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Avenida Cortes Valencianas. Miguel Ángel Polo
Una entrada de autor para Valencia

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Obras de Ricardo Bofill, Norman Foster, Manolo Valdés y Nassio Bayarri abren la Avenida de las Cortes en el futurista enclave de moda de la ciudad

Laura Garcés

Valencia

Jueves, 2 de marzo 2023, 23:19

Avenida de las Cortes Valencianas. ¿Se sitúa? Entrada noroeste de la ciudad del Turia, un juego de esquinas nacido entre finales del siglo XX y principios del XXI cuyo nombre de hoy se llevó consigo la denominación asentada hasta entonces por el decir popular: pista de Ademuz. Una nueva Valencia llegaba y hasta quiso rebautizarse en un punto en el que el tiempo ha reunido los nombres de unos cuantos creativos que hoy visten el enclave urbano con firma de autor al que se ha sumado el arquitecto Ricardo Bofill con el edificio Ikon, construcción que recientemente ha coronado su cima. Allí confluyen la cruz de término que en 1987 esculpió el recientemente fallecido Nassio Bayarri y el Palacio de Congresos que en 1998 levantó Norman Foster. Y unos metros más abajo, una gran Dama Ibérica de azulejo azul nacida del artista valenciano Manolo Valdés se asienta sobre la rotonda que completa el mapa de urbanismo y creatividad artística en uno de los extremos de la ciudad.

Abrazado por este marco creativo vive un barrio en ebullición, una zona que ha perdido aquella ya antigua personalidad de vía de paso, de entrada y salida de vehículos, para revelarse en área 'cool' donde casi a todas las horas del día, sobre todo a partir de media tarde, es lugar para esa cerveza de después del trabajo, una cena con amigos en alguno de esos locales casi convertidos en lugar de peregrinación o las copas de una noche de fin de semana acompañada de música.

El recorrido por esta superficie urbana retrata hoy un paisaje compartido por turistas –patrios y extranjeros– que acuden en busca de sus hoteles y se sientan junto a los valencianos que se citan en las cada vez más numerosas terrazas de cafeterías, bares, restaurantes, el casino y discotecas que habitan un entorno convertido en el puerto en el que han desembarcado las franquicias más variadas para el público más diverso tras un tiempo en el que aquel parecía un barrio dormitorio al que los primeros establecimientos en llegar fueron los hoteles y centros de negocios tan vistosos como la del hotel de nombre artístico: el Sorolla.

Serán las leyes de la Sociología las que un día explicarán la indudable transformación que ha experimentado la avenida que se presentó a la capital –casi al mismo tiempo que este siglo– vestida con traje futurista pespunteado de vistosos rascacielos. Pero no sólo el ocio, también la actividad cultural, de la mano de los conciertos y otros espectáculos que programa el Palacio de Congresos, forman parte de la vida en este juego de esquinas.

Dos altas torres que ya son emblema de la generación Z valenciana abren el escenario como si se tratara de las columnas que sustentan el telón tras el que se sirve un espectáculo. Una acaba de coronar su cima, como lo ha anunciado su iluminación nocturna y contó LAS PROVINCIAS. Es la torre Ikon, el techo residencial de la ciudad. Se trata de un esbelto edificio blanco de viviendas que alcanza los 112 metros de altura concebido por el prestigioso arquitecto Ricardo Bofill –fallecido en 2022–, creativo ya ligado a esta tierra en un ensamblaje de cultura y urbanismo de primer orden desde que en los años ochenta del pasado siglo concibiera un tramo del Jardín del Turia, el que discurre junto al Palau de la Música. Bofill ya fue parte de la intervención que ofreció una nueva forma a la capital y con ello otra manera de vivir. Ahora, otro paso.

Antes que el IKON, en 2007, el estudio Hadit Arquitectos había levantado su gemela, la torre Hilton. Así que, ahora ya son pareja los rascacielos que sustentan la puerta del noroeste. Y entre ellas, el recorrido de cualquier paseante conduce a la pieza de autor que colonizó el enclave: la cruz de término de Nassio Bayarri, obra ligada a una antiquísima tradición valenciana –cosas que tiene la vida– que hoy convive con una de las más claras expresiones de la Valencia del siglo XXI. La pieza es del artista a quien el arquitecto Javier Domínguez en el libro 'El arte urbano de Nassio' define como «custodio paladín de la historia y cultura valencianas».

Y muy cerca, la obra de Norman Foster: el Palacio de Congresos. Inaugurado por los Reyes de España en 1998, fue diseñado por el arquitecto británico para atraer turismo de negocios a la ciudad. Los gestores del espacio, a través de su página digital, sacan pecho de la casa que describen como «obra arquitectónica emblemática», y recuerdan que sólo un año después de su inauguración en 1999, recibió el premio al Mejor Edificio Europeo por el Royal Institute of British Architects. Suma vida, sin duda al escenario que hoy visita LAS PROVINCIAS. Y lo hace casi desde el primer día, no en vano a la Avenida de las Cortes la voz de la calle también la llama:la zona del Palacio de Congresos.

El encuadre de firmas que envuelven este nuevo estilo de vivir a las orillas del Turia lo completa unos metros más allá de las torres, la Dama Ibérica que Manolo Valdés, Premio Nacional de Bellas Artes en 1986, levantó en 2007 con un atractivo ensamblaje de piezas de cerámica azules. Avenida de las Cortes Valencianas: un continente de autor con contenido de efervescencia social.

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