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La novelista valenciana Elísabet Benavent (Gandia, 1984) lleva diez años de éxito. Es la reina de la literatura romántica, título que acaba de revalidar con la venta de más de cuatro millones de ejemplares. La autora, que ayer presentó 'Cómo (no) escribí nuestra historia' en Valencia, habla con LAS PROVINCIAS en una conversación en la que se sincera para afirmar que «el éxito tiene muchas trampas» y que prefiere no abrazarlo porque viene y va. Aun así, sigue trabajando entregada a su sueño, que no es otro que escribir. Eso sí, ahora cuando cumple diez años de presencia editorial, anuncia un «cambio de ciclo» en lo que afecta al modo de trabajar. Da la impresión de que alcanzada la madurez literaria, ésta la ha invitado a tomarse las cosas con calma.
–¿En 'Cómo (no) escribí nuestra historia' se habla a sí misma o hay mensaje encriptado?
–Es más bien un juego de espejos con el lector. Me parece divertido partir de una premisa en la que todo podría ser real, pero es una obra de ficción. De unos años a esta parte mucha gente presupone que todo lo que escribo lo vivo. Yo debería tener una vida apasionante y estaría muy cansada. A partir de que se suponga que todo lo he vivido, planteo el juego de que todo podría ser verdad, pero en realidad es todo ficción.
–¿El deseo de matar a Valentina encierra el mensaje de que quiere acabar con la protagonista de su éxito para saltar a otro escenario?
–No. Al personaje del libro le pasan muchas cosas con su protagonista, lo primero es que tiene un miedo atroz a lanzarse a hacer cosas nuevas. Entonces su protagonista simboliza ese salto. Por otra parte, lleva ocho años compitiendo con ella, dándole todo lo que la vida le está negando a ella. Pasa en relaciones más estrechas, el roce es el cariño, pero a veces la matarías.
–¿Entonces es una confesión suya?
–No, para nada. Mi primogénita, que es Valeria, sólo me ha traído cosas buenas en la vida. Me ha abierto las puertas del mundo literario y audiovisual. No le puedo estar más agradecida.
–Llama la atención la forma que ha escogido para nombrar los capítulos tomando títulos de la literatura y su autor. ¿Qué ha querido decir con esta opción?
–Es un libro que habla de libros, una escritora hablando de otra escritora. Es una metarrealidad en la que he querido de alguna manera desmitificar la figura del escritor acercándole a mi realidad, de la que han formado parte escritores a los que admiro, que me han guiado en el camino. Además, como parte de mi trabajo es leer, me parecía que no había nada mejor para vertebrar esta historia que títulos de autores a los que admiro.
–¿El primer capítulo lleva por título 'El escritor y sus fantasmas. Ernesto Sábato', y el epílogo es 'En honor a todos los libros que quiero leer y escribir', ¿quiere conjurar esos fantasmas y anunciar algo nuevo?
–No, no, para nada. Empiezo con el título de Sábato porque la historia empieza en el momento en el que se encuentra la escritora protagonista, Elsa Benavides. Está súperperseguida y acorralada por sus fantasmas. Ella intenta apartarlos a manotazos, pero como moscas, vuelven. Al final, hay una cosa que nos pasa a los muy lectores es que muchas veces nos frustramos porque hay muy poco tiempo y muchos libros por leer. A los escritores también nos da miedo quedarnos sin historias que contar, que los relatos se nos escurran entre los dedos. Es más bien eso. Además, ese libro de Sábato es un manual para cualquier escritor.
–Elísabet Benavent es una escritora de gran éxito. ¿Cómo se vive ser superventas?
–Ha cambiado laboralmente mi vida con un giro de 180 grados, pero en lo personal sigo saliendo con mis amigos, hago lo mismo. Es verdad que la vida de escritora me ha permitido ser yo quien me organice, quien marque las rutinas. Eso para mí, que soy muy nocturna, que funciono mejor de noche que de día, viene muy bien. Pero yo me repito muchísimo que en el trabajo creativo uno sabe dónde está hoy, pero desconoce que pasará mañana. Uno tiene que ser muy consciente de que las situaciones cambian. Intento vivir sin que las cifras me condicionen.
–¿Esa es una buena manera de sobrellevar el éxito o de disfrutarlo?
