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Abandonar los pinceles por la música electrónica. Sorprender a propios y extraños con una exposición de pintura, la primera, casi como un secreto que se desvela. Ir con una cámara en cada gira y no sólo para inmortalizar un recuerdo sino para editar un libro con las mejores imágenes. Hay artistas valencianos que no temen salir de su zona de confort, que cambian de disciplina creativa y generan expectación por su nueva forma de abrazar la cultura. Del baile a la pintura o del rap a los versos hay menos distancia de la que se pueda imaginar.
Si no, que se lo digan al coreógrafo valenciano Nacho Duato, quien acaba de presentar su primera exposición de cuadros. Tampoco le es ajeno a Pau Roca, guitarrista del grupo de la ComunitatLa Habitación Roja y quien también la lanzado la publicación de su primer libro de fotografías. Varios son los ejemplos de creadores valientes, que abrazan otros formatos pero no dejan de lado su pasión por el arte.
El rapero Ignacio José Fornés Olmo, más conocido como Nach -se siente alicantino aunque nació en Albacete en 1974- atiende el teléfono en medio de la promoción de 'Silencios vivos' (Planeta), el segundo de los libros donde muestra su faceta literaria. «Escribo sobre lo que sé. No hay miedo a la hora de abandonar mi zona de confort, porque he decidido dar pasos a otros lados, ver qué pasa», confiesa. Este es su segundo libro tras 'Hambriento'. Allí descubrió que «en la literatura me encuentro a mí mismo y puedo expresar mi esencia». Aún así, asegura, enrolarse en un proyecto literario le ha permitido «crecer». «He notado que me hace reflexionar sobre mis recuerdos, sobre la relación con mi entorno, con la sociedad, con lo que me rodea. No concibo un acto tan íntimo como escribir», relata. «En la música hay mucha superficialidad, sobre todo ahora que todo está relacionado con la difusión en las redes. Puede llegar a confundirte, te rodeas de un séquito que te hacen reverencias, pero en la literatura es todo más personal, más de uno mismo», concluye.
En el caso de la artista valenciana Mavi Escamilla ha hecho el paso inverso a Nach. Acaba de abrazar la música, en concreto la electrónica, de la mano de un grupo recién fundo en el que comparte escenario con otros artistas valencianos como Álex Francés, Pol Coronado y Jorge Carla. «No me apetece hacer más exposiciones, no voy a volver a pintar», afirma taxativa Escamilla. Por ello, este nuevo proyecto, que lleva el título de 'The Holy Clinic', le ha servido para seguir desarrollando su faceta creativa. «Yo lo veo como una continuación. Los cuatro hemos hecho vídeos, una revista, performance... Esto es un paso más», asevera. 'The Holy Clinic' nació de la mano de Francés, «quien sentía curiosidad por la música». Con unas bases y unas letras «que nos salían» presentaron en sociedad el grupo. Primero una sala. Después, el festival Intramurs. «Pero he dejar claro que no somos músicos ni tenemos preparación pero somos inquietos», afirma antes de coincidir con otros artistas valientes a la hora de abrazar otros géneros. «Miedo ninguno. Lo hacemos como acción artística. Somos autores plásticos que quieren llevar su arte por otros derroteros», argumenta. Su compañero de banda, Pol Coronado, rememora también la reacción de la gente cuando les comentaron el proyecto. «Se quedaban flipados. Piensa que Mavi, Álex y yo pasamos ya de los 50», dice. Se reúnen para ensayar todos los domingos. Confían en que sus letras, con aires reivindicativos, lleguen a un público ávido de nuevas propuestas.
En esta línea de experimentación, la galería madrileña Materna y Herencia sorprendía a finales del pasado mes de octubre con la inauguración de la primera exposición pictórica del bailarín y coreógrafo valenciano Nacho Duato (Valencia, 1957). El que es también director del ballet del Teatro Mihailovsky, en San Petersburgo, debuta en el mercado del arte con ocho acrílicos de gran formato, «intensos» y «manchados con el cuerpo y con el alma», afirmaba un ya 'artista' en las páginas del catálogo. «Son piezas raras, deseables, diferentes y diferenciales, obras de culto restringidas a coleccionistas y amantes del arte», dijo de unas creaciones que pintó entre Madrid, San Petersburgo, Valencia, Nueva York y Berlín. En su debut, que tituló como una de sus piezas coreográficas, 'Hevel', Duato mostró que la plástica «brota de sus manos visceral, vigorosa».
«No hay ningún mensaje claro en mi trabajo, todo es sensación y dinámica. Mis cuadros son visiones que tengo entre el ojo y el párpado, nada de mística ni de inspiración. Es algo que uno se quita de los ojos, como una legaña, porque lo necesita». También hay valentía a la hora de cambiar de registro, por ello, tampoco hay recelos en la comparación con grandes genios del arte. «Al igual que aquellos grandes predecesores en la abstracción expresionista» como Kline, De Kooning o Pollock, Nacho Duato ha pintado en un acto de liberación, automatizado e instintivo, puramente inconsciente y ajeno por completo a la razón», recogía la agencia Efe cuando se inauguró la exhibición.
Pau Roca, guitarrista de La Habitación Roja, también anda de promoción del primer libro que recopila su producción fotográfica bajo el nombre de 'B' (Handshake). Su visión de las giras, y del mundo que ha visto a lo largo de más de un cuarto de siglo sobre los escenarios se plasma en medio centenar de instantáneas sobre carreteras, interiores, paisajes y habitaciones de hotel. . «No veo una frontera entre la música y la fotografía», asegura. Y prosigue: «Era conocida mi afición por la fotografía. Incluso estudié imagen y sonido. Pero me pilló la vorágine del grupo y lo aparté. Luego, recuperé las ganas de hacer fotografías gracias al teléfono móvil. Hace cuatro años, curiosamente, me pasé a la fotografía analógica. Mi cámara tiene treinta años», relata. Tanto es así que mantiene vivo el ritual del revelado y, sobre todo, elige bien lo que quiere inmortalizar. «Lo analógico me permite no volverme loco con 2.500 imágenes y ser más reflexivo. Pongo el trípode y a veces espero para tomar la imagen que quiero», relata. «Yo voy a seguir haciendo fotos, me divierte. Es más, he hecho algunas portadas de discos, incluidas las de La Habitación Roja», afirma mientras cuenta cómo, además, también participó en una exposición colectiva.
Sin prejuicios, sin miedo a innovar. Pisando las que, a priori, podrían ser unas arenas movedizas que, sin embargo, demuestran que no hay límites en la creatividad. Salir fuera de la zona de confort trae responsabilidades para estos artistas pero también satisfacciones y nuevas experiencias en el ámbito de la cultura.
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