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Antonio López: «Soy un obrero del arte. Si no pinto, ¿qué hago? Si pudiera me iría a una ONG»

Antonio López recala el próximo jueves en la Fundación Bancaja. El artista rememora sus días junto a su esposa, recientemente fallecida, en la Comunitat: «Las flores, el río y el sol de Valencia la emocionaban»

Laura Garcés

Valencia

Domingo, 20 de septiembre 2020, 18:15

El arte del genial Antonio López (Tomelloso, Ciudad Real, 1936) llega a Valencia. El próximo jueves Fundación Bancaja abrirá las puertas de una exposición retrospectiva que revisa la trayectoria del pintor con colaboración del entorno familiar del artista. Un centenar de obras acercarán al público el universo creativo de un artista cuya obra se inscribe con mayúsculas en el realismo. Trabajador infatigable, a sus 84 años sigue activo desarrollando nuevos proyectos. Con el tono amable de la humildad propia de los grandes de verdad atendió a LAS PROVINCIAS para mantener una conversación en la que desvela que su mujer, recientemente fallecida, vivió en Valencia, una ciudad que asegura que serviría para su obra.

El artista que detuvo la mirada en la Gran Vía de Madrid convirtiendo el enclave en un espacio universal habla de la importancia del arte para la vida porque entiende que «es una pieza noble que hay que proteger y alentar». En su conversación también llama a la implicación de la sociedad en la defensa del arte porque entiende que es una tarea que no se puede supeditar a que «un ministro haga o no haga».

-Este ha sido un año difícil para usted. En febrero falleció Mari, su esposa -la pintora María Moreno-, y un mes después llegó el confinamiento por el Covid-19. ¿Cómo se encuentra?

-Bien. Antes de todo esto también tenía problemas en la vida. La muerte de Mari ha supuesto algo muy especial. Y el confinamiento es muy llamativo, ha invadido el mundo. Después de esto las cosas ya no son iguales. Ahora la sociedad está obligada a ver cómo salvar al mundo. Esto es un poco un castigo de la naturaleza porque la hemos estropeado y nos ha dado un tirón de orejas.

-Dijo usted en los momentos más duros de la pandemia que la situación no nos iba a cambiar. Ahora que ya hay más perspectiva para observar los acontecimientos, ¿cree que van a cambiar las cosas?

-Creo que no. La gente que hacía las cosas bien seguirá haciéndolas bien. Y los que tienen la opción de hacer las cosas que les son provechosas estarán esperando para seguir haciéndolo.

-¿El arte es sanador. De qué nos cura?

-El arte es un enorme placer. Yo lo vivo, también como espectador. Tengo la casa llena de fotos, de libros que hablan de arte. De esa manera mi vida es mejor que si no lo tuviera. El arte está presente desde los orígenes del hombre y ello quiere decir lo importante que es para él lo genuino. La creación artística es una pieza noble del hombre como criatura de la Tierra y hay que protegerlo y alentarlo.

-¿La próxima semana se inaugurará en las salas de Fundación Bancaja en Valencia una retrospectiva que incluye un homenaje a su esposa, ¿qué obras vamos a poder ver?

-Obras de Mari, un autorretrato de mi tío y mías. De las mías la más antigua es de 1953, un cuadro de Tomelloso, Y otras de distintos años y piezas recientes. Incluso trabajos sin terminar porque me ha parecido interesante que esto se vea. Habrá cuadros de cuarto de baño, de la Gran Vía y también de las azoteas de Madrid.

-El pasado mayo encabezó una carta firmada por distintos artistas españoles contra la gestión del ministro de Cultura, José Manuel Rodríguez Uribes, en la que denunciaban en medio de la crisis sanitaria la «falta de sensibilidad y comprensión hacia nuestro trabajo y hacia lo que el arte contemporáneo significa dentro del tejido económico». ¿Ha cambiado la situación, el Gobierno del que forma parte este ministro está en deuda con el universo del arte español?

