No estoy hablando de mí, sino del pasado cultural de Valencia. O dicho de otra forma: de cuando la moda importaba. Quizá haya que retrotraerse a los 80, tan idealizados con o sin razón según a quien se pregunte. Montesinos formó parte de esa eclosión artística de Valencia con Tráfico de Modas de los Errando, la costura de Juan Andrés Mompó, la escultura de Miquel Navarro, el arte de Carmen Calvo, etcétera.
Fue uno de los pocos diseñadores de fuera de Madrid que triunfó en la capital
La cara A de Montesinos es su éxito en la moda. Hubo una época en el que todas las mujeres, sobre todo en Valencia, querían tener un Montesinos. Fue uno de los pocos diseñadores de fuera de Madrid que triunfó en la capital de España. Eso aún hoy está al alcance de pocos. Más que desfiles, lo de Montesinos eran espectáculos en los que no faltaban hombres con falda (y no pasaba nada) y figuras reconocidas, como Nacho Duato o Miguel Bosé.
Con estos precedentes no extraña que Pedro Almodóvar le encargara el vestuario de 'Matador', una de las primeras películas del manchego. En '50 anys. València, seda i foc' del MuVIM se reproducen fotogramas de la cinta y también la imagen de Chus Lampreave, de 'Entre tinieblas', caracterizada como monja, sujetando un vestido rojo de lentejuelas. La muestra da cuenta de lo importante que es Valencia (la Geperudeta, las fallas, el mediterráneo, la luz, el color) en la carrera del 'xiquet de la calle Caballeros'.
Con descaro
Por Noelia Camacho
Un político al que nunca le haría un traje...
Los vestiría a todos. Lo he hecho con muchas políticas, es mi trabajo. Y cuanto más difícil me lo pongan, mejor.
Su palabrota favorita:
No suelo decir tacos. Aunque mi palabra favorita es 'divina, divina'. Mi madre me decía que divino sólo era Dios (ríe).
¿Cuándo fue su última borrachera?
Ni me acuerdo. No salgo nada para nada.
¿Monarquía o República?
Ay, ay, ay... Me gustan los dos. No me mojo. Cada una en su momento. Pero al Rey actual lo veo muy elegante, muy cercano.
Un personaje del corazón que deteste.
Todos los que salen en la televisión.
Lo peor de Valencia...
El tráfico. La ciudad menos internacional del mundo. Es monstruosa.
Lo mejor de envejecer...
La conciencia, la sabiduría que tienes. Poder disfrutar de tu casa, de tu trabajo...
Confiese, ¿devuelve los regalos que le hacen?
Jamás. Me importa más quien me regala.
La cara B
Un espíritu creativo alimentado por el amor a las plantas
Por Laura Garcés
A Francis Montesinos le encantan las plantas. Lo cuenta el propio diseñador cuando se le pregunta sobre alguna faceta de su vida poco conocida que ayude a relatar su cara B. Y al escuchar esa afirmación, no es difícil pensar que tal vez ahí –en ese afecto hacia la naturaleza– se encuentre alguna semilla de los preciosos estampados de flores sobre los que a lo largo de su vid ha tejido una trayectoria de ensueño.
Dedica bastante tiempo, no todo el que querría, a cuidar los «más de mil» ejemplares que habitan el jardín de su casa. «Tengo jardinero», algo que no le aparta de entretenerse con el cuidado de su vergel particular, donde asegura que en «agosto vigila hoja por hoja». ¿La favorita? La colocacia. Hace unos días ha plantado «12 esquejes» de esta especie que crece junto a flores como calas, rosas, geranios, jazmines y lirios porque, aclara, «estoy en Lliria». Toda la vida, «desde pequeñito», se ha sentido atraído por esta pasión que le proporciona un diálogo anímico del que extrae «paz, bienestar, belleza, frescura».
Dedica bastante tiempo a su vergel, aunque tiene jardinero
«Me gusta que me regalen plantas», señala. Cada ejemplar que llega a su casa de manos de alguien que le quiere agasajar va escribiendo una historia que Francis disfruta de cerca narrando «quien me la regaló, cómo crece».
El seguimiento de los pasos que da cada ejemplar maravilla al diseñador que goza contemplando «cómo sale algo de la nada, cómo crece en la tierra algo tan ligero y tan perfecto».
Atendida esa concepción no sorprende que confiese que observar el crecimiento y la floración le colocan ante algo bello, aquello «que sólo Dios sabe hacer» permitiendo que la naturaleza alimente el espíritu de Francis Montesinos.
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