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Elcocinero Jordi Cruz. RC
«Soy un bichito pequeño, pero imparable»

«Soy un bichito pequeño, pero imparable»

El cocinero Jordi Cruz confiesa que, «en mi restaurante, me enfado una vez al año, pero ese día tiemblan los cimientos»

Arantza Furundarena

Domingo, 14 de junio 2020, 00:41

De niño prodigio de los fogones a chef tres estrellas Michelin, de «supertímido» a showman televisivo... Jordi Cruz (Manresa, 1978) se pone intenso hasta cuando Cervezas San Miguel le plantea un reto divertido: competir por una ensaladilla con Susana Aragón robándose ingredientes... «No ha habido mala leche», asegura.

- Es muy competitivo. ¿Tiene mal perder?

- Cada día menos. En la derrota aprendes mucho, así que soy buen perdedor. Pero también me gusta picarme.

- ¿Abrirá el Abac el 27 de junio?

 - Lo estamos analizando. Esto ha sido terrorífico. Pero lo importante es abrir con garantías e intentar no perder a nadie por el camino.

- Ni a los becarios...

- No tenemos. Hubo un follón con eso... Y es gracioso porque somos de los que menos aprendices tienen.

- Durante el confinamiento muchos han descubierto la cocina. ¿Qué ha descubierto usted?

- El descanso. Hacía ocho años que no tenía dos días de fiesta. Este parón, dentro de la gravedad, me ha venido bien. Los primeros días mi cuerpo no entendía nada.

- Samantha le llamó torero... ¿Entra al trapo?

- Je, je... No. Dicen que los cocineros de éxito somos como los toreros de antes. Yo no haría esas comparaciones. Pero me gusta que hayamos puesto la gastronomía de moda.

- ¿No trae de serie cierta chulería?

-No, no. Entiendo que pueda dar esa imagen, pero yo soy una persona muy chiquitita, muy currante. Y que a veces por ser tan pequeñito me he autoimpuesto eso de intentar parecer algo que no soy o parecer chulo. Pero soy la antítesis de la chulería y de la tontería. Yo me compararía con un bichito pequeño pero imparable, de esos que no puedes detener.

- Se alía mucho con Samantha. ¿Le está haciendo bullying a Pepe?

- Siempre que puedo. Es mi hermano mayor, yo soy del Barça, él del Madrid... Le tengo tanto cariño que lo pasamos bien incluso tocándonos las pelotas.

- ¿Se siente cómodo en plan 'Jorge Javier', cotilleando sobre el romance entre dos aspirantes?

-Soy muy cotilla, aunque la más cotilla es Samantha. Pero siempre mantenemos el equilibrio entre el respeto a la gastronomía y el entretenimiento. Porque, si solo hubiese cocina, nos vería la mitad de gente.

- ¿Los golpes bajos forman parte de la alta cocina?

- Je, je, je... No, pero sí es cierto que en una cocina donde hay tanta proximidad entre personas a veces hay rifirrafes. La gestión de los rifirrafes también forma parte de una cocina. Y este año los concursantes nos han salido resabiadetes.

- Usted también tiene mala uva.

- No me gusta discutir. Pero sí tengo mucho carácter. Yo en mi restaurante me enfado una vez al año y ese día tiemblan los cimientos.

- ¿De todos los cuchillos que le han clavado cuál le ha dolido más?

- Los que me clava la gente que aprecio. Por ejemplo, hice un arroz en dos cocciones y me pegó todo Alicante. Eso me dolió. Uno me llegó a decir: «Cómo esto lo vea Quique Dacosta...». Y justo Quique fue el que inventó la doble cocción del arroz. Hoy en día somos muy ofendiditos, tenemos la piel muy fina.

- Anthony Bourdain en su libro 'Crudo' se pregunta: ¿En qué punto exacto empieza uno a venderse?

- Yo empecé a venderme el primer día que saqué un pato a una sala. Tenía 14 años. Era muy ilegal todo. Con 18, ya era el jefe de cocina de un restaurante que no era mío ni de mi familia.

- Ha llegado a imitar a un pollito... ¿Se comerá el showman al chef?

- No. Mi socio, que es como mi padre, me dijo: «Oye, Jordi, mientras no dejes de tener los pies en el suelo...». Y yo, que le trato de usted, le respondí: «No se preocupe, que el día que me jubile, la ropa que me quitaré será una chaquetilla de cocina».

- ¿Se arrepiente de haberse postulado como yerno de la Preysler?

- No, porque fue un juego. No pretendía seducir a Tamara ni que ella me sedujera a mí.

- ¿Qué ingrediente le pondría al problema catalán?

- Una cañita, porque creo que las cosas con diálogo y con una atmósfera cordial se solucionan.

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