-La defensa del arte tiene que ser de toda la sociedad. No se puede esperar a que un ministro haga o no haga. Es la sociedad la que tiene la necesidad de la sintonía con el arte, que siempre se ha hecho para la sociedad. Debe haber alguien que lo apoye y esa misión es más de la sociedad, no hay que esperar a que un ministro apoye, que me parece poca cosa.

«La amenaza para el arte son las tonterías. No hay que quitar nada, sino usarlo bien»

«El arte es un enorme placer, una pieza noble del hombre que hay que proteger y alentar»

«Defender el arte es tarea de la sociedad, no se puede esperar a lo que un ministro haga o no»

-¿Si le encargo un retrato de la realidad política y social de España qué me pintará sobre el lienzo?

-Yo no voy por ahí. Pienso que la pintura puede reflejar el momento presente, como en su día hizo Goya. Pero también puede plasmar un sentimiento general que te produce la vida. Es cierto que hay una pintura más periodística, que habla sobre el momento y está muy bien, pero lo mío no va por ahí.

-¿Por qué cree que el poder político muestra tan poca sensibilidad por el arte y la cultura en general?

-No sé si prestan mucha o poca atención. Lo que sé es que lo que más desatendido está es el campo. ¿Quién habla de su gente? ¿Por qué le dan tan poca importancia? ¿Por qué se despuebla? El problema mayor está allí. El arte se da en cantidad enorme y se atiende bastante. Donde creo que el Estado tendría que poner la atención es en los centros de enseñanza del arte. Pero una vez el artista ya empieza a trabajar es una cuestión de la sociedad.

-Su trayectoria descubre que en medio del universo creativo que a mediados del siglo XX discurría por la abstracción, usted tomó el camino del realismo ¿Qué tiene la realidad que tanto le cautiva?

-En ese momento había realismo en América, en Italia, no se ha dejado de ver. El abstracto está muy bien. Un realista del siglo XX no es sólo del siglo. ¿Qué cautiva de la realidad? Se lo pregunto a usted. Si tienes hijos, si te enamoras, las ilusiones, los dolores no son sólo de uno, todos los sentimos con la misma intensidad. A todos nos cautiva lo mismo, la vida es igual para todos.

«Donde creo que el Estado tiene que apoyar al arte es en los centros de enseñanza»

«Los museos siempre están bien. Lo triste es que no los haya donde tiene que haberlos»

-Un lavabo o un frigorífico constituyen grandes obras en su carrera ¿es un reconocimiento a lo cotidiano, a lo pequeño, o qué vio en esos objetos para someterlos a su paleta?

-El Juicio Final de Miguel Ángel se apoya en un tema que no vivió, pero que estaba en la vida del hombre. El arte se ha apartado de lo mágico, pero la vida cotidiana también tiene un punto mágico. El sentimiento sobre las cosas sigue vivo en nosotros.

- Y Madrid. Y la Gran Vía. Y las azoteas de la ciudad. Siempre sin gente, ¿por qué?

-Porque la gente se mueve y yo no pinto lo que se mueve: las nubes, los coches, las personas. Yo no tengo un tipo de pintura tan rápido. Trabajo a partir de los elementos fijos.

-¿Le serviría Valencia para su obra? ¿Qué pintaría de esta ciudad?

-Claro que sí. El arte se ha dado en todas partes. Hay dos maneras de pintar una ciudad. Cuando la conoces o por la sorpresa que te produce un lugar nuevo. Velázquez cuando pinta a su mujer la conoce muy bien. Pero cuando pinta al papa Inocencio lo acaba de ver y ese retrato es impresionante. ¿Qué pintaría de Valencia? Me pasearía por la ciudad, iría de aquí para allá y vería. Mari, mi esposa vivía en Madrid, pero en los últimos años de la Guerra se trasladó a Valencia y la tenía muy mitificada. Las flores, el río, las fiestas y el sol la emocionaban. Me hablaba mucho de Valencia y cuando nos casamos, en 1961, estuvimos un mes en Alicante, en Guardamar, que entonces era pequeño. Allí pintamos la playa al amanecer, por la tarde, y también las casetas. Allí vi por primera vez pintar a Mari y me impresionó mucho lo que hacía. Allí pintamos juntos.

