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Facu Díaz y Miguel Maldonado: «La gente de izquierdas está un poco secuestrada por tener que votar al menos malo»
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El 15 de febrero estarán en La Fonteta, con un público masivo nada habitual en el mundo del humorFacu Díaz y Miguel Maldonado llevan diez años haciendo comedia política. Se dedican, sobre todo, a darle bien fuerte a las derechas, y con los años han conseguido fraguarse una comunidad de fieles seguidores que, según explican, han envejecido con ellos. Tanto es así que el 15 de febrero llevarán su espectáculo 'Diez años: El tour' a La Fonteta, un estadio con 9.000 localizaciones de aforo. Es impactante ver cómo el humor llega a cotas tan masivas, normalmente alcanzables solo por grandes estrellas.
–¿Veis que haya cambiado mucho el humor en estos diez años?
–Miguel: Más que el humor, diría que ha cambiado mucho la forma de consumirlo y acercarse a él. Y está bien que así sea. Las redes han creado una nueva forma de consumir comedia. Y bueno, ahora los humoristas llegamos a un público más masivo, aunque la gente está más crispada que hace diez años. La comedia crece, pero se estrecha un poco el margen. La tolerancia a según qué bromas ha cambiado.
–¿Con qué objetivo hacéis humor político? ¿Ser el azote de la extrema derecha, intentar hacer reflexionar a la gente…?
–F: Creo que en realidad no hay un objetivo claro. La política está muy presente en nuestra vida. No es que yo un día dijera: voy a hacer humor político. Uno hace humor con lo que tiene al alcance, y la política y la actualidad es de lo que estoy más enterado, así que es mi materia prima. Si consecuencia de ello, contraargumentamos discursos de odio e ideologías nocivas, bienvenido sea.
–M: Nunca hubo un plan a gran escala para acabar con Vox (ríe). Fue justo al revés.
–¿Habéis tenido últimamente algún encuentro incómodo con algún político al que soláis meter caña?
–M: En la época en que estaba en su auge, a Ciudadanos le dábamos muchísima caña. Un día, en el aeropuerto, me encontré a Luis Garicano, el responsable de Economía del partido, de quien habíamos hablado mil veces en el programa. Me pidió fuego sin saber quién era yo, y se lo di con extrema educación, lo recuerdo muy bien. Quedó en nada.
–F: Hay algo muy guay en la comedia, y es que un político no puede permitirse enfadarse con los humoristas que lo satirizan. No es nada popular. Eso es como una estrellita del Super Mario para nosotros. Nos permite funcionar muy bien. Es una ventaja. Nos hemos cruzado muchas veces con toda la izquierda que ha sido sujeto de nuestras bromas y, verdad o no, fingían.
–Estamos viviendo un tiempo muy difícil a nivel político. La gente de izquierdas tiende a votar con esa concepción del menos malo. Y, cada vez más, se impone el voto como un deber moral para que no llegue la extrema derecha al gobierno. Aunque no te guste la izquierda, vótala. ¿Eso no da impunidad a la izquierda?
–M: Es imposible encontrar una opción de voto que no genere un juicio entre tus semejantes. Elijas lo que elijas, verás a alguien que te mira mal. Es verdad que con todo el tema de intentar parar a la ultraderecha se hacen concesiones que si analizas no son del todo convenientes. Pero en cualquier caso, no soy nadie para decirte lo que tienes que hacer.
–F: Siempre digo que el votante de izquierdas está un poco secuestrado por la imposición de tener que votar al menos malo. A mí, eso me duele, pero al mismo tiempo es imposible no reconocer que lo de enfrente es mucho peor. A veces intento pararme a pensar que para muchísima gente, la alternativa es horrible. Intento no pensar tanto en lo que me gusta a mí, y sí en lo que beneficia a muchas personas. Pero ese secuestro de la izquierda no es la mejor forma de defender la democracia, eso es así.
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–¿Y a vosotros os da tanto miedo la extrema derecha o creéis que es efervescente?
–F: En España estamos dando una lección a otros países que siempre nos han visto más conservadores. Es curioso: países con raíces mucho más progresistas que ahora tienen un auge de la ultraderecha mucho mayor. Eran espejos en los que mirarse y ahora tienen ultraderechas imparables y nada anecdóticas. Aquí, sin menospreciarla, creo que decir que estén avanzando a pasos agigantados es creérselas demasiado.
M: Es que ningún país de nuestro entorno ha estado cuarenta años bajo un régimen de ultraderecha. Eso deja un poso social que es más difícil de quitar. Hay mucha gente que, por muy de derechas que sea, sabe que eso no es conveniente.
