«Queremos que el Mueso de Bellas Artes juegue en primera pero no se ponen los medios para que así sea». Así de tajante se muestra José Ignacio Casar Pinazo, quien el pasado jueves firmó el cese como director del centro. Llegó a la pinacoteca en septiembre de 2015 con un Consell formado por PSPV y Compromís, los mismos que lo destituyen al incorporarse tras una baja por enfermedad de ocho meses. Sólo tiene una petición para los próximos responsables de la Conselleria de Cultura: «Que el museo sea una prioridad».
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-¿Cómo se despidió de la plantilla?
-Agradecí a los trabajadores su dedicación, esfuerzo y compromiso. Ellos son los únicos que creen en el museo. Tienen una responsabilidad sobre sus hombros porque realmente el centro llegará hasta donde ellos sean capaces.
-Desde la dirección general de Patrimonio se justifica su cese para que pueda optar al concurso público. A su juicio, ¿por qué ha sido destituido?
-Como funcionario público respeto absolutamente la capacidad discrecional de la dirección general de Patrimonio para seleccionar a la persona que considere más idónea para el museo, oído al patronato del centro. No se me han comunicado las razones por las que no he dado el 100% de lo que se esperaba de mí. El argumento oficial podría ser cierto en el momento en el que se convocara el concurso mañana, pero al día de hoy no tiene fecha. Soy escéptico respecto a que la convocatoria sea en breve o en 15 días.
-No le han detallado sus fallos pero ¿ha advertido fricciones?
-Ha habido propuestas a las que la dirección de Patrimonio me ha dicho que no y he acatado; y otras en las que he desobedecido.
-¿Las necesidades del museo (presupuestarias, de autonomía, de plantilla...) que planteó se tomaban en serio en la Conselleria de Cultura?
-Cuando accedí al museo presenté un programa en el que detallé cómo mejorar la organización. Esta cuestión se abordó en la primera reunión del consejo rector del centro, tras doce años sin encuentros. Se formó una comisión de trabajo en la que estaban presentes representantes de la Conselleria, de la Abogacía de la Generalitat y otros técnicos con el fin de buscar un modelo institucional. Primero se defendió la figura del consorcio que rechazó el Ministerio y luego la directora general de Patrimonio apuntó a un servicio de gestión diferenciada, de la que yo me enteré por la prensa. Ahora se habla de una fundación como la que rige el Bellas Artes de Bilbao, institución que agrupa la colección de la Diputación, del Ayuntamiento y la propia. La pinacoteca de Valencia tiene fondos del Estado, de la Generalitat, de la Academia de San Carlos, de colecciones privadas... no sé hasta qué punto extrapolar un modelo de gestión de un museo a otro con el que no se tiene nada que ver es volver a dar palos de ciego. Valencia merece salir de la red de museos de gestión transferida del Ministerio y poner un pie en otro nivel de autonomía.
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-¿Cuáles han sido sus logros?
-Tener un presupuesto propio desde 2017, aunque en 2019 ha sido la única línea económica de Cultura que no ha crecido; la reordenación de los depósitos artísticos del museo que empezó con la época de Paz Olmos; iniciar la restauración de esculturas del centro; recuperar la línea de publicaciones; activar la política de donaciones gracias al aumento de la dotación presupuestaria de la dirección de Patrimonio y, sobre todo, elaborar un plan museológico que ha sido un trabajo ímprobo y titánico, algo que ha reconocido la comisión de trabajo nombrada por el Ministerio.
-Pero el Ministerio puso objeciones...
-No han sido tantas. Ha habido correcciones nominativas.
-¿Cuáles han sido los fracasos?
-No he conseguido el apoyo que merece el Bellas Artes. Me quedo insatisfecho porque no he logrado vencer el abandono institucional del museo, ni se ha avanzado nada en la autonomía del centro. Mientras el Bellas Artes no se desvincule de la política, el museo no funcionará. Si no hay un acuerdo entre todos los grupos parlamentarios para buscar una fórmula de gestión independiente para el centro y lograr que no esté sometido a los plazos de las legislaturas ni a los partidos de mayoría o de mestizaje, el museo no tendrá solución. Otros fracasos pasan por el intento de hacer un plan de restauración dado que tiene una gran colección que recuperar, pero no tenemos profesionales especializados y el apoyo del IVACOR, que es importante, no cubre todas las necesidades del museo. Redactamos un plan de 500.000 euros (más IVA) y lo envíamos a contratación para en dos o tres años hacer campañas de restauración, pero esta iniciativa entró en el registro en octubre de 2018 y ahí se quedó. La lentitud en la reordenación del museo también es un fracaso y eso que está pactada y cuenta con el beneplácito del Ayuntamiento y de la dirección de Patrimonio para mejorar el entorno y habilitar un acceso en la parte trasera. Y otra cosa que no se ha hecho y, a mi juicio, resulta fundamental es una rueda de prensa entre la dirección de Patrimonio de la Conselleria y la de Bellas Artes del Ministerio explicando en Valencia su proyecto para el museo. He intentado luchar para que se celebrará esta presentación con el fin de que, gobierne quien gobierne, se comprometan. Del apoyo institucional a la pinacoteca para desarrollar el plan museológico y la reordenación del entorno deriva un presupuesto, una fórmula de gestión y una plantilla.
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-¿Por qué no se ha hecho?
-No soy yo quien ha de dar esa respuesta.
-¿El museo para la Conselleria y el Ministerio es una prioridad?
