«En 1918, cuando la peste asoló España, el teatro Olympia estaba abierto. Superó la pandemia de hace un siglo y confío en que pueda afrontar la actual», asegura con optimismo Enrique Fayos, que gestiona junto a María Ángeles Fayos cinco salas (Olympia, Talía, TAC de Catarroja, Auditori Torrent y Auditori La Vall d'Uixó), el D'Or y la librería Lé en Madrid. El empresario valenciano habla claro. Augura un año difícil para la industria cultural, echa en falta ambición en los políticos valencianos, reclama más medidas fiscales para las empresas artísticas y se muestra crítico con la gestión del Palau de la Música.
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–¿Cómo saldremos de esta?
–Con imaginación y mucho trabajo, pero lo pasaremos mal. El sector de la cultura atraviesa un momento preocupante porque nos espera un año de turbulencias y de vacas flacas. El consumo se resentirá.
–¿Cómo ha afrontado su empresa la parálisis por el Covid-19? ¿Ha hecho un ERTE?
–Somos una de las empresas culturales con mayor peso en la Comunitat. El 12 de marzo teníamos empleados a 70 personas, cifra que se ha reducido a 15. Hemos hecho un ERTE parcial de las salas y, además, hemos tenido que resolver contratos con compañías de teatro. El empresario siempre ha de estar preparado para lo que pueda venir e incluso anticiparse, pero la crisis por el Covid-19 ha sido un golpe inesperado.
–¿Cómo están gestionando los diferentes gobiernos (local, autonómico y estatal) la crisis derivada del coronavirus?
–Esta situación ha sorprendido a todos. Me hubiera gustado más implicación de la Unión Europea, Hay mucha improvisación en todas las administraciones y Europa debería haber capitalizado la gestión. La Generalitat se está moviendo bastante bien pero la situación es muy cambiante. Todos los gobiernos lo podrían mucho mejor pero la situación es compleja. Si los políticos hubieran estado en la empresa privada, algunos habrían acabado en la calle aunque no hayan actuado de mala fe. Los que están en primera línea, como los sanitarios, han actuado de una manera ejemplar y la respuesta de la ciudadanía es para estar orgullosos.
–¿Es la peor crisis que soportará la cultura?
–La de 1982 fue muy dura para el cine y la exhibición, mientras que la de 2008 dañó gravemente el tejido cultural. Quizá la crisis del coronavirus sea más fuerte porque entraña un cambio de valores pero ha de servirnos para salir reforzados.
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–¿Teme que el público tenga miedo a volver al patio de butacas?
–Ojalá den con una vacuna contra el coronavirus en siete meses y las muertes desaparezcan, pero mientras esto no ocurra va a haber reticencias, sí. A las personas mayores les costará más salir, pero el público joven responderá. La obligación del empresario es dar tranquilidad al espectador y los teatros, cuando reabran, lo harán en las condiciones sanitarias óptimas.
–Como empresario, ¿qué echa en falta de la Administración?
–Antes que las subvenciones yo prefiero que la Administración me deje trabajar y que genere las condiciones para ello. Echo de menos la bajada del IBI a las empresas culturales y bonificaciones del IAE a cargo del Ayuntamiento. Falta esa sensibilidad por parte del Consistorio, que debería acompañar la peatonalización del centro con mejores comunicaciones de transporte público para facilitar el acceso al centro. La Generalitat, por su parte, muestra disposición a ayudar y el Ministerio de Cultura tiene buenas palabras pero habrá que esperar los resultados. Los hechos aún no se ven.
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–¿Los actuales gobernantes consideran la cultura como bien de primera necesidad?
–La cultura en España está valorada pero no al nivel de Alemania o Francia. La actividad cultural en el país tiene tipos impositivos más altos que en países con mayor capacidad adquisitiva; algo que no tiene sentido. En consumo cultural, España está en el furgón de cola de la UE.
–¿Cómo ve Valencia culturalmente hablando?
–Valencia podría ser un referente nacional con un poco de ayuda de la Administración y con más educación. Tiene todos los elementos para ser capital cultural pero no hay que ser cortoplacistas. Si Valencia quiere apostar por el turismo de calidad, las autoridades han de saber que la cultura da valor añadido al turismo de calidad.
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–El IVAM y el Bellas Artes, ¿funcionan como reclamos turísticos?
–Poseen fondos brutales para serlo. En el terreno museístico envidio cómo se ha movido Málaga, pero aquí pecamos de 'meninfotisme'.
–A su juicio, ¿cómo están funcionando las grandes instituciones culturales públicas?
–A los políticos les falta ambición para defender lo nuestro. Tenemos buenas infraestructuras, pero que no están funcionando al 100%, por ejemplo, Les Arts puede hacer más de lo que hace. Tampoco comprendo que el Palau de la Música lleve tanto tiempo cerrado. Entiendo los procedimientos administrativos, pero hay responsabilidad política en la situación del auditorio municipal y alguna dimisión se tendría que haber producido. Soy muy crítico con el Palau pero se están tirando años por la borda. Por último, en el teatro público está haciendo un importante labor de producción.
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-¿Por dónde discurrirá el futuro de las artes escénicas?
–Habrá un cambio de hábitos en el consumo cultural. Las artes escénicas, por ejemplo, tendrán que reinventarse con montajes más cortos y rápidos. Los grandes montajes hibernarán al menos dos años porque los productores frenarán sus inversiones.
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