–Los dos habéis pasado por la escuela de Buenafuente, como tantos otros humoristas del panorama español que luego han triunfado. ¿Qué tiene Buenafuente que sabe ver tan bien el talento?
–M: Tiene un ojo increíble. Sabe fijarse en la gente indicada en el momento indicado. Su concepto de la comedia es extenso e intuitivo.
–F: Me gusta que se le haga este reconocimiento, porque muchas veces es muy sacrificado, porque no solo localiza el talento, sino que se expone a tenerlo cerca. Y eso puede ser un foco de inseguridades. Los humoristas tenemos nuestro ego, nuestras ganas de recibir aplausos..., y tener esa capacidad de ponerte a un lado con esa facilidad y esa chispa… Sabe hacer brillar al otro, lo cual me parece un esfuerzo muy hermoso.
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–No es común ver a una pareja de humoristas llenando estadios. Qué gran comunidad de seguidores tenéis, ¿no?
–Facu: Mola ver que la gente no te suelta, sino que va viviendo todas las etapas y evoluciona con nosotros. Llevamos ya tres programas juntos a nuestras espaldas, y esta gira es como una gran celebración de que seguimos juntos y rodeados de la misma comunidad.
–Decía Miguel Noguera que ha tenido que cambiar su modo de hacer humor por el progreso y que eso es algo necesario, pero que sigue habiendo mucha gente que se resiste y que, por algún motivo, sigue disfrutando con el humor machista, racista, homófobo...
–M: Creo que el humor es intrínseco a su tiempo y, por pura necesidad, va cambiando junto con la situación social. Tú estás en tu derecho de mantenerte en los códigos de humor antiguos, pero asume que haya gente a la que no le guste eso y lo diga. Y el humor realmente bueno sigue funcionando aunque se mire con otros ojos y por mucho que la sociedad evolucione.
F: Me suscribo completamente a las palabras de Miguel (ríe).
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–Sois de los pocos humoristas que pueden vivir de ello y no se comen los mocos. ¿Cuáles diríais que son las claves del éxito que habéis alcanzado?
–F: Hacer burpees y levantarme a las seis y media de la mañana (ríe). Cuidar a tu comunidad. Eso es lo más importante. Saber calcular bien las dosis entre estar presente en internet, dar un programa bueno y entretenido y hacerlo con cierta regularidad. Nosotros no ganamos mucho por los programas, pero se compensa con las giras. Y nuestra comunidad entiende que asistir a nuestros shows mantiene lo otro. Es muy importante generar ese vínculo, aunque no seas masivo. Provoca que te acerques a la posibilidad de vivir de ello.
–M: Y también tener una relación sana con lo que te dice la gente. Es fácil dejarte llevar por los elogios. Hay que mantener cierta distancia con eso. A nosotros también nos ha ayudado mucho haber sido capaces de mantener una relación laboral y de amistad sana y normal.
–F: Sí, hombre. Habla por ti. Que para mí no ha sido nada fácil. Lo que pasa es que uno ve el nivel de facturación y los problemas se esfuman.
–Muchos humoristas hablan de la faena que supone que todo el mundo te presuponga un carácter alegre, feliz y gracioso siempre. ¿Vosotros sufrís esto?
–M: La gente espera que seas siempre como ellos te escuchan cuando se ponen la radio. No todo el rato estamos de broma, pero bueno, en general la gente se porta muy bien.
–F: El único contexto que a mí me ha decepcionado un poco es el nocturno, cuando la gente va un poco pasada de vuelta. Con alcohol de por medio y de fiesta, te vuelves más irrespetuoso. Te asocian con la diversión y a lo mejor tú estás de camino al catastro (ríe).
–¿Qué le aconsejaríais a un humorista que está empezando?
–F: Buscar una identidad propia. Si todos siguiéramos lo que tiene audiencias impresionantes e imitáramos su estela, saturaríamos el mercado de cosas muy parecidas. Sé que imitar es una tentación, pero el camino está en buscar tu identidad y trabajar duro. No hay otra. La suerte también es muy clave. No creo que nosotros nos lo hayamos currado más que nadie, pero hemos tenido mucha suerte.
–M: Es importante que hagas lo que a ti te gusta. Creo que el humor solo funciona si te lo crees. Si triunfas haciendo algo que no te gusta es una putada, porque puedes acabar siendo un infeliz y un amargado, pero seguir por la inercia.
–¿Qué haríais si no fuerais humoristas?
–M: Un trabajo que yo haría de muy buena gana es montar un lavadero de coches de esos super pro. Me lo gozaría muchísimo.
–F: A mí me gusta mucho la producción. Estaría involucrado en la industria del espectáculo, de la música y del arte. Creo que lo haría bien.
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