¿Qué hacemos con el Ágora del Diseño?

El Ágora del Diseño, que desde el pasado julio ocupa la plaza del Ayuntamiento de Valencia, tiene que cambiar de domicilio. Nació con vocación de efímera. Cuando la ciudad del Turia despidiera la condición de Capital Mundial del Diseño 2022, la instalación, en cuya construcción se invirtieron 470,000 euros de las arcas públicas, ha de buscar otro emplazamiento y función. ¿Qué salida le espera? Los responsables de Valencia Capital Mundial del Diseño siempre se han postulado a favor de que se ubique en La Marina, sin mayor concreción que permita delimitar el perímetro que ocupará en la orilla del mar.

Pero no son los únicos que hablan. Hay más apuestas. Varios creativos han apuntado a LAS PROVINCIAS lugares alternativos como la plaza de la Reina, el área de la Ciudad del Artista Fallero, el viejo cauce del Turia o la Alameda. No faltan los diseñadores que como Dani Nebot no se inclinan por ningún espacio, porque asegura que desconoce «absolutamente el uso que se le puede dar». A su juicio, conocer la funcionalidad de la instalación es esencial para decidir el emplazamiento. Su argumento le lleva a apuntar que se podría preguntar a los barrios «si pueden darle utilidad». Pero, eso sí, advierte que sin perder de vista que comporta «unos gastos de mantenimiento».

La plaza de la Reina es el espacio de la ciudad donde el diseñador gráfico MacDiego llevaría el Ágora. «Esa es mi mejor opción. La plaza de la Reina ha quedado muy bien, pero necesita un elemento rompedor con el entorno, un elemento de riesgo que podría ser este». La línea rompedora que predica el creativo valenciano no le aparta de encontrar la clave del diálogo que la efímera construcción podría establecer con el histórico entorno. Y no es otra que la capacidad de «predicación cultural o civil» que concedería través de una programación de ese ámbito que hermanaría el Ágora con el significado del entorno de la Catedral en el sentido de predicación y proselitismo en busca de seguidores que puede predicarse tanto del histórico edificio como de una actividad que persigue ganar espacio en la sociedad. Recalca MacDiego que en tan emblemática plaza «se han colocado muchos elementos alrededor, pero falta algo en el centro que podría ser el Ágora».

Víctor Carrasco, de la firma Viccarbe, se aleja de La Marina. En busca del lugar que a su juicio sería idóneo acude a barrios de la capital porque considera que si se llevara a alguno de estos se conseguiría como objetivo que el diseño y el significado que ese edificio ha tenido alcance a más ciudadanos. En su viaje a través de calles y plazas se detiene para señalar un destino posible en «la Ciudad del Artista Fallero». En ello contempla la posibilidad de «reactivar y dar contenido todo el año a una zona que en cualquier ciudad ambiciosa pertenecería al obligado recorrido turístico», algo que no sucede en la ciudad del Turia. Víctor Carrasco apunta también que en el área que señala «son varios los solares sin urbanizar que la recibirían de buen grado y podría servir de semilla para potenciar charlas y demás actividades que generen ingresos turísticos recurrentes a la zona».

Marisa Gallén, directora del estudio Gallén+Ibáñez & Co y presidenta de la Asociación Valencia Capital Mundial del Diseño 2022, se decanta por La Marina, que considera un «buen destino», si bien no apunta una localización exacta en tan gran superficie junto al mar. Lo que sí tiene claro es que debe concebirse como «espacio multifuncional de carácter cultural» y para ello considera que se requiere la definición del contenido cultural que se le quiera dar.

Ibán Ramón, por su parte, es partidario también del espacio junto al Puerto de Valencia, La Marina es «un destino estupendo», apunta para añadir a continuación apostar por un uso que no fuera exclusivo para actividades vinculadas con el diseño, sino «como espacio para estar o para acoger actividades de otros colectivos». Y pone el acento en que la instalación «es un edificio público».

La diseñadora Lina Vila se traslada hacia La Alameda para encontrar un espacio que considera adecuado como nuevo destino del Ágora. No obstante puntualiza que «habría que buscar el punto exacto» en la vía que a su trazado histórico ha ido sumando prolongaciones. Esta consideración la lleva a escoger el entorno que ya se acerca a las modernas edificaciones de Santiago Calatrava. A su juicio el lugar debe responder a criterios de «fácil acceso» . Y el contenido que dote de significado al Ágora en una nueva localización debe mantenerse fiel «a iniciativas culturales para todos los públicos», como un medio útil para acercar más «el diseño a los ciudadanos que no están educados en esta materia». Lina Vila resume los motivos de su elección en una frase; «Debe ser un lugar que toque la piel del público».

A Miguel Maestro le seduce el centro histórico. Habla incluso del barrio del Carmen, pero claro se encuentra con la dificultad de encontrar un espacio lo suficientemente grande para darle cabida. Aun así, da con la solución: «El cauce del río a la altura de las Torres de Serranos». Esa es su apuesta, en el corazón de la ciudad pero en un entorno donde observa la posibilidad de conjugar la actividad deportiva y de ocio al aire libre con el contenido cultural que cree que se debe conceder al Ágora. Habla Maestro de generar un espacio «abierto» que permita que el mensaje del diseño que desde la plaza del Ayuntamiento ha llegado al «sector del diseño» se extienda también a los ciudadanos que tienen el viejo cauce del Turia como un espacio para sus hábitos.

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