-Debería ser una prioridad para la Conselleria, sólo así Cultura podría exigir al Ministerio los pasos que no está dando. El Gobierno ha hecho un esfuerzo inversor y hay que reconocérselo, pero hay que apostar muy claramente desde Valencia por la pinacoteca para poder poner las peras al cuarto al Ministerio. Se amplían plantillas de otros museos valencianos con personas idóneas pero no del Bellas Artes ni con los profesionales especializados, algo que indica que no es una prioridad para la Conselleria.
-¿Usted dio el visto bueno a la contratación de gestores culturales para cubrir plazas de restauradores y conservadores?
-Yo sabía que eso podía llegar a pasar por la falta de incardinación del museo en la estructura pública de la Generalitat. No me compete tal autorización, pero siempre pedí conservadores y restauradores. Es una contratación absurda que no se hubiera hecho ni en el IVAM ni en el Museo del Prado, pero sí en el Bellas Artes ante la falta de preocupación por el centro.
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-Como director de la pinacoteca, aunque su formación es de arquitecto, ¿ha contado con el beneplácito del sector artístico?
-Puedo decir orgullosamente que me lo he ganado. Mantengo buenas relaciones con el director del Prado por mucho que se haya dicho lo contrario, con la directora del Museo Nacional de Escultura, con el conservador jefe del MNAC, con el conservador jefe de Sevilla, la directora del Museo Sorolla, el jefe de proyectos de la Academia de San Fernando... Ellos saben mucho más de arte que yo, pero me he ganado su confianza y entienden que sé cuáles son las debilidades y las fortalezas del Bellas Artes.
-¿Le ha faltado apoyo político para continuar en el cargo?
-Obviamente.
-¿Quiénes son sus enemigos?
-No tengo. Puede que haya gente que no esté de acuerdo con mi propuesta. Si he tenido protagonismo no ha sido personal, sino institucional. He tenido el privilegio de ser el director del principal repositorio de arte mueble de la Comunitat Valenciana. Esa era la credencial con la que iba a los sitios y por la que exijo un respeto y un apoyo para una colección con cerca de 200 años, singular en la historia de las colecciones españolas, que empieza con el arte ibérico y acaba en 1980 o 1990.
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- La Academia de San Carlos no ha estado a su lado...
-La relación ha sido difícil. La Academia de San Carlos es sumamente presidencialista. El actual responsable me planteó una manera de abordar la dirección del museo con la que no estaba de acuerdo, lo dije en un patronato y a partir de ahí la relación se enfrió, pero siempre he defendido los intereses del museo. Con la presentación pública del plan museológico el presidente de la Academia lanzó una diatriba desmesurada y desde entonces ha ido realizando denuncias infundadas en determinados medios de comunicación.
-¿Dentro de esta campaña de descrédito hacia su labor está airear dudas sobre la autoría a Velázquez de 'Dama de perfil', obra que la colección Delgado cedió bajo su mandato?
-Sí, obviamente. La Conselleria de Cultura se creyó esta versión y dijo que iba a pedir informes del Prado. No conozco a nadie que haya visto esos estudios. Cultura luego se desdijo y validó la atribución a Velázquez.
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-Tras ser apartado de la dirección en diciembre de 2018, desde Patrimonio se creó la comisión asesora y hubo una reunión de la directora provisional junto a responsables de la conselleria en el Ministerio. ¿Fue por afán electoralista, o bien, Cultura tomó las riendas?
-Ha habido manifestaciones explícitas de apoyo a la directora. Personalmente nunca tuve la necesidad de sentir el respaldo en foros culturales porque al Bellas Artes donde le interesa el apoyo es en casa, es decir, ante la dirección general de Gestión Pública a la que nunca fuimos a reclamar plazas o a la dirección general de Presupuestos a la que fuimos solamente una vez. Es en estas áreas donde el museo necesita el apoyo. En Madrid y fuera de la Comunitat todo el mundo sabe la importancia de la pinacoteca porque nos piden las piezas para exposiciones. El museo está perfectamente reconocido en la historia del arte y de los museos a nivel europeo.
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-Durante su baja se abrió el edificio de la ampliación, que se reformó y se dejó enero de 2017. ¿Se hizo sin su consentimiento?
-Para hacer eso se modificó por completo el plan de exposiciones que estaba previsto. El museo y el patronato había acordado desarrollar en el nuevo espacio la muestra 'Ars Publica', donde ahora se exhibe 'Sorolla y su tiempo'. Yo me negué a ubicar allí el siglo XIX para evitar el riesgo de que la Administración se olvidara del plan museográfico. Además, el edificio reformado no tiene los permisos municipales: no se ha pasado la inspección de Bomberos, algo que está pendiente desde enero de 2018.
-¿Tiene sentido buscar un director del Bellas Artes para aplicar el plan museológico que ha desarrollado otro responsable?
-Sí. El documento está firmado por mí pero también por el director científico, David Gimilio, que continúa en el museo. El plan está avalado por la Conselleria y por el Ministerio. Quien asuma la dirección del museo podrá introducir matices o incluso hacer otro, pero la hoja de ruta actual deriva de la IV fase (2002).
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-¿Se presentará al concurso al que sólo pueden optar funcionarios?
-Cuando conozca la composición del jurado y la estructura de la Conselleria de Cultura tomaré la decisión.
-¿Un responsable elegido por convocatoria abierta será el salvavidas del museo?
-No. Hay museos que funcionan bien sin concurso, como el Prado. El IVAM ha funcionado bien y mal con responsables elegidos sin convocatoria pública.
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