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El arquitecto, catedrático de la Universitat Politècnica de València, José María Lozano es desde esta semana presidente del Consell Valencià de Cultura (CVC). Llega a ... este puesto tras larga experiencia en la institución como consejero. Con su designación por el presidente de la Generalitat, Carlos Mazón, se ha cerrado una etapa con una presidencia en funciones bajo cuyo mandato la polémica y los plenos broncos marcaron la pauta. Ahora el CVC abre un camino con el objetivo de que este órgano consultivo esté presente «allá donde exista la cultura» y en no «interferir en la política del Consell ni de las Corts».
–¿Para qué sirve el Consell Valencià de Cultura?
–Le voy a decir para lo qué me gustaría a mí que sirviera, que no es ni más ni menos que hacer una lectura cuidadosa de la propia Ley, donde dice que el CVC es el órgano estatutario de asesoramiento en materia cultural de las instituciones públicas de la Comunitat Valenciana. Por tanto, la primera de ellas, la Generalitat y luego todas las demás. Y por extensión prestar un servicio de asesoramiento a instituciones semipúblicas incluso privadas de cierta importancia. Esto cabe interpretarlo en cada ocasión, pero no está en las funciones principales. Yo tengo la preocupación de reforzar todas las relaciones claramente institucionales y en consecuencia, como no tenemos capacidad de hacerlo todo, ni de un presupuesto que lo permita, reducir aquellas funciones relacionadas con la imagen del Consell.
–¿Cómo le han recibido en el CVC con su nueva responsabilidad?
–De una forma muy adecuada. Me siento cómodo. El problema ha sido lo que han tardado en recibirme. He tenido que decir con naturalidad que en los días anteriores, cuando se anunció la voluntad del presidente de la Generalitat, algunos colegas de la casa se pegaron un calentón. Bueno, pues, que tire la primera piedra el que esté libre de algún calentón, pero los calentones tienen limitaciones y se acaban.
–¿Qué significa que un presidente del CVC vaya a visitar las instituciones culturales?
–Para mí tiene un significado profundo, además, me lo pregunta bien, que vaya, no que vengan. El primer día hice una ronda de llamadas. La primera, a la presidenta de la Acadèmia Valenciana de la Llengua, la segunda al Consejo Jurídico Consultivo y luego al presidente del Comité Social y Económico. No les encontré, pero ellos me devolvieron la llamada deseándome lo mejor, lo cual me estimula. Constataban que en los últimos años no había existido ninguna relación institucional entre el CVC. Algo pasaba que no fluía.
–¿Es necesario recuperar la relación del Consell de Cultura con esas instituciones, con museos y cualquier otra entidad relacionada con el ámbito cultural?
–Las palabras son muy importantes y yo amo las palabras. Recuperar es un verbo que puede interpretarse mal porque es como si todo estuviera perdido y no es así. Yo utilizo los términos reforzar, potenciar, estimular, incentivar, insistir en la necesidad de que el CVC esté con sus pares que son todos aquellos gestores culturales de primera importancia.La lista es inacabable. Incluye las academias de Bellas Artes de San Carlos y la Valenciana de la Lengua, la Fundación Jaume I, la Fundación Bancaja, que es privada, entre otras.
–¿Y el IVAM también?
–Esta misma semana, en la inauguración de la exposición dedicada a Soledad Sevilla, saludé a la nueva directora del IVAM. Blanca de la Torre, que por alguna razón tengo la firme intención de ponerme a su disposición desde esta casa para facilitarle todo lo que ella necesite en su andadura. Al IVAM hay que ponerlo en el sitio donde estaba. Este museo sí que me atrevo a decir que tiene que recuperar lo que ha perdido en los últimos ocho, nueve o diez años desde que lo dejó Consuelo Císcar.
–¿Y cómo recuperar el prestigio que se dice que se ha perdido en el CVC?
–¿Quién lo dice? Habría que preguntar a las personas que crean que se ha perdido. Yo lo que he hecho durante los últimos años ha sido mantener la tensión para que el prestigio se mantuviera y creo que se ha mantenido. Por tanto, tampoco hay que recuperarlo. Lo que hay que hacer es consolidarlo, ganarlo. Se nos da por defecto y lo que quiero es que ahora se nos conceda por una presencia constante en la cultura y por un abandono consciente del mundo de la política. Sobre todo, por un abandono consciente de algo que se había convertido en un punto de censura o de vigilancia permanente al gobierno de la Generalitat. Eso no es una función del CVC. Intencionadamente este Consell Valencià de Cultura no va a interferir en la política, ni a favor, ni en contra. No estamos para alabar las decisiones del Gobierno y mucho menos para criticarlas.
–¿Qué le falta al universo cultural valenciano?
