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JOSÉ LUIS BENLLOCH
Sábado, 1 de agosto 2020
Enrique Ponce salió por la puerta grande de la plaza de Osuna en su primera actuación tras el confinamiento. Cortó una oreja de cada uno de sus oponentes por sendas faenas en las que impuso su magisterio ante dos toros que no dieron facilidades.
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Osuna en el corazón de Andalucía ha sido la plaza elegida por el maestro para arrancar la que se supone su temporada más difícil. Las restricciones sanitarias que han cerrado plazas y reducido aforos hasta convertir el toreo en una quimera económicamente imposible y el desenfreno mediático que ha desatado su vida privada, le enfrentan a un reto hasta ahora desconocido para el diestro que ha decidido afrontar, se vio en Osuna, con sus armas de siempre, diría que como si no pasase nada: ha firmado tantos contratos como tenía en los últimos años, se ha preparado como si le esperasen las principales ferias y ha puesto en escena todo su repertorio artístico.
La ciudad ducal amaneció tomada por las cámaras de televisión. Paparazzis, freenlance y periodistas cabales, también los cabales ¡qué remedio! recorrían sus calles y hoteles ojo avizor por si aparecía el torero con su nuevo amor. No apareció. O eso dicen. Se trata de la historia más actual con el argumento más clásico, el torero y el amor extraconyugal. Desde Fabrilo a nuestras días se ha repetido de manera recurrente con las principales figuras, nada que haya impedido que Ponce se adueñase de las portadas y espacios más ruidosos de las teles en este extraño ferragosto que nos está tocando vivir.
Todo ello le ha dado al maestro de Chiva un perfil publico que nadie pensábamos que le iba corresponder nunca. Nada parece que le haya perturbado en la plaza. Por encima de todos los inconvenientes sociales, sanitarios y taurinos, en la apertura de Osuna el valenciano se mostró fácil y haciendo bueno aquel adagio que asegura que se torea como se está, en este caso apasionado y feliz.
La corrida, primera que se celebraba en Andalucía tras el confinamiento, se celebró siguiendo todas las normas de seguridad sanitaria: distancia social en los tendidos, se tomaba la temperatura a los espectadores y aforo reducido. El festejo tuvo el acompañamiento de la banda municipal y del cantaor Fran Fernández. Se lidiaron dos toros de Ventura para el propio Diego Ventura que dio dos lecciones magistrales de rejoneo premiadas con tres orejas; y cuatro toros de Julio de la Puerta de escaso juego para lidia ordinaria. Ponce le aplicó oficio a su deslucido primero y se entregó en su segundo que sin ser claro tuvo más posibilidades. Por esta vez fue la mano izquierda con la que logró los momentos más redondos. Javier Conde por su parte se mostró desconfiado, muy lejos de lo que cabe exigirle a un profesional. Dadas las restricciones sanitarias, tanto Ventura como Ponce salieron por la puerta grande andando y no a hombros como marca el triunfo torero.
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