![Los discípulos de Francisco Brines](https://s2.ppllstatics.com/lasprovincias/www/multimedia/202011/17/media/cortadas/1429157692-Ryb5LKJSzhBliKgAI7O9pvO-1248x770@Las%20Provincias.jpg)
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Los que conocen a Francisco Brines no sólo destacan su calidad literaria, sino también la humana. Por ello, no es de extrañar que, al conocerse el lunes el reconocimiento, el adjetivo que quizás más acompañó a los elogios al poeta del Oliva fuera el de «maestro». Algunos de los discípulos aventajados de su poesía como Jaime Siles, Carlos Marzal, Vicente Gallego o Lola Mascarell hablan de un escritor «del que aprendes su manera de estar en el mundo». Coinciden en la importancia del galardón aunque algunos defienden que ha llegado algo tarde. El Cervantes, no obstante, reconoce al poeta «de la verdad».
«Brines es un maestro con mayúsculas, alguien que te enseña un camino literario del que aprender su manera de estar en el mundo. Pero por encima de todo, es una persona que privilegia y ama la amistad, ve la poesía a través de la amistad y a la inversa», destaca Marzal, para quien el literato de Oliva es un ejemplo de «servicio a la poesía sin alharacas, sin gesticulaciones, sin declaraciones». «Estando a la sombra, a disposición de la literatura», asegura. «Brines es todo lo que yo le pido a un poeta: precisión verbal, sorpresa, pensamiento reflexivo y metafísica. Es un poeta que busca», afirma.
«En lo personal, he aprendido la apertura hacia la otredad, el conocimiento y reconocimiento de lo otro. Siempre ha mantenido una posición dialogante, con todo el mundo que se ha acercado a él. En lo literario, me ha enseñado el rigor, la autoexigencia y también la brevedad. Ha publicado siempre lo necesario. Pero hay otra lección moral que se desprende del poeta: que no hay tener prisa», defiende. «Nos ha enseñado que el poeta no sólo es autor de sus poemas sino que en ellos debe estar su propia personalidad, su visión del mundo», concluye.
«Es un poeta de verdad, que ha dado su vida a la poesía y que no ha tenido deslices, porque se ha dedicado en cuerpo y alma a ella. Ha sido un maestro que nos ha acogido a muchos autores que estábamos aprendiendo. Le gusta rodearse de gente joven, se acuerda de cuando él empezaba», describe Mascarell. «Conectamos en esa sensibilidad mediterránea que consiste en esa gran conciencia y certeza de que se va a perder, en ese amor por el instante presente», afirma. «Me ha puesto en el camino de la poesía. Es una suerte haberlo conocido», concluye.
«Ha sido un maestro de vida pero también de poesía. Me ha hecho ver que hay que respetar la poesía incluso por encima del poeta. Cuando el poeta es transparente encuentra el lugar donde expresar su autenticidad. A Brines le preocupa la poesía, lo que contiene. Siempre ha vivido con desapego a la creación. Ha intentado escribir sin sentirse forzado. Se ha rendido cuando la poesía se ha hecho presente», manifiesta Gallego. «No le conozco enemigos, y eso es difícil siendo poeta y viviendo en España. Es de una generosidad extrema», asegura.
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