-¿Qué opinión le merecen los museos IVAM y el Bellas Artes de Valencia?

-Los museos siempre están bien. Claro, siempre pueden estar mejor. El Prado puede mejorar, el Louvre no creo porque está muy bien. En realidad lo más triste es que no haya museos donde tiene que haberlos.

«La sociedad está obligada a salvar el mundo. Con el coronavirus, la naturaleza nos ha dado un tirón de orejas», asegura el pintor

«Me preocupa el porvenir del hombre. Si sigue en la Tierra, el arte siempre existirá»

- Muchas pinacotecas andan de cabeza buscando atraer al público. ¿Cuál sería su fórmula para conseguir ese objetivo?

-Que haya artistas buenos, no ir a partir de lo que se lleva. Para acercar al público hace falta saber de arte tanto como para pintar. No hay que quedarse con aquello que es pertinente u oportuno.

-¿Vivimos tan deprisa que hemos olvidado prestar atención al arte?

-Nunca se ha hablado tanto de arte como se hace ahora, ni tampoco se ha ayudado más. Pero antes estaba más presente en la vida. En la actualidad es muy elitista, muy secreto. No está tan presente en la vida como lo estaba en la Antigüedad.

-¿Las nuevas tecnologías aplicadas en la creatividad plástica considera usted que pueden resultar una amenaza o una oportunidad para el futuro de la pintura?

-La amenaza para el arte es la tontería. No hay amenaza si se hacen las cosas bien. No hay que quitar nada, sino que hay que hacer las cosas bien. El arte se ha ido haciendo con lo que la gente tenía en cada momento.

-Usted ha compartido su trabajo como pintor con la docencia y la organización de talleres impartiendo formación a jóvenes artistas. ¿Qué porvenir ve para la creatividad plástica en España?

-Sí, he dado clases en Bellas Artes y dirijo talleres. Me gusta reunirme con pintores, la comunicación me interesa mucho. Pero lo que realmente me preocupa es el porvenir del hombre, no del arte. Si el hombre está en la Tierra el arte seguirá. Siempre existirá porque siempre habrá alguien para contar las cosas.

-A lo largo de su trayectoria también ha tenido una incursión en el séptimo arte con la película 'El sol del membrillo', de Víctor Erice. ¿Cómo vivió el relato de su trabajo como pintor a través de la experiencia de ponerse ante la cámara?

-Fue difícil, era una película sin guion. Pero el director, Víctor Erice, hizo un trabajo fenomenal.

-Usted con 84 años sigue en activo, se descubre como un trabajador infatigable, ¿se siente un obrero del arte?

-Sí, tengo un oficio. ¿Qué hago si no pinto? ¿Ver la televisión o leer periódicos todo el día? Si pudiera me iría a una ONG. Hay que hacer algo. Mi trabajo es un servicio a la sociedad, también un modo de vida. La gente tiene que trabajar.

-¿Qué proyectos tiene entre manos Antonio López en estos momentos?

-Muchas cosas a la vez. La vivienda, la ciudad. En los temas que trato desde el año 53. A los 17 años ya estaba en la línea de mi idea por la ciudad.

-También está empleado en la realización de una escultura a partir de una foto suya de muy niño. ¿Por qué emprende ahora esta obra?

-Es un trabajo que encierra muchas dificultades. Lo hago a partir de una foto mía de 1936, el año que nací. Como es una fotografía, sólo tengo un punto de vista y es una figura muy complicada. Es una fotografía que siempre vi en casa y hace seis o siete años me pareció interesante para una escultura. Los niños como modelo siempre me ha parecido algo emocionante. He pintado a mis hijos, a mis nietos, La infancia es un tema que me atrae mucho para mi obra.

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