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Una de las clases con los alumnos del Campus Internacional de Danza de Valencia. J. L BORT

Un día en clase con la futura élite de la danza en Valencia

Unos 127 chavales de entre 12 y 20 años se forman en el campus internacional que está instalado estos días en Valencia | Jornadas de nueve horas, con coreógrafos internacionales, lecciones de técnica de puntas y 'masterclass' con profesionales del sector caracterizan este intensivo curso para jóvenes bailarines de toda España

Noelia Camacho

Valencia

Martes, 20 de agosto 2024, 16:45

Son poco más de las nueve de la mañana y hay que calentar, prepararse para una intensa jornada llena de clases, talleres y, sobre todo, ... mucha danza. Toca volver a ponerse en forma para iniciar el curso que está a punto de comenzar. La exigencia es alta, de eso no hay duda. Grandes profesionales imparten docencia para los que, seguramente, están llamados a ser las figuras de la danza internacional. Y se están formando en la capital del Turia, en el Campus Internacional de Danza de Valencia, organizado por la Asociación de Danza y Arte del Mediterráneo (ADAM), en colaboración con la Fundación Hortensia Herrero.

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Son 127 los alumnos que, durante diez días, viven con intensidad lo que es participar en una iniciativa que busca formar a los futuros bailarines que coparán las compañías internacionales de Europa y de España. Tienen entre 12 y 20 años y su pasión es la danza. No temen someterse a jornadas de nueve horas diarias, llenas de clases y talleres, para mejorar como bailarines y como profesionales.

El campus está encabezado por profesionales como Gema Casino, Fabrice Edelmann y José Carlos Blanco. Y cuenta con profesores como Arantxa Argüelles, Juanjo Arqués, Emmanuelle Broncin, Laia Duran, Luis Gadea, María López, y Juan Polo. Es el propio Edelmann el que ejerce como maestro de ceremonias para LAS PROVINCIAS en este recorrido por lo que es un día en este paraíso para la danza. Porque la música comienza a sonar temprano. Mañana y tarde, clases y talleres, mucha exigencia y, sobre todo, muchas ganas de aprender, son la tónica general de los tres grupos en los que se divide el campus: El C1, C2 y C3. La división equivale, más o menos, a los niveles del Conservatorio: en el primero, los que equivaldrían a primero y segundo; en el C2, los de tercero y cuarto; y los que participan en el C3, los de quinto y sexto.

«El nivel es extraordinario y se ve el talento», cuenta Frabrice Edelmann, uno de los responsables del campus

«El nivel es extraordinario y se ve el talento», cuenta Edelmann mientras muestra las distintas estancias que, en el complejo La Petxina, se llena de estos jóvenes bailarines. Es por la mañana y toca asistir con toda la atención del mundo a las clases que imparten los profesores. Como es el caso de la de Juan Polo. Está con el grupo de los más mayores, algunos de ellos semiprofesionales y que están a punto de dar el salto a las compañías más punteras. En su clase, y después de pedirle al maestro que haga sonar la música, sorprende el número de chicos varones que atiende a las explicaciones. Cada vez son más los bailarines hombres y, en el caso del curso de este año, la cifra asciende a 37. En mitad de esta clase, este diario habla con Darío Erguido, bailarín de 20 años y que repite por tercera vez en el campus. «Esto es único. Lo que se vive aquí en estos diez días es increíble. Formarte con bailarines y coreógrafos tan importantes, conocer a tanta gente... La verdad es que te pone en forma de cara al próximo curso», cuenta en esos minutos que le sirven de pequeño descanso de la clase. «Es duro, pero es una oportunidad única», insiste el joven, que regresa raudo a escuchar las indicaciones del profesor.

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No es el único. En esta aula, la de los más mayores, hay más de medio centenar de curiosos bailarines. El ambiente es excelente. Se notan las ganas de empaparse de cada palabra, de cada gesto, de cada movimiento. Y siguiendo el recorrido por el campus, en el que además hay una quincena de chavales que han sido becados por la propia Fundación Hortensia Herrero, cabe pasar por la clase de los más pequeños, de esos jóvenes amantes de la danza que apenas tienen 12 o 13 años.

Los jóvenes viven intensas jornadas de formación durante estos diez días que conviven en Valencia. J. L. BORT

Los chicos trabajan desde las nueve de la mañana hasta las seis de la tarde. Paran para comer y descansar. Pero la intensidad es brutal. Comienzan calentando y toca preparación física. «Es muy importante que conozcan sus cuerpos y cómo deben cuidarse», afirma Frabrice Edelmann. Por eso, tienen hasta un fisioterapeuta para ayudar a los chicos si sienten alguna molestia. También, monitores que se encargan de cuidar, sobre todo, a los más pequeños. Muchos han llegado de distintos rincones de España. Asisten a las clases de lunes a sábado -es más, este próximo sábado hay previstas dos 'masterclass' con profesionales relevantes cuya identidad no se quiere desvelar para darles una sorpresa a los alumnos-. Viven en una residencia cercana y, además de mejorar en su formación, trazan amistades entre ellos.

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Después de las clases de preparación física, toca ponerse a trabajar. Tienen lugar las clases de danza clásica, las de técnica de varones y las de técnica de puntas. Todas ellas esenciales para la formación de los alumnos. Parada para comer y, ya por la tarde, los talleres con los profesionales. «Es una formación integral, desde lo clásico a lo contemporáneo», cuenta el responsable del campus. Así que hay tres clases: el estudio del repertorio clásico de Bournonville; después las impartidas por el artista internacional Hans van Manen; y después, la de coreógrafos de la compañía La Veronal, del valenciano Marcos Morau. De nuevo se ve cómo se pasa de la formación más clásica a la más moderna.

La «ilusión» de los alumnos

El responsable del campus relata que, como viene siendo habitual en los últimos años, hay lista de espera para acceder a este curso que «ilusiona» a los jóvenes que cada año apuestan por mejorar su manera de aprender todo lo relacionado con la danza. «Llevamos 15 años y se nota que el campus está consolidado», afirma. Hace once años, sumaron el apoyo de la Fundación Hortensia Herrero, que les ha permitido crecer y desarrollar su importante defensa de la danza en La Petxina. Para la directora de la Fundación, Alejandra Silvestre, «el Campus Internacional de Danza es una oportunidad para ayudar a jóvenes promesas del mundo de la danza a mantener la forma en estos meses de verano. Pero, sobre todo, es una gran oportunidad para seguir formándose y mejorando con profesores de primer nivel, trabajando diferentes técnicas y con clases magistrales dirigidas por estrellas mundiales de la danza». «Llevamos más de diez años apoyando este campus internacional, dirigido por Gema Casino, y los inputs que recibimos son muy buenos. Todos los años se agotan las plazas y cada vez hay más solicitudes. Además, desde la Fundación Hortensia becamos a 15 jóvenes bailarines valencianos con el objetivo de que el talento de la Comunitat Valenciana siga creciendo cada año», asegura Silvestre.

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La Fundación Hortensia Herrero ha becado a 15 jóvenes de la Comunitat y cinco de esas becas, además de la propia formación, incluye el alojamiento y manutención

El trabajo dará sus frutos en una gala que tendrá lugar el próximo viernes 30 de agosto en el auditorio de Ribarroja. «No es un espectáculo, es una forma de mostrar el trabajo de los alumnos. También, una ventana para los amantes de la danza, para que vean a los bailarines del futuro», según Edelmann. Esos jóvenes que están llamados a ser la élite internacional que, además, se forjó en Valencia.

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