–Bueno, es una manera de no disfrutarlo tanto. Siempre me estoy sujetando para tener los pies en el suelo, algo que me hace también no disfrutarlo porque estoy muy angustiada siempre. De todas formas, me parece lo más sano, la otra opción no me gusta. Abrazar el éxito es muy tramposo, puede traer algún disgusto.
–¿Su sueño era ser superventas o espera otro éxito de las letras?
–Mi sueño era escribir. Siempre que pueda vivir de lo que escriba, estaré viviendo un sueño.
–Parece que la novela romántica no acaba de encontrar su sitio en el universo de la literatura. ¿Es así?
–La novela romántica ya sea contemporánea, histórica, comedia o ciencia ficción, tiene su sitio en la literatura desde hace muchísimo tiempo y con muchos lectores fieles. El género romántico vive un momento dulce. Lo que no va a encontrar nunca es el abrazo de la crítica. Eso está claro, pero el público es soberano, decide lo que lee. No entiendo los prejuicios de género o a la gente que se cree intelectualmente superior por leer ciertos géneros. La palmadita en la espalda de la crítica no me hace falta. No la espero.
–¿A qué se debe esa posición?
–Es así desde los albores de la historia. No sé si tiene que ver con el apellido que le ponen cuando dicen un género escrito por y para mujeres. Hay apelativos que intentan hacer un gueto. En la literatura no hay género ni edad. Hay un lector acercándose a un libro. Nada debería condicionarnos.
–Las plataformas han adaptado varias de sus novelas a series. ¿Han sido las que han puesto la corona a su éxito?
–Me han abierto muchas puertas. A traducciones, a países donde no había entrado, también a consolidarme en países de Latinoamérica. Estoy muy agradecida porque todo lo que acerque el libro a los lectores es de agradecer y cualquier adaptación audiovisual lo hace.
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–¿En este momento lo audiovisual es el mejor aliado del libro?
–El mejor aliado del libro es el lector. Sería mejor que se fomentase la lectura desde pequeños, pero lo audiovisual ayuda mucho.
–Se puede llegar al libro por la película e ir al cine por haber leído la obra.
–Es una carretera de doble dirección en la que la literatura da contenido a lo audiovisual y esto alarga la vida al libro.
–¿Se ve como guionista de cine?
–Ahora no porque no tengo las herramientas. Me encantaría aprender. Llevo años intentando apuntarme a estudiar guion.
–Afirma en las primeras páginas de la novela: «Valentina, que habría tenido una vida de novela…» ¿Es vida de novela la que Elísabet habría querido tener o tiene?
–No, cualquier vida es novelable. En los últimos diez años de mi vida me han pasado cosas increíbles. He podido viajar mucho, escribo constantemente; no envidio las vidas de novela, estoy contenta con la mía. Aspiro a estar tranquila.
–¿Las vidas de novela son demasiado agitadas?
–Para mí sí. Sin conflicto no hay historia.
–Cuando pienso en vida de novela siempre imagino a una escritora. ¿No es así, pero puede serlo?
–¿Sí? Puede serlo, pero no necesariamente. Yo prefiero una vida sin sustos.
–«¿Leer demasiado es posible?» se pregunta en 'Cómo (no) escribí nuestra historia'. ¿Es posible leer demasiado?
–No, demasiado no cabe junto al verbo leer. Nunca es demasiado. Este término lleva una connotación negativa, un exceso, algo que en leer nunca lo hay.
–¿En etos momentos trabaja en otro proyecto?
–Sí, cuando entrego una novela al mismo tiempo entrego el plan para la siguiente. Intento evitar el posible bloqueo. Estoy armando el esqueleto de la siguiente. Me gustaría empezar a escribir en breve, Nos planteamos, la editorial me apoya en esta decisión, tomarlo con más calma. Quizás el próximo año tardará un poco más en salir, no será por estas fechas. Y en junio y julio se estrenan adaptaciones en Netflix.
–¿Pero sigue con la novela romántica?
–Sí, sí.
–¿'Cómo (no) escribí nuestra historia' es un poco rara, no?
–Es un juego. La labor que tenemos los escritores es ponernos las cosas un poco difíciles para ir aprendiendo. Es una novela que cierra un ciclo de diez años en lo que se refiere a una forma de trabajar que aspiro a que sea más tranquila. Quizás necesitaba sentarme a reflexionar sobre la profesión.
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Jon Garay y Gonzalo de las Heras
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