El dibujante Javier Mariscal (Valencia, 1950) se encuentra con LAS PROVINCIAS en una visita a su ciudad natal. En la conversación, revisa su trabajo con parada en el 30 aniversario de aquella mascota olímpica llamada Cobi. Y habla de la capital del Turia para ... destacar su generosidad en arquitectura. En este campo se detiene en la figura de Santiago Calatrava, de quien destaca su ingenio y talento, al mismo tiempo que considera que la Ciudad de las Artes fue el «primer enemigo» del también ingeniero valenciano.
Publicidad
-¿A Javier Mariscal cómo se le presenta: dibujante, artista, pintor, diseñador..?
-Dibujante, es la base. Me cuesta mucho reflexionar sobre mi vida y ya no voy al psiquiatra. Siempre me hacéis preguntas que pienso, esto es de psiquiatra porque no sé reflexionar y me obligáis a hacerlo. Desde muy pequeño he soñado con coger las estanterías donde pone arquitectura, dibujo, diseño gráfico, arte con mayúsculas, arte con minúsculas y mezclarlo todo. El único grupo de profesionales que nunca me han insultado son los dibujantes. Un dibujante muchas veces me dice me encantan tus dibujos, en cambio un diseñador de muebles te dice pinta cuadros, que me gustan mucho tus cuadros, pero no hagas muebles. Además, la base es el dibujo. Nunca he pasado por una academia, por una instrucción como arquitectura donde te ordenan la cabeza y te ofrecen una metodología que te sirve luego. No estoy en contra de las academias.
-¿Con el tiempo no ha ordenado las ideas, la capacidad de reflexionar?
-Tampoco tengo necesidad. Creo que en el trabajo que yo hago funciona muy bien el caos. Para innovar te tienes que equivocar, te tienes que tirar a un precipicio, y arriesgar. Siempre tienes que estirar el lenguaje, buscar nuevas maneras de expresar: Si hasta ahora lo hemos visto con la ventana abierta porque no lo hacemos con la ventana cerrada. El caos funciona muy bien.
-¿Ese estirar el lenguaje del que habla era más fácil cuando empezó que hoy, cuando parece que lo que prima es lo políticamente correcto?
-Da igual que prime lo políticamente correcto. Cualquier persona que se dedica a la comunicación visual -desde fotógrafos a cineastas, pintores y sobre todo gráficos o ilustradores- nuestro deber es estirar el lenguaje. La sociedad evoluciona continuamente en el ámbito ético o filosófico. En 1969 escuché por primera vez en Ibiza a un hippy que me explicó qué era la ecología y me quedé: ¿eco, qué? Ves un ejemplar de LAS PROVINCIAS de 1956 o el de mañana y el lenguaje, los titulares, todo ha cambiado radicalmente. Es normal, es nuestro trabajo evolucionar con el lenguaje. Somos una especie muy social que a través del lenguaje simbólico nos comunicamos y necesitamos esa comunicación.
Publicidad
-Desde aquella silla Dúplex suya hasta hoy, ¿cómo ha cambiado Valencia culturalmente?
-No soy un tertuliano, no puedo opinar de todo. No tengo herramientas ni capacidad para responder de una manera digna a esta pregunta. Desde fuera se ve mucho más grande y que la huerta ya no existe porque han hecho miles de autopistas por todas partes, cosa que es normal porque cada vez somos más y ocupamos más territorio. Sigue siendo una ciudad muy abierta. Es esplendorosa y muy generosa en arquitectura. En Valencia habría que dar muchos besos a la gente de Parques y Jardines. Es impresionante. Vale, hace mucho la «terra» y el clima, pero me llama la atención que hay mucho verde y bien cuidado. Los jardines de la Alameda son una maravilla, el cauce del Turia es algo que yo no me lo creía.
-Ahora se cumplen 35 años del jardín del Turia.
-Para el cauce recuerdo que se publicaban proyectos de una autopista.
-LAS PROVINCIAS desarrolló una campaña para evitar que fuera así.
