Valencia es un ciudad mejor si su empresariado se involucra en la vida cultural. Por eso, la capital del Turia aguarda un mañana esperanzador con el futuro Centro de Arte Hortensia Herrero y el museo que impulsa Juan José Castellano Comenge, ambas nacidas desde el mecenazgo privado.
Bombas Gens apostó desde el principio por una estrategia cultural exquisita o minoritaria y, cinco años después, el proyecto privado se ha tornado insostenible. El centro de Marxalenes llevaba meses enviando señales de agotamiento que pasan desde recortar el calendario de apertura a la marcha de Vicent Todolí como asesor artístico sin olvidar el anuncio del pasado julio de no continuar incrementado los fondos de la colección.
El presente inviable de Bombas Gens, tal y como se concibió en origen, arroja dos lecturas que no son excluyentes: una, el proyecto artístico desarrolló una estrategia de contenidos y de gestión de público que ha resultado fallida; y dos, los impulsores no midieron bien las dimensiones (y limitaciones) de Valencia como escenario cultural. Probablemente el desequilibro entre la oferta museística y la demanda de consumo artístico en la capital del Turia se pueda tolerar en centros públicos, que no rinden cuentas de su falta de rentabilidad, pero no sucede así en las instituciones privadas, que se rigen por su cuenta de resultados.
El desajuste entre la propuesta de Bombas Gens y la realidad valenciana era evidente y, de hecho, se trató de corregir, pero quizá se hizo tarde o mal. ¿Qué sentido tuvo acoger la exposición 'Berlanguiano', organizada por la Academia de Cine de España, cuando con anterioridad el cineasta había sido objeto de otra muestra en el MuVIM? Esta apertura programática enojó notablemente a Todolí. No fue la única
La Fundación Per Amor a l'Art no desea cerrar Bombas Gens y pide auxilio. La Generalitat ha aceptado negociar soluciones con la entidad de Soler y Lloret. Es lícito solicitar ayuda y también lo es prestarse a atender las llamadas de socorro. Sin embargo, resulta pertinente preguntarse si es conveniente o no que la Generalitat rescate ahora un proyecto de una fundación privada que, según sus impulsores, ha resultado inviable. La Conselleria de Cultura afirmó que no se trata de «salvar un proyecto privado con los recursos públicos de los valencianos». Precisamente eso es lo que la Generalitat debe explicar con absoluta transparencia: cuánto cuesta rescatar Bombas Gens y cuál es el beneficio para la sociedad valenciana. Sin conocer en detalle el último céntimo y la letra pequeña es difícil que la ciudadanía entienda por qué se auxilia a la fundación y, en cambio, no se actuó para salvar el Círculo de Bellas Artes de Valencia (1894-2019). Urge conocer con la máxima claridad las gestiones porque la resolución de la crisis de la Fundación Per Amor a l'Art puede crear un precedente al que, quién sabe, pueda recurrir otra fundación privada sin ánimo de lucro más adelante.
Se ha de despejar toda duda sobre la actuación administrativa con Bombas Gens, que no sólo se ha de ceñir a la legalidad sino también a la honestidad política. En caso contrario, surgirán las sospechas interesadas o no sobre una fundación cuya vicepresidenta ha escalado en visibilidad con Ximo Puig como presidente de la Generalitat. Susana Lloret, que acudió al inicio de campaña de la socialista Sandra Gómez como candidata a la alcaldía de Valencia el pasado 17 de septiembre en el barrio del Cabanyal, llegó en mayo de 2018 a la presidencia del Patronato de Les Arts, cargo del que se desvinculó en diciembre de 2019 tras la enfermedad de su marido. No son pocas las personas que señalan a Presidencia de la Generalitat no sólo como la intermediaria en la resolución de la situación de Bombas Gens, sino como la gran hacedora de la política cultural pública, desde la compra de la colección artística de Lladró hasta el nacimiento de CaixaForum Valencia.
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