Hay un vínculo entre las farmacias valencianas y Hollywood de la mano de Ava Gardner. También de la española Sara Montiel. Como lo leen. Además, en Broadway algún farmacéutico de estas tierras tuvo algo que decir. De los albarelos valencianos salieron fórmulas magistrales y apasionantes ... historias que demuestran la vinculación entre boticas y cultura, una relación que acaba de cuajar en el libro '101 antiguas farmacias de Valencia' (Vinatea), obra de Salvador Raga Navarro.
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Ciencia y cultura. Arte e investigación, ¿acaso hay que separar los conceptos? ¿Es obligatorio distinguir entre unos y otros? La experiencia que recoge Raga en su libro viene a demostrar que no, que en la capital del Turia hubo agitadores culturales y hasta mecenas que a diario se acodaban sobre los mostradores de boticas. Cuenta el libro que el titular de la histórica Farmacia Murillo, Tomás Murillo Maicas, llegó a fotografiarse con Ava Gardner en París. Y aquel boticario, que en los años 50 del pasado siglo era cónsul en Panamá, tuvo la ocasión de invitar a Griffis «primer embajador de los EE UU tras la Guerra Civil». No es esa cuestión la que viene al caso, sino que este señor era propietario del «Madison Square Garden y presidente del monstruo del cine Paramount», como apunta Raga en una páginas que al llegar al nombre de Paquita Ors, a quien bautiza como 'La gran dama', ofrece otro relato que liga a las boticas con el mundo del espectáculo. El hermano de Paquita, Francisco –también farmacéutico–, «fue artífice como dramaturgo de un gran éxito teatral en los años 70 y 80, sobre todo por la obra ‘Contradanza’, alegato por los derechos de los homosexuales que llegó a tener versión en Brodway e incluso en Japón de la mano de Nuria Espert».
Sin dejar el universo de la interpretación, otra grande del cine: Sara Montiel, la primera española que pisó Hollywood, encontró en la propuesta de la crema 'Gold Skin' de los laboratorios Pikra -obra de Pascual Navarro, el producto que buscaba para proteger su piel.
El recorrido al que invita el libro conduce de nuevo a una cita con el teatro. En este caso de la mano de la farmacia Moncho cuando a principios del siglo XX aprovechando su cercanía con el recién inaugurado Teatro Olympia hizo suyo ese nombre para la botica. La popularidad no podía desaprovecharse. Ya ven, actividad artística y creativa junto a farmacias, todos de la mano para dibujar caminos de intelectualidad como el que trazó la emblemática farmacia de La Morera –en la calle de las Barcas– acogiendo «una divertida tertulia llamada ‘Gaster club’ de la que formaba parte Ramón y Cajal», apunta Raga. O la botica de Chiarri, que quedó para siempre unida a la escuela de artesanos al convertirse esta en heredera de todos sus bienes con el objetivo de fomentar la formación en Artes y Oficios.
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Historias y relatos que se desarrollaron entre las cuatro paredes de establecimientos que desde siempre han estado vinculados a la actividad social de pueblos y ciudades y en los que la mirada a la historia descubre la sensibilidad por el diseño, por el cuidado estético de los establecimientos. Revisar las páginas de ‘101 antiguas farmacias valencianas’ regala, además de una larga enumeración de remedios del universo de la farmacopea –como la magnesia efervescente, los jarabes, las cremas, los apósitos y muchos más remedios– la posibilidad de contemplar los diseños de carteles e inserciones publicitarias que sin duda corresponden a momentos muy incipientes de la publicidad.
No se puede dejar de lado otra característica de aquellos establecimientos del siglo XIX y primeros años del siglo XX que marcaron una estética inolvidable con diseños de mostradores y vitrinas irrepetibles. Cita la obra el ejemplo de la puesta modernista de la farmacia Murillo, Y qué decir de la riqueza de rótulos que al contemplar las fotografías que ilustran el libro descubren las más diversas técnicas de rotulación. Alguno, como es el caso de Vila Ochando, todavía hoy se puede disfrutar en la calle Maestro Gozalbo.
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Farmacia Cañizares, hoy café de San Jaime; la histórica Royo; el Trinaranjus del doctor Trigo, Bellver, Lizandra, Morales Chofré, Ejarque, Couchoud, Masiá, Almenar... Y hasta 101 nombres que habitaron las calles de Valencia se recogen en un libro con el que su autor recuerda, y sobre todo homenajea a una antiquísima profesión.
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