Emilio de Justo: «Sin miedo se rompería la magia»
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«Todo el dinero que gane un torero es poco», asegura el diestro, que marca el ritmo de la temporadaJOSE LUIS BENLLOCH
Sábado, 1 de mayo 2021
Emilio de Justo, joven veterano, navega con el viento de proa y marca el ritmo de la temporada: tres corridas, ochos orejas, un rabo y la crítica a favor. Lo hace bajo la mirada atenta y celosa de las figuras consolidadas poco dadas a dar bienvenidas a su reino; y con la bandera del esfuerzo y las tablas de la ley taurina. Y no piensa cejar. Eso se nota. El recuerdo marcado a sangre y fuego de una década de penurias y ostracismo, le da fuerza. Diez años después, al fin, le han dejaron sentarse en la mesa de los ricos.
-¿Cómo se vive en los cielos del toreo?
-Vivo en la tierra pero es bonito sentir que todo el trabajo de tanto tiempo ha tenido recompensa. Da ánimos para insistir.
-De pronto la gloria, fuiste la sorpresa.
-El crecimiento se trabaja. Tú puedes tener el talento, eso es necesario, pero hay que trabajarlo. El resto es cuestión de tener fe. El primero que debe creer eres tú. Trabajo y fe.
-Ser torero para trabajar tanto... me choca.
-Entiende trabajo como dedicación. No imagines nada parecido al pico y la pala. Es entrenamiento, mentalización, humildad para saber en lo que fallas y en lo que tienes que corregir. La mente debe estar activa las veinticuatro horas con el toro como protagonista, buscando.
-¿Buscando qué?
-La excelencia que nunca acabas de conseguir y te mantiene en un estado de infelicidad.
-Parece que el toreo sea infelicidad. Cuando no se triunfa lo entiendo pero cuando se está arriba cuesta...
-No, no. Para mí es la felicidad absoluta, pero cuando te pones unas metas muy altas y quieres conseguir esa excelencia vives un comedero de cabeza permanente que considero necesario para crecer. Si te conformas y estás feliz con lo que has hecho, has perdido la batalla. La mente debe estar en estado de vigilia permanente.
-Diez años en los infiernos del toreo, esperando el triunfo y una mano tendida... igual te parece una absoluta injusticia.
-No. Mi éxito actual es mío de la misma manera que lo que sucedió en aquel tiempo también. Por no haber tenido la madurez necesaria, por no haber hecho lo que debía hacer. Luego el tiempo trajo mejora. No puedo hablar de injusticia.
-¿Hubo un día D en la ascensión?
- Si acaso hubo muchos años D, muchos días y muchas horas D. Sí hubo momentos clave en los que triunfar era una obligación ineludible. O triunfaba o mi situación iba a quedar muy dañada y lo resolví.
-¿En qué notas el éxito?
-En el reconocimiento. Toreo ferias en las que antes soñaba.
-¿Qué haces con la pasta?
-¿La pasta?... tampoco es que tenga mucha. Los toreros vivimos al día, no hay otra actividad en la que tengas que invertir tanto en tu profesión, al final no es oro todo lo que reluce.
-Siempre se dijo ganas más dinero que un torero.
-Todo el dinero que gane un torero es poco. Todo el miedo que se pasa, toda la presión que cae sobre ti, toda la exigencia... estar delante del toro es tan duro que no se paga con nada. Mi sensación es que los toreros nos empeñamos en superar todos los retos y no pensamos en el dinero. O en todo caso es en lo último que pensamos y es importante, mucho.
-Pero si no hubiese dinero no habría toreros, al menos a ese nivel de exposición.
-Es ley de vida. Sin él no puedes caminar por la vida. Y si te la juegas... debe haber recompensa.
-Te habrás dado algún caprichazo.
-No muchos. Soy de poca ostentación. Tengo una casa, invierto en mi profesión, visto como me gusta, los vestidos de torear ya sabes que son caros...
-¿Qué vale un vestido?
-Cinco, seis mil euros.
-¿Cómo llevas las críticas, las lees?
-Cuando dicen cosas bonitas, reconforta, y cuando no, si son respetuosas, no tengo problemas, puede que me aflija pero dura poco. Vuelvo pronto a mi realidad.
-El éxito también tiene aristas. Han salido los carteles de Vistalegre de Madrid y en tu mejor momento resulta que no estás anunciado.
-Me hubiese gustado estar. Es una gran feria, con carteles extraordinarios. Me da pena no estar pero bueno... La temporada es larga. Mi obligación es estar preparado y lo estoy.
-¿No te gustan las guerras de los despachos?
-Bastante tengo con la de los ruedos.
-Elige una faena.
-De las últimas, la que le hice a Andorrano, el toro de Luis Algarra. Por ser la primera del año, por la repercusión que tuvo, por cómo me sentí delante de él.
-Te situaría entre los buenos estoqueadores pero este año te has dejado un montón de trofeos por culpa de la espada.
-Tengo momentos. Me estoy buscando, quiero coger eficacia, regularidad, facilidad... Cierto que entro con mucho corazón pero eso no es todo, es necesario técnica, mente fría... Encontraré la manera. Estoy seguro.
-Si se habla de toros y toreros se habla necesariamente del miedo.
-Es muy duro pero es imprescindible. Sin él nada tendría sentido, se rompería la magia del toreo. Hay momentos que llegan a hacerse tenebrosos pero si acabas superándolo te sientes importante.
-¿Tú cómo lo combates?
-No sé. A veces me lo pregunto, si estaba que me temblaban las piernas, si no me podía mover de la cama, si no podía respirar... Así que cuando lo superas te preguntas cómo lo has logrado. Es duro de cojones.
-¿Se pasa mejor solo o acompañado?
-Mejor solo, la compañía en esos momentos debe tener el tacto suficiente como para no ponerme peor a mí. Así que casi mejor solo.
-Háblame del movimiento antitaurino.
-Ha cogido mucha fuerza desde que se prohibieron los toros en Cataluña. A partir de ese momento vieron una batalla ganada y se nos tiraron a la yugular. Noto mucha agresividad, mucha maldad en sus posicionamientos. Y nosotros no hemos sabido defendernos, al contrario, hemos sido muy pasivos. Hay gente a la que no le gustan los toros pero son respetuosos y hay que aceptarlo pero esa agresividad asusta.
-Ellos que claman contra la violencia.
-Ya ves. Veo gente que roza la paranoia con su radicalismo. Se refieren a nosotros como asesinos sanguinarios. Son insultos tan duros que invierten el sentido de la crueldad. Escuchando sus amenazas puedes entender que los asesinos, los crueles son ellos. Nosotros nunca hemos deseado su muerte.
-Hablan de tortura.
-La muerte del toro forma parte de un ritual y existe de la misma forma que existe en la vida. Para que haya tortura es necesario que haya voluntad de torturar y no conozco a ningún torero que lo plantee desde esa posición.
-¿Quién nos defiende?
-Nos tendríamos que defender más y mejor.
-¿Quiénes son nuestros enemigos reales?
-A día de hoy, los políticos. El gobierno actual es el gobierno más antitaurino que he conocido. Los gobiernos que he conocido, la clase política en general, de un partido y de otro, siempre nos respetaron y reconocieron la Fiesta. Estaban orgullosos de que el toreo fuese español. Ahora echo en falta la personalidad necesaria para defender algo que es cultura nuestra. Si fuese de otro país otro gallo cantaría.
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