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La cantante Violeta Urmana, en un momento del ensayo

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La cantante Violeta Urmana, en un momento del ensayo Monzó

250 trajes y 300 profesionales para abrir la temporada en Les Arts

Plácido Domingo y Ramón Tebar protagonizan la ópera de Verdi 'Don Carlo' que se estrena el 9 de diciembre con las entradas agotadas

NOELIA CAMACHO

Domingo, 3 de diciembre 2017, 23:57

En los pasillos del Palau de les Arts la actividad está siendo muy frenética en los últimos días. Músicos que entran cargados de sus instrumentos, modistas dando las últimas puntadas a un espectacular vestuario, técnicos que revisan una impactante escenografía cuyo montaje es muy complicado.... Todo el personal técnico y artístico está rematando los detalles del estreno de 'Don Carlo', la ópera de Verdi que recalará el próximo sábado en el coliseo. La expectación es máxima, sobre todo porque el maestreo Plácido Domingo vuelve a revalidar su compromiso con el auditorio valenciano al ponerse en la piel del personaje de Rodrigo, el fiel consejero del príncipe Don Carlos.

El atractivo es tal que apenas quedan localidades para ver el montaje, producido por la Deutsche Oper de Berlín, y que tras su estreno estará en cartel los días 12, 15, 18 y 21 de diciembre. El éxito parece estar asegurado.

Detrás del espectáculo el trabajo está siendo casi a contrarreloj. LAS PROVINCIAS asiste a uno de los ensayos de la pieza con la que se inaugura la temporada. Se adentra en las entrañas de un título que Verdi compuso en 1867 por encargo de la Ópera de París. Escrita sobre un libreto de François-Joseph Méry y Camille Du Locle, su fuente literaria es una de las obras capitales del pensamiento prerromántico occidental: 'Dom Karlos, Infant von Spanien' (Don Carlos, infante de España), escrito por Friedrich Schiller en 1787.

Un recorrido por el 'backstage' denota que este no es un montaje al uso. No en vano, otro de sus alicientes es que el director musical es el valenciano Ramón Tebar, que, durante el ensayo, se afana en dar indicaciones a los músicos de la Orquesta de la Comunitat. Detrás de él, parte del equipo artístico, encabezado por el director de escena Marco Arturo Marelli también observa el devenir de la actuación. Marelli ha sido el artífice de una espectacular escenografía formada por una impresionante estructura gris que inunda todo el escenario. El artista suizo defiende que «los espacios escénicos que exige Giuseppe Verdi son lugares de retraimiento emocional, resignación, aislamiento y muerte. En esta versión de la ópera en cuatro actos, la obra comienza y termina en el aislado y gélido mundo del monasterio de San Jerónimo de Yuste, en el cual el padre de Felipe II, el emperador Carlos V, se ha retirado tras su abdicación». Por ello, además, ha utilizado una cruz que corona el decorado. «Es el símbolo de la imposición puesta de manera fatal a cada uno de los personajes y que obedientemente arrastran hasta el total agotamiento y la autodestrucción», describe Marelli.

Pero en las bambalinas de 'Don Carlo' no hay el glamur que se puede presuponer. Los figurinistas esperan detrás del escenario a que los responsables del equipo técnico, ataviados con sus micrófonos, les den la entrada al montaje. Mientras, el maestro Domingo ensaya su intervención de frente al escenario. Su voz impresiona a todo el equipo, que revisa con minuciosidad en los monitores que se reparten por los rincones de la sala principal de Les Arts. Algunos de los intérpretes, como la soprano Violeta Urmana pisan con fuerza el escenario para recrear las líneas de Éboli, su personaje en 'Don Carlo'. Sigue cantando durante el ensayo aunque se le caiga el trozo de tela que ha de poner sobre la cabeza de otra de las artistas del espectáculo.

El equipo de sastrería repasa la vestimenta de los artistas. Monzó

Tras el telón también se esconden los secretos de este 'Don Carlo'. La orquesta interna, que complementa a la formación titular de Les Arts, también repasa las partituras. Al otro extremo del escenario aguardan los objetos que se utilizarán durante la representación. Desde la corona del rey Felipe II hasta un montón de naranjas o un conjunto de rifles esperan a ser utilizados durante la trama. También se custodian las cruces de los frailes del Monasterio de Yuste. Todo ello etiquetado y pautado al minuto para su aparición en escena. Nada puede fallar en el estreno, por ello cada gesto y cada acción está calculada al milímetro.

Es el momento del ensayo-error. También en el departamento de sastrería y caracterización. En el día en que LAS PROVINCIAS espía entre bambalinas, el equipo encargado de maquillaje está librando. No ocurre lo mismo con las modistas y responsables del vestuario. A las puertas de su taller se pueden observar los compartimentos de metal donde han viajado las prendas desde Berlín a Valencia. Estamos hablando de más de 250 trajes, tanto para los protagonistas como para figurantes y miembros del Cor de la Generalitat. En total, más de 300 personas trabajan para poner en pie una de las óperas por excelencia del 'bel canto' y poco representada hasta la segunda mitad del siglo XX. Dagmar Niefind ha sido la encargada de diseñar todo un conjunto de vestidos en los que predomina el negro, el blanco y el rojo. Rosarios, abanicos, pendientes... todo se almacena en sus correspondientes bolsas, etiquetas con los nombres de los artistas.

Aunque muchos de estas decena de trajes se encuentran ya ubicados en los camerinos de los artistas. En el de las sopranos María José Siri y María Katzarava -ambas interpretan el papel de Elisabetta di Valois- cuelgan de los percheros ubicados en esta estancia. También el de Plácido Domingo, aunque en esta ocasión el maestro ha decidido que va a ensayar con una de las prendas puesta. A las tres de la tarde, se baja el telón. Han pasado más de cuatro horas en las que todos los profesionales, tanto técnicos como artistas, han buceado en el universo de 'Don Carlo'.

El deber y el querer

'Don Carlo' es la ópera número 25 en la producción de Verdi. En ella se narran los conflictos en la vida del príncipe Carlos (Andrea Carè) después de que su prometida, Elisabetta di Valois, se casara en lugar de con él con su padre el rey Felipe II (interpretado por Alexánder Vinogradov) para cumplir uno los acuerdos adoptados en el tratado de paz que puso fin a la guerra italiana de 1551-1559 entre las Casas de Habsburgo y Valois. Don Carlos continúa, sin embargo, enamorado de la que ahora es su madrastra y culpa a su progenitor de haberle destrozado el corazón. Todo ello en un momento en el que se vela por el alma del fallecido Carlos V. El compositor italiano configura un relato profundo sobre el amor que se erige en una reflexión sobre el deber y el querer, la pasión y la obediencia. También, un retrato entre la relación de un pueblo y su gobernante en el marco del imperio español.

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