José Luis Benlloch
Miércoles, 15 de mayo 2024, 01:06
La semana isidril arrancaba este martes en Las Ventas en clave valenciana. Dos nuevos valores de la tierra se presentaban en la capital, Nek y Navalón. No se recordaba coincidencia tan ilusionante. No encontraron cortesías ni consideraciones ni ventajas. Tampoco había que esperarlas, cada cual ... es cada cual y Madrid es así. Al reto respondieron los toreros como cabe exigirles, con corazón y entrega. Más estilista Nek, más sólido Navalón. Diría que atacaron los toreros y atacó el público, exigente en modo Madrid, en realidad si alguien no atacó con franqueza fueron los novillos de Montealto, en realidad toros, faltos de clase y entrega. Todo ello convirtió la presentación de los dos valencianos en dos exámenes de lo más rigurosos que pasaron con buena nota. No hubo apoteosis, pero si solvencia y solidez a la espera de nuevos enfrentamientos. Julio sería una buena fecha.
Publicidad
En lo que se puede considerar el arranque de una hermosa competencia cabe decir que no hubo vencedores ni vencidos, pero sí los argumentos para creer en el futuro. Si los triunfos son orejas el que más cerca estuvo de cortar una fue Navalón, en realidad se la debieron conceder atendiendo al reglamento. Hubo petición, pero también resistencia del tendido del siete que no había entrado a matar y ya habían tomado posiciones contra cualquier recompensa. Así que casi mejor que no hubiese oreja y pudiese dar una justa y merecida vuelta al ruedo, al fin y a la postre fue la única de la tarde que le distingue del resto.
Navalón recibió a su primero con poderosos lances. Un lance un paso adelante, así hasta los medios que en Madrid parecen estar en la otra parte del mundo. Los remató con media a pies juntos ajustada hasta lo imposible. Hubo quite por chicuelinas y de nuevo el broche de una sabrosa media, está de compás abierto, echándose el toro al costado. El hielo de la presentación estaba roto, más que roto derretido, el debutante exhibía seguridad y solvencia. El arranque de rodillas en las afueras tuvo vibración y acabó ganándose la atención del auditorio. La faena siguió colgada del gancho de la suficiencia técnica y la disposición novilleril, que si bien pueden parecer conceptos contradictorios en este Navalón viven de la mano. Todo ello se lo hizo a un novillo con más movilidad que clase. Y si le faltaba raza al toro la puso el de Ayora en un epílogo a sangre y fuego. Las expectativas de trofeos se rebajaron con la colocación del acero. No fueron justos, ni quisieron valorar que se trataba de un novel. El siete lo juzgó como si fuese figura y millonario. La petición la frenaron los del tendido 7 que le afearon hasta la vuelta al ruedo. Es la cara injusta de Madrid.
En su segundo exhibió los mismos conceptos. Se fue a puerta gayola y atacó y volvió a atacar. Desengañó con quietud y mucha verdad al toro que nunca se entregó. Estuvo por encima del toro. Tiene cuajo, no es un exquisito, es un mandón y tiene estructura de torero de feria.
Publicidad
Los lances de recibo rodilla en tierra de Nek a su primero fueron una ilusionante tarjeta de presentación del torero de Algemesí. Tuvieron perfume de torero bueno y personalidad, que es cualidad que siempre cotiza. Fue una especie de saludo de lo más torero un aquí estoy, vengo de Valencia. Fácil y generoso en la lidia, Nek puso al novillo de largo al caballo que para entonces había emitido buenas señales y descubrió que no era para tanto. En el arranque de faena volvió a aflorar su distinguido concepto. Rodilla en tierra, poderoso, elegante y oportuno. Hizo lo que había que hacer. No tanto el novillo que para entonces comenzó a venirse abajo. La virtud principal del torero fue la de esperarlo, con lo que cuesta esperar a que los toros decidan el camino a seguir en cada muletazo. Lo hizo a pesar del viento que molestaba como solo molesta en Madrid. Al final hubo más méritos que recompensa.
A su segundo, un toro armado, astifino y desclasado, su toreo de capa de rodillas fue otra declaración de intenciones que tuvieron continuidad con otro arranque de faena tremendo, especie de ruleta rusa en el que se pasó el toro por delante y por detrás en pases cambiados con los terrenos a la contra que se convirtieron en una balacera de la que milagrosamente salió indemne. Y de ahí no se apeó, se quedó en el sitio, firme, entregado, más sólido que florido. Labor sorda, especie de pulso con el toro de Montealto, feo y desclasado, y con el toro el del viento. Un ejercicio de sinceridad. Estoconazo. En los mejores tiempos del toreo estocadas así dan cartel en los cenáculos de los aficionados, ahora no está claro.
Publicidad
Bastos, abrió plaza un novillo desabrido, más malo que bueno, mostró buenas maneras. En su segundo más de lo mismo. Mejor el torero que el toro, buen corte, buen planteamiento.
Empieza febrero de la mejor forma y suscríbete por menos de 5€
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión
Te puede interesar
Publicidad
Utilizamos “cookies” propias y de terceros para elaborar información estadística y mostrarle publicidad, contenidos y servicios personalizados a través del análisis de su navegación.
Si continúa navegando acepta su uso. ¿Permites el uso de tus datos privados de navegación en este sitio web?. Más información y cambio de configuración.