Buena noticia judicial para el clan Blasco-Císcar. Su hijo, el artista conocido como Rablaci, no se sentará en el banquillo de los acusados por la promoción de la carrera artística que impulsó su madre al aprovechar todos los recursos que le ofrecía el Institut Valencià d'Art Modern (IVAM).
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La jueza ha decidido estimar el recurso de la defensa del imputado al que también se sumó la Fiscalía Anticorrupción, que mantenía que el hijo no participó en las supuestas irregularidades que se ejecutaron desde la dirección, aunque pudo beneficiarse de ellas. Pero no apreciaba suficientes indicios delictivos para continuar con el procedimiento contra el artista.
La instructora, tras analizar el contenido de los escritos ha modificado su decisión. Ahora considera que no existe una suficiente prueba de cargo contra Rablaci en la que poder sustentar una sentencia condenatoria. En palabras de la jueza existen dudas de «suficiente amplitud» para justificar el cierre de la causa.
La Generalitat Valenciana, que ejerce la acusación particular en este procedimiento, en cambio, anunció recientemente que sí veía suficientes indicios para sentar en el banquillo a este investigado. El joven, con apenas 20 años de edad, había logrado exponer su obra por medio mundo. La investigación ha permitido concluir que Císcar utilizó su influencia y los medios propios del recinto cultural -empresas transportistas, por citar un ejemplo- para favorecer los intereses particulares de su descendiente.
La defensa de Rablaci recordaba que el anónimo que reveló todas estas supuestas irregularidades no decía nada del joven. Todo iba referido a su madre. Aquella comunicación fue la que propició la apertura de esta investigación. Buena parte de las informaciones que se recogieron en ese anónimo se han ido confirmando con el avance de las pesquisas. Del mismo modo, aseguraba el letrado que de lo instruido no se puede llegar a la conclusión de que el artista participara de todas las actividades que su progenitora llevaba a cabo para impulsar su carrera y sería un «tercero de buena fe» que termina recibiendo un beneficio sin pretenderlo. Para ratificar la tesis anterior, añadía que no existen en la causa correos que prueben una relación directa entre él, el personal del IVAM y los proveedores que trabajaban en su provecho.
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Su madre, Consuelo Císcar, sí que sigue procesada por estos mismos hechos. Además, deberá hacer frente a otro juicio por el gasto de tres millones de euros en obras de Gerardo Rueda. Se pagaron como si fueran auténticas cuando eran reproducciones póstumas del artista. Se enfrenta a siete años de cárcel.
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