En los últimos años del siglo XIX, cuando Sorolla pintó 'Madre', todavía no se hablaba de minimalismo y, claro, seguro que ni siquiera se pensaba que un día sería el blanco el fondo que impregnaría el entorno de las vidas de hoy. Sin embargo al contemplar la pintura cuesta desentenderse del necesario salto temporal que habría que dar para salvar la distancia.
Una asociación de ideas que sólo pueden conducir a afirmar, una vez más, que el artista fue sencillamente genial. Es la esencia que se extrae de la conversación que lleva a Javier Hidalgo a salir de su estudio de arquitectura para sumergirse en la pintura del universal valenciano y señalar 'Madre' como su obra favorita: «Me parece uno de los cuadros más bellos de Sorolla», destaca el arquitecto al detener la mirada ante ese lienzo que conserva la Casa Museo del artista.
La obra en la que se enmarca este Lunes de Sorolla conmemora el nacimiento de Elena, la hija menor del pintor, el 12 de julio de 1895. Es el retrato de un momento ante el que el arquitecto se detiene para hablar de qué le transmite, pero también de cómo lo hace el artista.
Hidalgo se confiesa maravillado «por ese juego de blancos con los que Sorolla crea el ambiente de la pintura» contando con tan pocos elementos sobre la escena: «Sólo la carita sonrosada de la niña y el rostro demacrado de la madre tras el parto». Y ante tan elocuente muestra de genialidad, el experto de hoy no duda en defender que se trata de una pintura «muy moderna». Así lo cree porque en el lienzo observa algo que le sugiere una entrada en «el minimalismo». Cómo si no, con tan poco se puede decir tanto. Y todo lo cuenta en blanco, en una explosión de luz que recoge con inimitable maestría en una manifestación plástica que regala un relato «de ternura» con una luminosidad que transmite «paz y felicidad», emociones que parecen cazadas «en secreto», a hurtadillas de la madre y de la hija.
La pieza de Sorolla escogida por Javier Hidalgo desde la Casa Museo del artista se considera «un alarde técnico». Es una exhibición gloriosa del maestro de la luz, una manera de expresar que maravilla a Javier Hidalgo, quien al hablar de cómo ejecutó el artista su trabajo se detiene también en «el detalle» con el que retrata a la sonrosada pequeña y agotada Clotilde.
Cuando ya ha dicho todo sobre el significante, el experto en conservación de patrimonio arquitectónico, sigue exponiendo razones por las que prefiere esta obra que le lleva a leer entre líneas aquello que quiso decir el artista. Hidalgo observa que tendido en esas sábanas blancas descansa «un homenaje de Sorolla a Clotilde» y con ello un reconocimiento a la mujer ante un «momento tan especial», posterior a la lucha por la llegada a la vida que precede al instante retratado. El guía de este Lunes de Sorolla contempla también el reflejo de «la incertidumbre del padre».
Una vez más insiste Hidalgo ante el lienzo en el que ve retratada «la intimidad» de la familia en manifestar su admiración:«Cómo con tan pocos elementos es capaz de mostrar tanto». Allí están la madre y la hija, también la paleta impulsada por la emoción y la inquietud del padre.
Clotilde fue su musa a lo largo de su trayectoria artística. En muchas de sus obras la esposa protagoniza el lienzo. Pero no sólo. También lo fueron sus hijos. María, Joaquín y Elena pasarán a formar parte del relato pictórico del universal valenciano, quien también fue un genial retratista de la infancia. 'Madre', conmovedor.
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