–Le diré primero lo que le sobra. Le sobra creatividad, interés, espontaneidad y naturalidad. Y lo que le falta es ponerlo en orden. organizarlo y no sacudirse las alpargatas, ni esas cosas a las que somos tan aficionados los valencianos como es hablar más de lo que nos falta que de lo que nos sobra. Ni siquiera esa creatividad de la que hablo es suficiente para encontrar esas ausencias. No podemos ser creativos para encontrar las ausencias, son pocas, lo que hay que hacer es ocuparlas. Lo que hay que hacer es que el entramado cultural valenciano que es tan completo diverso tenga presencia de instituciones y en particular de ésta.Estoy asumiendo la diversidad del entramado y recordando el compromiso del CVC con independencia de las ideologías. El Consell Valencià de Cultura tiene la obligación de estar presente allá donde exista la cultura y luego valorar la presencia, pero no decidir previamente dónde sí, y dónde no.
–En la sociedad valenciana se lamenta del poco apoyo del Ministerio de Cultura a la Comunitat Valenciana. Se echa en falta mayor apoyo. ¿Qué piensa el presidente del Consell Valencià de Cultura?
–Lo que pienso, además lo voy a decir. Pienso que el Ministerio de Cultura es rehén del Gobierno de España. Del Gobierno por el que padecemos una infrafinanciación que nos tiene limitados, sufrimos también otras andanadas en particular relacionadas con la cultura que demuestran la poca afición que el Gobierno tiene a la Comunitat. Yo no voy a blanquear al Gobierno de España, y sin embargo no estoy haciendo política. Estoy diciendo que el Ministerio de Cultura tiene el González Martí completamente abandonado. Es un museo importantísimo y es un damnificado de la política del Gobierno. Y el San Pío V, que a mi juicio tiene el mejor director que ha tenido, mejorando los anteriores, está injustamente tratado por el Ministerio de Cultura. Es la segunda pinacoteca de España y lo está demostrando su director con un trabajo casi de guerrillero.
–En el Museo de Bellas Artes, de titularidad estatal y de gestión autonómica, hay una cuestión pendiente de la que se habla de manera recurrente y reiterada: la autonomía de la pinacoteca. ¿Si al CVC se le pidiera informe en qué sentido se pronunciaría ante este asunto?
–En primer lugar tendría que escuchar a la comisión de las artes. Luego pediría un informe detallado al director del museo. Estas cosas son muy complicadas. Yo que soy partidario de la autonomía sin disimulos planteo una pregunta: ¿Dónde está mejor la Dama de Elche que en el Museo Arqueológico de Madrid? ¿Dónde la va a ver más gente? Hay un punto cateto en esa especie de reivindicación de que lo que es de aquí tiene que verse aquí aunque venga menos gente. Y hay una cuestión a tener en cuenta. Si el presupuesto del Ministerio de Cultura para el San Pío V fuera generosísimo, no querríamos salir de allí. Y si tuviéramos capacidad en la Comunitat de tener ese presupuesto generosísimo, que ya le digo que no tenemos, nos quedaríamos. Al final, poderoso caballero es don dinero.
–¿Cree que esa condición de damnificado de la que ha hablado se puede predicar de todas las instituciones culturales que requerían apoyo del Gobierno?
–Prácticamente. No hay más que fijarse en los presupuestos. Las comparaciones son odiosas, pero sirven para algo y cuando se comparan las subvenciones y las aportaciones a otras comunidades autónomas, nos damos cuenta de que tenemos unas subvenciones muy reducidas. El IVAM no lo ha tenido nunca. Y eso lo conozco bien porque he estado muchos años en el Consejo Rector. Nunca ha tenido una subvención importante del Ministerio de Cultura con independencia del color de los gobiernos. Y a mi juicio ahora necesita una refundación.
–¿Ante la política teatral, el presidente del CVC cómo ve la programación: hay suficiente, la existente requiere mayor calidad?
–Creo que falta mayor calidad.Hay producción teatral de muchos niveles. He visitado Horta Teatre, tenemos la figura de Manuel Ángel Conejero, un personaje desaprovechado. Y en medio está El Micalet, el Olympia, La Rambleta...
–Ha mencionado alguna institución privada vinculada a la cultura. ¿También hay que estar cerca de esa oferta?
–Cerca no es suficiente, hay que ir del brazo. Soy devoto de la colaboración público-privada a todos los niveles y en cultura los privados resuelven muchas veces las ausencias y lagunas de las instituciones públicas.
–Al hilo de las iniciativas privadas, ¿qué opinión le merece la polémica orquestada por el Gobierno de España respecto a las universidades privadas?
–Me tienen escandalizado las palabras del presidente y de la vicepresidenta del Gobierno. ¿Qué es eso? Las privadas han pasado por el mismo filtro que las públicas. Yo soy defensor de la universidad pública. Tengo una hoja de servicios de 45 años y seis meses en la Universitat Politècnica de València y lo que se ha dicho de las privadas me parece una falta de respeto inadmisible.
–Hay otra institución, que no es cultural, pero que posee un amplio patrimonio cultural: la Iglesia. ¿Hay buena relación entre el CVC y la Iglesia?
–También voy a ir a visitar al Arzobispo. Históricamente la relación ha sido buena, creo que se abandonó un poco en la época de don Antonio. No sé si ahora se ha retomado. Siempre ha habido buena relación con la catedral, los canónigos y los historiadores, pero de repente en la última época, sobre todo, han surgido preocupaciones con todo lo que tiene que ver con la religión católica.
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