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Diario de un paseante

Vara Delhi

Jorge Alacid

Valencia

Jueves, 16 de noviembre 2023, 00:16

Las primeras tardes paseando por mi barrio me llamó la atención un penetrante olor a condumios muy especiados, que perfumaban el entorno con una potencia ... exagerada. Por el aire viajaban el comino, su amigo el jengibre y su hermano el cardamomo, junto al cilantro y demás familia. Era una singular manera de darme la bienvenida desde los bloques donde, en efecto, observé que reside una notable legión de devotos de Shiva y otras deidades hindúes, que pasean vestidos según la indumentaria propia de su país en elevado número. Casi siempre, hombres. Yo imaginaba a sus esposas cocinando en el hogar esos sabrosos guisos que aromatizaban las vidas de sus vecinos hasta que un día pasé ante una factoría instalada frente a sus viviendas, apropiadamente llamada Ceylan, y supe al fin de dónde procedía tal olorcillo. Vivir bajo sus efluvios equivale a llevar de ángel de la guarda a un pollo a la masala.

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