JOSÉ LUIS BENLLOCH
Domingo, 3 de mayo 2020, 00:04
El toreo gira estos días, no podía ser de otra forma, en torno al maldito coronavirus y sus consecuencias, gravísimas aunque esperemos que no irreparables. La norma de los nueve metros cuadrados por aficionado dictadas por el Gobierno para abrir las plazas en la Fase III de la desescalada se valora en el sector como un bajonazo a la tauromaquia equivalente a un sibilino no querer que se abran y sitúa al toreo de nuevo en claro agravio comparativo con todos los espectáculos, incluidas las discotecas, donde las normas son más laxas pese a que se trata de un escenario más propicio a la propagación del corona.
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Otra de las noticias de la semana, con su controversia incluida, es el intento promovido por Movistar+ de dar corridas sin público para frenar la sangría de abonados que se le ha venido encima. Igualmente merecieron titulares la puesta en marcha de los trámites para devolver el dinero de las entradas y abonos de las ferias no celebradas como Castellón, Valencia y Sevilla, que debe calmar la lógica preocupación de los aficionados. Todo eso a la vez que ha vuelto la actividad de una forma frenética al campo bravo, donde los ganaderos se han lanzado a tentar las becerras cuanto antes para poder quedarse las seleccionadas y mandar las restantes al matadero para evitar los altos costos de alimentación.
En la valoración de la norma de los nueve metros los principales empresarios se han mostrado escandalizados. Simón Casas asegura que genera una insostenibilidad conceptual, artística y económica por cuanto supondría que las corridas se celebrasen prácticamente a plaza vacía cuando defiende la presencia de público como «algo intocable en la tauromaquia a nivel escenográfico y artístico que hace que una plaza sin público no sea una plaza» y va más allá: «La muerte del toro sin público pierde su condición de ritual. Lo que la legitima es el fervor popular, lo que la transforma en un sacrificio ritual es la presencia del público». Los cálculos de la empresa de Madrid, de la que forma parte Simón, demostraban que con la ley de los nueve metros cuadrados la Monumental madrileña solo podría albergar unos dos mil espectadores y en esa misma proporción en Valencia se podrían vender la mitad, unas mil localidades.
En la misma dirección se manifestaba Ramón Valencia, empresario de Sevilla, que se ha plantado con firmeza ante las normas impuestas por un Gobierno que juega a un ten con ten en el tema de la tauromaquia sin querer entrar en conflicto ni con sus socios ni con los partidarios de los toros que han dado ya claros réditos electorales a los que los han defendido como ha sido el caso de Andalucía. «A nosotros nos deben tratar –dice Ramón Valencia– exactamente igual que a cualquier otra industria cultural»; y apunta que «representantes del cine, por ejemplo, no están contentos a pesar de que les piden reducir el aforo a un tercio, así que imagina nosotros. Es un agravio», y añade que en los toros «incluso solo con un tercio podríamos permitirnos comenzar a programar ciertos espectáculos». Alberto García, que regenta más de doce plazas, calificaba la norma de surrealista y añadía: «Espero que de la misma manera que han rectificado en otras cuestiones también lo hagan en esta».
En cuanto a la celebración de festejos sin público financiados por Movistar+ para poder atender la demanda de sus abonados, los empresarios están mayoritariamente en contra y varios de los principales matadores tampoco lo consideran oportuno ni adecuado, entre ellos Morante y Juli, quienes se han manifestado abiertamente en contra. «El toreo es para celebrar y ahora no hay nada que celebrar y tampoco pasa nada si no hubiese toros este año», ha venido a decir el torero de La Puebla en ABC.
En cambio otro grupo, entre los que se encuentra Cayetano, de la mano de la Unión de Toreros que preside El Fundi, negocia un paquete de festejos, concretamente dieciséis, para las cuales se cuenta con los treinta primeros matadores del escalafón de 2019, lista que iría corriendo en la medida en que los no partidarios renunciasen. Los festejos se celebrarían a finales de junio y en caso de tener aceptación se negociarían otros paquetes para el resto de la temporada. Los toros, que deberán tener trapío de plaza de segunda categoría, se quiere que sean de las ganaderías que más lidiaron el año anterior y en cuanto a las plazas todavía están por designar aunque se apunta a cosos como Ronda o Aranjuez.
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El Fundi, principal impulsor de la iniciativa, recuerda que el pacto está muy avanzado pero todavía no se ha cerrado y defiende en Aplausos la medida con el mayor tacto para evitar conflictos.
–Yo entiendo a los no partidarios. Soy el primero que cuando comenzamos a hablar me pareció algo frío, pero para juzgarlo nos tenemos que situar en el panorama actual, que ni siquiera sabemos hasta cuándo va a durar. A mí tampoco me gustan los hospitales de campaña, naturalmente prefiero los tradicionales, pero hemos llegado a un momento en que eran imprescindibles y los acogimos como una gran obra. Pues eso mismo me ocurre con los toros. Necesitamos hacer una temporada digamos de campaña para, en lo posible, aliviar el desastre que se ha instalado en el sector. Así que si podemos hacer festejos a puerta cerrada porque a una televisión también le interesa para que no se le caigan sus clientes y evitar la desafección que se nos puede venir encima tras un año sin toros, vamos a intentar hacerlos dentro de las posibilidades que tenemos, que no son las ideales pero son las que hay.
El mundo ganadero es una de las partes del sector taurino más afectadas. La imposibilidad de reducir los costes de producción –los ganados siguen comiendo– la condición de productos perecederos –o se lidian este año o muchos de ellos no se pueden lidiar– y la limitación de la demanda –existen los festejos que existen y a partir de ahora y por un tiempo muchos menos– obliga a los ganaderos a tomar medidas drásticas de reducción. Además de destinar a los oscuros mataderos muchos de los ejemplares que habían nacido para defender sus vidas en la plaza, una vez levantada la suspensión de actividades profesionales han comenzado a invitar a toreros para que realicen los tentaderos en sesiones continuas. A diferencia de lo que era habitual hasta ahora, en que los ganaderos racionaban las becerras para atender las peticiones de los toreros –no eran habituales jornadas de más de seis becerras–, ahora tientan las camadas en sesiones maratonianas con el fin de averiguar pronto las hembras que se van a quedar como reproductoras y enviar el resto a los mataderos. En nuestra tierra lo ha hecho Daniel Ramos, el ganadero de Borriol, que ha invitado a todos los toreros de la tierra y acabó en pocas jornadas con toda la camada. Victorino ha invitado a su casa a Emilio de Justo y Curro Díaz, los ha concentrado y aseguran que hasta que no toreen todo no los deja ir. Gallardo, el de Fuente Ymbro, tienta a diario y así todos.
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