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n. camacho/c. velasco
Viernes, 14 de mayo 2021, 18:15
Francisco Brines está desde la noche del viernes ingresado en el hospital San Francesc de Borja de Gandia. Un día después de recibir el Premio Cervantes de la mano de Sus Majestades, el poeta valenciano fue intervenido de urgencia. Según fuentes de la Fundación Francisco Brines, el autor de 'Las brasas' se encuentra «tranquilo y estable» y tras la operación en una hernia apuntan que «lo peor ha pasado». Desde la entidad que vela por sus derechos señalaron que que el autor no se encuentra en UCI. Es más, «evoluciona favorablemente» según fuentes municipales citadas por Europa Press.
Francisco Brines es uno de los grandes poetas del idioma castellano. Él es un autor de vida intensa, tejida de fuego, memoria y mirada que luego ha ido convirtiendo en una gran obra literaria. Brines es un maestro del fulgor, del tiempo y de la elegía, y a su altura sólo hay tres o cuatro poetas entre los quinientos millones largos de personas que hablamos el idioma de Jorge Manrique. Francisco Brines Bañó (Oliva, 22 de enero de 1932) estudió Derecho y Filosofía y Letras en Deusto, Valencia, Salamanca y Madrid. Su primer libro, 'Las brasas', obtiene el Premio Adonais en 1960. Autor de una obra breve y ya clásica, publica seis títulos más: 'El santo inocente', 'Palabras a la oscuridad', 'Aún no', 'Insistencias en Luzbel', 'El otoño de las rosas' y 'La última costa'. Por el conjunto de su obra gana el Premio Nacional de las Letras Españolas en 1999 y en 2010 recibe el Reina Sofía en 2010. Es académico de la Lengua desde 2001.
En diciembre de 2019 recibió la Alta Distinción de manos del president de la Generalitat, Ximo Puig, y su respuesta fue de agradecimiento. Se confesó amante de los días, de la existencia: «Me gusta mucho la vida, pero la muerte hay que aceptarla. Nosotros vivimos porque otros han muerto y tenemos que morir para que vivan otros». Ofreció con estas palabras una particular mirada al paso del tiempo como hizo al paisaje de la infancia cuando al hablar de su pueblo y de su casa, la que ayer acogió el acto, confesó que «lo importante de Oliva es la existencia», el origen. «Aquí aprendí a querer y a ser querido», añadió.
Dedicó el reconocimiento a sus progenitores, con especial detenimiento en la figura del padre de quien aseguró haber recibido una «gran» lección, trascendental para su vida: «Respetar un mundo que desconocía y en principio no tenía por qué amar». Era el universo de la literatura, de la poesía, el camino que el hijo había escogido y que aquel hombre, exportador de naranjas, hizo suyo transmitiendo a Francisco Brines con ello la importancia de «respetar a los demás en lo que ellos quieran ser y a hacer que los niños se sientan comprendidos».
«Lo que importa es la poesía y esta es un don, que más o menos tenemos los poetas, algunos en gran medida y otros que querrían ser poetas y no lo son, pueden simularlo». Y Brines tuvo palabras de agradecimiento por «tanto afecto» recibido, regalo que consideró «lo mejor que podemos dar a los demás», dijo el día que recibió la Alta Distinción.
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