Arte y museo cabalgan indisolublemente unidos. Y cuando se habla de uno o de otro, surge como reacción inmediata otra asociación de ideas: museo y ... pintura. Tal vez en ese primer golpe también pase por la mente la escultura. Pero si es así, sepa que se queda corto. ¿Y la fotografía? La instantánea lleva ya unas cuantas décadas entre los fondos de los museos y los archivos más prestigiosos. Y no es necesario viajar a gran distancia para confirmarlo. Sucede, sin ir más lejos, en Valencia, donde la generación de fotógrafos trazada por los nombres de Joaquín Collado Martínez, José Miguel de Miguel, Gabriel Cualladó y Francesc Jarque está inscrita en la historia de la ciudad, en el catálogo de fondos del IVAM y también en el de otras colecciones como la de la Diputación de Valencia. El reconocimiento llegó, pero tardó en hacerlo. Eso sí, en ellos reside la satisfacción de haber abierto las puertas a los que vinieron después. Ellos sacaron las instantáneas de los álbumes y los aparadores familiares para convertirlas en patrimonio cultural de una sociedad.
Publicidad
Ante el reciente fallecimiento –el 7 de febrero de 2025– de Joaquín Collado, el último superviviente de los que congelaron la segunda mitad del siglo XX valenciano, LAS PROVINCIAS se detiene en sus figuras.
En España y en particular en Valencia, darse a conocer costaba. Era complicado cruzar el puente que separaba la afición a disparar a un objetivo que se quería inmortalizar de la consideración de pieza digna de museo. No fue hasta las últimas décadas del siglo XX cuando estos fotógrafos empezaron a encontrarse con una realidad que colegas de otros países ya habían conquistado tiempo atrás. Ni siquiera los propios fotógrafos valencianos eran conscientes de que aquello que captaban en sus negativos, el tiempo extraería algo más que el resultado de un divertimento. «Lo suyo era arte intuitivo, no era consciente de lo que había hecho», advierte Luis Carrasco al hablar de Collado ofreciendo un punto de vista que podría conducir también al resto de la generación.
Cada uno retrató la ciudad y a su gente con personalidad propia en la mirada y con preferencias de sello propio para captar las esencias de la cale y de la vida. Pero todos lo hicieron con tal maestría que una obra que en principio sólo -si eso es poco- era documental y antropológica consiguió «trascender al arte».
Publicidad
La afirmación es de Juan Pedro Font de Mora, propietario de la librería Railowsky y experto en fotografía, quien asegura que «les hemos hecho artistas al llevarles a los museos». A estas palabras se añaden las de Luis Carrasco, gran conocedor de Collado, cuando recuerda que éste creador que disparaba de manera autodidacta dejó «fotografías de grandísima calidad». Collado, nacido en 1930, trabajó en silencio. Vinculado a la agrupación Agfoval retrataba por afición «buscando la mirada humana».
Pero llegó un día de 2014 en el que, tras exponer «en Railowsky» y ganarse algunas reseñas en la prensa, Agfoval organizó la muestra 'Un mes con Collado' que recorrió tres museos, con especial resonancia en el MuVIM. Algo había en aquel trabajo para que no quedara oculto. A Collado, que en 2015 ingresó en la Real Academia de Bellas Artes de San Carlos, la muestra le abrió las puertas de la colección del IVAM con la serie dedicada al barrio chino. Pero de sus películas y de su cuarto oscuro habían nacido «otras series icónicas», define Carrasco, como las del rastro o gitanos- Natzaret que ayudan a conocer un tiempo que ya no volverá ayudando hoy a conocer el ayer. Y hecho con arte.
Publicidad
El relato del último de la generación de retratistas nacidos entre 1916 y 1940 conduce hasta Miguel de Miguel, quien se inició con la cámara en 1958. De Miguel inmortalizó la ciudad de los «años sesenta y setenta.Hay que tener encuentra que Valencia ha sufrido un cambio bestial», apunta Font de Mora. Retrató la pobreza de los barrios. En esa gran aportación documental y el la calidad del trabajo, se encierra la grandeza de este fotógrafo a quien en 1986, cuando e criterio artístico ya había empezado a conceder valor creativo a las fotografías, la Conselleria de Cultura compró a De Miguel ciento sesenta fotografías. Una selección de cincuenta y dos se expusieron en el IVAM en 1990, dos años después de su muerte. El trabajo de quien había sabido ver en la mirada de los niños, las fiestas populares y los cuadros de la sociedad una razón para congelarlos «se resarce» con la muestra y la entrada en el museo: «Es el rescate del trabajo de un fotógrafo hábil y comprometido que supo ver situaciones y dejar testimonio de sucesos, aunque fueran mínimos y particulares», advierte en IVAM cuando habla de De Miguel.
«El caso de Francesc Jarque es distinto. Tenía muchos contactos y era más comercial», apunta Juan Pedro Font de Mora. La cámara de Jarque extrajo las fiestas y las tradiciones, entre otros valores sociales, no sólo de la ciudad, también de los pueblos. «Se movía muy bien y, además, trabajó en publicidad y diseño», advierte el librero especialista. Y Jarque también se introdujo en el universo del color. «La Biblioteca Valenciana le compró muchos negativos que conserva en su archivo», añade el especialista en fotografía.
Publicidad
Si hay un abanderado de este equipo de imagen es Gabiel Cualladó. Sin ir más lejos en estos momentos el IVAM le dedica una muestra. «Es el más conocido en el ámbito nacional», puntualiza Font de Mora antes de explicar que «el padre de Cualladó fundó una empresa de transportes en la que él trabajaba, hacía fotos en su tiempo libre. Y el trabajo le llevó a trasladarse a Madrid donde empieza a moverse en los círculos fotográficos». En la capital «se lanzó a la fama», algo que los otros tres no pudieron hacer. Con estas apreciaciones del librero de Railowsky, cuyas exposiciones auparon a los artistas de la imagen, Font de Mora hace una llamada de atención sobre una realidad que no sólo afecta a este ámbito: «No nos sabemos vender».
Suscríbete a Las Provincias al mejor precio: 3 meses por 1€
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión
Te puede interesar
Una moto de competición 'made in UC'
El Diario Montañés
Publicidad
Te puede interesar
Una moto de competición 'made in UC'
El Diario Montañés
Utilizamos “cookies” propias y de terceros para elaborar información estadística y mostrarle publicidad, contenidos y servicios personalizados a través del análisis de su navegación.
Si continúa navegando acepta su uso. ¿Permites el uso de tus datos privados de navegación en este sitio web?. Más información y cambio de configuración.