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La directora de cine Elena López Riera (Orihuela, 1982) compite en la quincena de realizadores del Festival de Cine de Cannes con la película 'El ... agua', su ópera prima. La realizadora, que cuenta en su trayectoria con varios cortos que la han proyectado en el ámbito cinematográfico internacional, ofrece con este trabajo una mirada a su tierra, Orihuela, que lo es también a la universalidad en el deseo de extender lo local. El relato parte de una tormenta que amenaza con volver a desbordar el río que atraviesa una localidad del sureste, acontecimiento muy vinculado a la trayectoria de Orihuela. A los hechos acompaña el relato de una vieja creencia popular que afirma que algunas mujeres están predestinadas a desaparecer con cada nueva inundación porque tienen «el agua dentro». Elena López habla con LAS PROVINCIAS de este trabajo que aúna la realidad y la fantasía para contar el relato de una joven que quiere romper con las ataduras heredadas para escribir su historia. La realizadora reivindica la importancia de lo cotidiano, que considera »esencial« y asegura que si se dedica a hacer »películas es seguramente gracias a esa literatura oral, a cómo nos han transmitido las historias, principalmente mujeres«. La película, en la que participan vecinos de la localidad alicantina, se proyecta el 20 de mayo en Cannes.
–¿Qué quiere contar con 'El Agua?
–Sobre todo, el relato de una nueva generación que intenta reescribir la historia, que hace su propio camino a pesar de lo que le han dicho que tiene que hacer. El personaje es una chica de 17 años, Ana, que tiene que lidiar con una herencia que le dejan los mayores y que a veces no es fácil de llevar, y tiene que ver con las inundaciones que se producen en Orihuela y la mitología en torno a la relación con el agua.
–¿Esa vinculación con el agua es una metáfora, de qué?
–Hay que ver la película, cada uno lo verá de una manera diferente, pero mi percepción es que la mitología sirve para explicar cosas que aparentemente no la tienen.
–¿La película es realismo mágico?
–Me da un poco de respeto utilizar esa fórmula, entre otras cosas porque ese término se aplica a una literatura de la que soy muy admiradora y hay que utilizarlo con cuidado. Es verdad que 'Agua' tiene cosas que aparentemente no se suelen ver juntas como lo realista y lo fantástico. Me da respeto utilizar esa expresión, pero sí, hay algo de fantasía y algo de realidad.
–¿El agua que en la película se mantiene que llevamos la mujeres dentro es maternidad, fuente de vida, renovación..?
–Lo bonito de la mitología, de los cuentos que nos han ayudado a crecer escuchando –en mi caso a mi madre, y a mi abuela–, las cosas que van contando las mujeres. El mito de tener el agua dentro servía para decir cosas que no se podían decir con palabras. Cuando hicimos el casting, en el que participaron dos mil mujeres, preguntábamos: ¿Tienes el agua dentro? Cada una tenía una respuesta. Era bonito porque cada una tiene una imagen de la mitología y se la apropia para decir cosas que, no te atreves o no sabes cómo decir. Muchas hablan de maternidad, otras de agobio, angustia. Al final todo refleja una intrahistoria de las mujeres que muchas veces no contaban qué les pasaba porque la sociedad no las quería escuchar.
–¿Ha hecho Elena López una película feminista?
–Las valoraciones ya no me corresponden. No es un panfleto, pero soy feminista. Me cuesta pensar cómo no poder serlo en 2022. Haber crecido con ganas de darle la vuelta a cosas que te han enseñado, hacer preguntas, cuestionar, condiciona tu mirada. Si tuviera que decir, como espectadora diría que sí. Pero la idea es que cada persona pueda ver algo diferente.
–¿Qué importancia tiene la tradición oral que ha contado las mitologías para el presente creativo, en el cine, en la literatura?
–Para mí es esencial, vengo de una familia que no se ha dedicado a la cultura, ni al cine, y si hago películas es seguramente gracias a esa literatura oral, a cómo nos han transmitido las historias, principalmente mujeres, que es con quienes estábamos los niños. Para mí hay una manera de contar y unos espacios que no se han trabajado en el cine, o al menos lo suficiente –porque todos los homenajes son pocos– que son las cocinas, los cuartos de baño, tu abuela bañándote en el patio. Son momentos que parece que no tienen importancia porque no suelen conectar con la épica de las cosas importantes, y para mí es esencial. La película es un homenaje a todo ello y por eso he recuperado el relato oral.
–¿Es un canto a las cosas pequeñas, a lo cotidiano, a lo auténtico?
–Sí, claro, algo que para mí no es pequeño. La idea es contar que no porque no sean grandes hazañas épicas, esos espacios y momentos no tienen importancia. Ha surgido de una manera natural y muy orgánica. Yo he crecido así. Cuando pienso cómo contar el mundo no puedo dejar de pensar en mi abuela. En cómo relataba su día a día en el que se mezclaban fantasmas, milagros y cosas fantásticas con qué vamos a comer hoy.
–¿Qué importancia tiene lo local? Estás en el circuito europeo, pero ¿es una manera de reivindicar lo local?
–Lo local tiene toda la importancia. Todos mis trabajos vienen del pueblo. He hecho tres cortos y un largo en Orihuela. He intentado hacer una película honesta conmigo misma, con el lugar de dónde vengo y con su gente. La mitad del equipo y los actores vienen de allí. Ese punto de vista es esencial. Luego, de repente, te encuentras con gente de Noruega y te dice a mí me ha pasado. Eso es muy bonito. Las cosas que importan, la relación con la herencia, el interés por revelarse de una nueva generación, la relación de las mujeres. Y te das cuenta de que ha sucedido en muchos lugares del mundo. No pasa sólo en mi pueblo.
–¿Hay que escuchar a las abuelas?
–Sí, mucho.
–Tenemos una sociedad que no mira muy bien la vejez.
–Sí, tenemos una sociedad bastante chunga, que no mira la vejez, ni a la gente que no tiene una cara perfecta. Y también ha sido intención en la película filmar cuerpos que no se ven habitualmente, integrar la vida como es, con sus cosas.
–¿Has querido rescatar a la mujer del olvido, del silencio?
–Sí, su capacidad para enfrentarse con cuestiones que tienen que ver con la represión sexual, y en todo tipo de actividades. Esta chica joven tienen que cargar con el peso de todo los que le han enseñado, de lo que le tocaba hacer. Y ella reescribe su historia, que es lo interesante.
–¿Trabajas en algún nuevo proyecto?
–Algo hay, pero por ahora, a disfrutar de este momento. Creo que también mira a Orihuela.
–Orihuela y poesía van juntos.
–Sí, claro.
–¿En tu película también hay poesía?
–Me da pudor hacer este tipo de valoraciones, parece que me estoy poniendo galones. Pero en la ciudad de Miguel Hernández es un poco difícil no haber crecido con la poesía por dentro, como el agua.
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