-Es un ejemplo buenísimo, espectacular. Y qué bien. Las plantas son muy agradecidas. Son nuestras primas, venimos de una abuela común, la abuela eucariota. Ellas son muy inteligentes, fueron las primeras que pillaron que la energía de este planeta viene del sol y viven del sol y al sol.
Publicidad
-Este año que Valencia es Capìtal Mundial del Diseño. ¿Cómo ve la ciudad en este sentido?
-Ni idea. Diría banalidades y prefiero no hacerlo. He estado tres años, como si fuera un borrico, centrado en un proyecto. Gracias a Dios, siempre hago algún proyectito más. Pero nos liamos con Fernando Trueba para hacer una nueva película de animación sobre un documental que él quería hacer con actores y vimos que era mejor con animación. La obra es 'They Shot The Piano Player' y estamos acabando. Es un proyecto muy difícil de financiar y lo hacemos un pequeñísimo equipo, como si estuviéramos haciendo pequeñas cosas, artesanal. El guion es de Fernando y yo pongo las imágenes. Además, el covid me ha dejado bastante aislado. En septiembre acaba este proyecto y creo que podré oxigenarme.
-Cobi cumple treinta años. ¿Qué ha supuesto para usted el personaje que fue mascota de los Juegos Olímpicos de Barcelona, y qué ha sido de él?
-Bufff. Supuso un aprendizaje bestial y una gran responsabilidad que era ponerle la comunicación informal, graciosa, simpática, a los Juegos Olímpicos. Fue un momento muy positivo para Barcelona, donde la gran mayoría apostó por unirse y cooperar para lograr unos Juegos Olímpicos exitosos, y como Cobi representa ese momento, la gran mayoría -siempre hay gente que no gracias a Dios- le tienen cariño. Queda en el recuerdo.
Publicidad
-¿Para su trayectoria qué significó?
-Un aprendizaje, saber gestionar comunicaciones, y la posibilidad de desarrrollar un personaje que no concebí como mascota congelada, sino como personaje que tenía diferentes expresiones y sentimientos. Oficialmente es la primera mascota que está triste y deprimida, porque no tiene que estar siempre contenta.
-¿Fue un primer paso para abrirse al mundo?
-Yo ya estaba muy abierto al mundo desde que nací. Antes de los Juegos Olímpicos hicimos una exposición en la Lonja para explicar lo que había hecho antes.
-Y luego siguió haciendo.
Publicidad
-Cualquier otra persona, lo siento, sí es un poco 'chulapas', se habría quedado infértil porque fue una maratón y te quedas como que ya no tienes energía, que no tienes más qué decir. Pero yo creo que he hecho muchísimo más después que antes de Cobi. Supuso madurez, gestionar un equipo grande, que no había hecho.
-Valencia y el cómic están muy relacionados, hay muchos creadores y Mariscal ha estado ahí. ¿Es buen momento, si es que se puede definir así, para el cómic valenciano?
-De pequeños había dos, tres editoriales importantes. Y nunca olvidaremos 'Pumby'. Odio hablar de cómic valenciano, del diseño español o del atleta europeo. Somos de una misma casa que se llama planeta Tierra. ¿Tú crees que existe el cómic valenciano? Aquí, más que un movimiento del cómic valenciano, hay el mejor o uno de los mejores autores, que es Paco Roca. Se puede decir que es valenciano porque ha hecho algunas historietas muy del alma valenciana cuando habla de sus experiencia, de su familia.
Noticia Patrocinada
-¿La Comunitat es especialmente proclive para este género?
