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El escritor un José Millás Juan Naharro
«Los imbéciles han ganado la batalla»

Juan José Millás

Escritor
«Los imbéciles han ganado la batalla»

«Nuestro yo no es nuestro, nos piensan los demás», dice el autor de 'Ese imbécil va a escribir una novela' a quien se «la pela» la posteridad

Domingo, 11 de mayo 2025, 00:22

«Yo soy otro», dijo Rimbaud. Juan José Millás (Valencia, 1946) afirma que nuestro yo no es nuestro, y que nunca sabremos cuántos yoes tenemos. Lo repite en 'Este imbécil va a escribir una novela (Alfaguara). Un Millás en estado puro reflexiona sobre el oficio de escribir y de vivir. Es autor, narrador, protagonista y contrapersonaje. Paradójico e inquietante como siempre, narra el desafío de un tal Millás ante su último reportaje.

–Escasean las oportunidades de entrevistar a un actor multicéfalo ¿Cuántos Millás hay en Millás?

–Muchos. Uno de los misterios de la biología es que cambiando tanto a lo largo de la vida cambiemos tan poco. Todas nuestras células son nuevas y se supone que el yo permanece. ¿Cómo es posible que no teniendo nada que ver con el niño de siete años que fui, lo recuerde como algo propio? No dejo de preguntarme quién era ese niño, ese yo. Y es un misterio.

–De todos los Millás que pululan por ahí ¿a quién ve ante el espejo?

–Al actual. Al más dueño de su yo y sus actuaciones. Los otros fueron más producto de sus circunstancias, con poca capacidad de actuación. A estas alturas de la vida comprendes que todo es producto del azar. Vivimos con la ilusión de que funciona la planificación. Y no es así.

Juan José Millás. Juan Naharro

–¿El azar nos gobierna?

–Absolutamente. Pienso en los trillones de cosas que debieron coincidir para que conocer a la madre de tus hijos. Las cosas más importantes son las más azarosas. Visto con sinceridad, somos un barco a la deriva. Y eso que ahora me siento un yo construido por mí más que antes.

–Pero dice que su yo no es su yo ¿Su estado natural es la confusión?

–Sí. Siento haber estado en manos de un yo con el que no estaba de acuerdo. Un yo equivocado ha sido mi dueño.

–«Siempre fui pensado por unos o por otros», asegura.

–Está muy claro que son los demás quienes nos piensan. Que más que hablar, somos hablados. El ejercicio de pensar por uno mismo es agotador. Pero es el trabajo del escritor: romper los circuitos establecidos por los que discurre el lenguaje. No ser escritos ni hablados, sino escribir y hablar.

–'Yo soy otro', dijo Rimbaud en 1873. Millás asegura ahora que nuestro yo no es nuestro.

–Así es. En gran medida es producto de la programación lingüística. Tu yo no es tuyo. Es una certeza.

–Se presenta como un imbécil que escribe novelas y habla del gilipollas de Millás al que hay que hacer caso. ¿Es un imbécil que escribe novelas?, dicho sea con respeto.

–Planteo una lucha de clases que no tiene que ver con lo económico entre la alta inteligencia ensayística y la proletaria clase novelística. Lo viví cuando empezaba y estaba de moda experimentalismo. Juan Benet, o alguien de su cuerda, decía que leer novelas a partir de los 40 años era de inmaduros. Aquí emerge esta lucha entre quienes dicen que las novelas de argumento son basura, quienes metaforizan la inteligencia, y los otros ¿Quién dirige el mundo? ¿Quienes son los inteligentes y los imbéciles? ¿Los novelistas somos una categoría inferior?

–¿Pues parece que los imbéciles dirigen hoy el mundo?

–Me temo que sí. Que los imbéciles han ganado la batalla.

Portada del libro. Alfaguara.
Imagen - Portada del libro.

–«La vida es sueño». ¿Calderón ya lo dijo todo?

–Se puede desarrollar. Sorprende que califiquemos el sueño de irreal, como si no formara parte de la realidad, como la ficción, que es parte y conforma la realidad. Somos hijos del cuento. Nada se hará real si antes no ha pasado por la cabeza de alguien.

¿La angustia es uno de los grandes motores de su escritura?

–Llamémoslo conflicto. Se escribe desde ahí. Sin conflicto no hay literatura. Sin él podrás escribir el Código Penal, pero no 'Madame Bovary'. Desde el bienestar ni se escribe ni se es.

–'La vida es rara'. Podría ser el resumen de su o su epitafio ¿Lo compra?

–La vida es, en efecto, muy rara. Pero como epitafio he elegido otro: 'Eso fue todo'. Si no sufres cierto extrañamiento ante la vida, insisto, no puedes escribir. Escribo para curarme del extrañamiento que sufro desde niño.

–De la vida le inquietan muchas cosas ¿Y de la muerte?

–Cada vez menos. Empieza a tener incluso cierta atractivo. Es como la anestesia quirúrgica. Desapareces. La vuelta de la sedación me fascina. Literalmente dejas de estar. ¡Qué maravilla!. Estar es agotador.

Juan José Millás. Juan Naharro

–En la novela dice que Dios tira cada día de la cadena para liberar al mundo de inmundicia, pero a pesar de eso ¿El mundo sigue siendo una mierda?

–No seamos tan derrotistas. Pero, en verdad, todo es muy mejorable. Vivimos épocas de mayor esplendor desde la Transición hasta la crisis de 2008, en especial en el periodismo.

–Al Millás de la novela le encargan, sin tema, el reportaje de su vida ¿Cuánto le deben la literatura y el periodismo al encargo?

–El periodismo casi todo. Las novelas no suelen ser de encargo. Por eso escribirlas es una tarea de héroes. Te levantas y te pones a picar. Te disgusta lo que escribiste ayer y debes reescribirlo. Se buscan excusas acojonantes para no hacerlo: me duele la cabeza; tengo que ir a Hacienda; no hay nada en la nevera... Novelar es una tarea de disciplina durante dos tres o cuatro años. Escribir es cavar. Te deja más agotado que abrir una zanja. Y encima la novela se te puede pudrir.

–¿Se le han podrido muchas?

–Por suerte ninguna, pero conozco muchos casos. La mayoría de las novelas no devuelven ni el 10% del esfuerzo que se le ha dedicado.

–A estas alturas sabrá por qué se escriben y para qué sirve la novela.

–Sigue siendo un misterio. Pero diría que sirve para calmar los nervios.

–¿Cuánto ha gastado en psicoanalistas?

–Una fortuna.

–¿Ha merecido la pena?

–Sí. Ha sido una de las cosas más sensatas que he hecho en la vida. Y eso que, en el fondo, acabas hablando para ti mismo.

–Con un estilo propio se acuña un adjetivo ¿Le gustaría ver en el diccionario millasiano, millanesco o millástico, como, lorquiano o goyesco?

–Si seguimos las pautas mi adjetivo sería millasiano. Pero me da lo mismo. La posteridad me la pela. Sería interesante averiguar en qué momento desapareció la posteridad, que es una cosa como de finales del XIX y principios del XX.

Juan José Millás. Juan Naharro.

–¿Su literatura tiene más de Kafka o de Houdini?

–La mezcla no me parece mal. Me agrada ser un híbrido entre Houdini y Kafka. Cada uno tiene mucho del otro.

–¿Cuántas novelas y reportajes le quedan a este Millás que veo?

–Según el cálculo biológico de Juan Luis Arsuaga me queda vida para dos o tres. Y para un reportaje definitivo que me satisficiera y en el que fracasa el Millás de la novela.

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