-No me gusta hablar de generalidades, pero sí que se puede decir en relación con otras zonas de lo que llamamos España que comparando con Galicia, León o Burgos, Valencia es una ciudad muchísimo más abierta, ruidosa en el sentido de ese gran valor de tirar petardos, las mascletàs, las bandas, el amor por tocar música con metales. Y creo que la luz hace muchísimo, y el clima, que es superbenévolo. También este cielo que parece que todos los días los pintores repintan y lo ponen todo azul. Esto, quieras o no, provoca optimismo. Como lo hace ver un verde oscuro, y un verde de hojas nuevas con unas pelotas enormes de un color naranja potente, con una piel rugosa que protege dentro algo que cuando te lo comes te refresca la boca. La naranja, como diseño, es el mejor envoltorio, 'packaging' como lo llaman hoy en día. El color, la textura, cómo protege el fruto interior y su frescor en un árbol que, además, está a la altura de la mano y tiene una flor, el azahar, que es como el perfume de una mujer guapa. Todo esto hace que aquí nos guste vivir y disfrutamos de la vida, que es lo que cualquier ser vivo tiene en el ADN al nacer: me han regalado esta vida y hay que vivirla a tope.
-¿Si se hubiera quedado en Valencia cree que habría podido hacer la misma trayectoria?
-No lo sé. Son preguntas que ni me interesan ni las sé responder. Podría contestar para quedar bien con LAS PROVINCIAS, pero no me interesa.
Publicidad
-Si tuviera que dibujar hoy la capital del Turia, ¿con qué se quedaría?
-Yo dibujé una vez Valencia en un tebeo nada conocido. Era una historieta del Micalet casado con la señora Amparigües, que era la cúpula de la Virgen y se iban a El Saler en 'sisents'. Estaba el señor Ateneo y todos los edificios de la ciudad. Era muy fallero. Me encantaría, de hecho tengo bastantes dibujos de Valencia que se venden muy bien en mi web. Por ejemplo uno de la gasolinera del Parterre, donde yo jugaba de pequeño. Yo nací en el Parterre y allí viví hasta los 18 años, luego vino El Corte Inglés y nos tiró de casa. Hay miles de rincones.
-Un rincón de hoy, ¿la Ciudad de las Ciencias..?
-La Ciudad de las Ciencias es empalagoso. Calatrava está muy bien, -hablo de su obra- es realmente muy valenciano en el buen sentido de la palabra. Tiene la creatividad, la fuerza, la innovación, pero creo que la Ciudad de las Ciencias fue su peor enemigo. Quizás ahí es muy soberbio, quiere acaparar todo. Un edificio al otro se canibalizan, hay un exceso de 'calatravismo' que hace que sea como una comida en la que te han dado cincuenta postres -'quan més sucre més dolç'-. Es una pena porque hay mucho dinero y energía invertidos. Y da un aspecto de despilfarro, de nuevo rico, no tener en cuenta la sostenibilidad. ¿Para qué tanto trasto? Es como un vestuario llenos de lentejuelas y bordados para que en la fiesta digan esa es Valencia. Me parece una estrategia equivocada. Todo, sin dejar de decir que en Calatrava hay mucho talento e innovación.
Publicidad
-¿Además de la película está con algún otro proyecto?
-Cuando acabe la película con Trueba me gustaría irme a vivir a un estudio al campo. Busco el silencio.
-¿Ese campo puede ser volver a Valencia?
-No porque tengo hijos y nietos que viven en Barcelona y quiero estar cerca, sino no les puedo ver.
-¿España se porta bien con sus artistas como usted?
-Desde que nací me he sentido muy querido y entendido ya en mi Valencia natal. Protestar me parece de ser un sinvergüenza. Nací blanco, macho, de familia de bien, querido, arropado, mimado. He comido muy bien de pequeño y siempre cuando he hecho algo no me he sentido nunca limitado. Si he metido la pata ha sido por mi culpa. He hecho siempre lo que he querido.
Empieza febrero de la mejor forma y suscríbete por menos de 5€
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión
Te puede interesar
Publicidad
Utilizamos “cookies” propias y de terceros para elaborar información estadística y mostrarle publicidad, contenidos y servicios personalizados a través del análisis de su navegación.
Si continúa navegando acepta su uso. ¿Permites el uso de tus datos privados de navegación en este sitio web?. Más información y cambio de configuración.