José María Yturralde, Premio Nacional de Artes Plásticas: «El arte nos ayudará a sobrevivir de una manera más digna y con sabiduría»

Pasadas apenas dos horas de que se conociera que José María Yturraldeera merecedor del Premio Nacional de Artes Plásticas, al autor nacido en Cuenca y valenciano de adopción casi se le quebraba la voz al mostrarse «agradecido e ilusionado» por un reconocimiento que pone en valor una trayectoria que debe «a muchas personas».

«El premio me va a servir para impulsar más mi carrera», afirmaba ayer en conversación con LAS PROVINCIAS el artista, del que el jurado destacó una producción creativa «con un alto nivel de experimentalidad, que ha conectado arte y ciencia, y en la que destaca su labor de investigación espacial y formal y su tarea docente en el campo de la investigación de los parámetros matemáticos, junto a los artísticos».

Pionero en el arte cibernético y la holografía, el galardón reconoce su investigación espacial y formal. «Siempre he tratado de aportar nuevas ideas. Cuando echo la vista atrás reconozco el pasado y me sirve para evitar errores», afirma. Sobre la valoración del jurado señala que su intención artística «ha sido ir hacia adelante». «Es evidente que a mí siempre me ha interesado la experimentación a través de la tecnología y la ciencia, pero sin olvidar la óptica del arte, en la que priman la emoción y la pasión».

Yturralde ha desarrollado un tipo de arte muy próximo a la ciencia, como testimonian sus célebres ‘Figuras Imposibles’. Introdujo en España el arte cibernético, y realizando además pioneros trabajos con láser y holografías. También es el creador de las ‘Estructuras voladoras’, obras tridimensionales capaces de volar con las que participó en la 38 Bienal de Venecia, celebrada en 1978 bajo el lema ‘De la Naturaleza al arte y del arte a la Naturaleza’. En sus obras más recientes se ha centrado en el estudio del color y su influencia sobre las emociones y el estado de ánimo. No es ajena a la actual situación sanitaria y social. «Nunca habíamos vivido algo así. Son malos tiempos para el arte. Podíamos haber previsto mejor la forma de defendernos. Pero esto pasará, de una forma u otra, los que quedemos tendremos que seguir adelante», relata a este periódico.

Pero el que fuera director del Departamento de Pintura de la Universidad Politécnica de Valencia (UPV), en la que se doctoró en Bellas Artes, y actual académico de Número de la Real Academia de Bellas Artes de San Carlos de Valencia defiende que «el arte nos ayudará a sobrevivir de una manera más digna, más humana, con sabiduría». «Deberemos transformar nuestras maneras y formas sociales, nuestra relación con la naturaleza», asevera.

Yturralde, que tiene el estudio en la localidad valenciana de Alboraia, prepara en la actualidad una exposición para una galería en Madrid. «Para mí, pintar es como respirar. Ahora estoy trabajando en geometrías más complejas, con capacidades expresivas. Las utilizo para expresar significados profundos esenciales, para responder las preguntas que nos hacemos todos: a dónde vamos, de dónde venimos. Pero no hallo las respuestas porque no las hay. Esa es la paradoja», bromea el pintor quien, pese a que hace 15 años que se jubiló, continúa ligado a la docencia y al contacto con las nuevas generaciones.

Nacido en Cuenca en 1942, José María Yturralde atravesó a mediados de los sesenta una etapa de experimentación en el ‘informalismo matérico’ a partir del cual evolucionó hacia la abstracción geométrica y el ‘Op Art’ que caracteriza su trabajo, con las influencias de Vasarely, los espacialistas italianos y el constructivismo. En 1966 trabajó en el Museo de Arte Abstracto Español de Cuenca, fundado por el pintor Fernando Zóbel. Fue miembro fundador del Grupo ‘Antes del Arte’ y empezó a hacer arte cinético. Su interés por la tecnología se acentuó con su participación en los seminarios del centro de Cálculo de la Universidad Complutense de Madrid, que introdujeron Yturralde en el trabajo con ordenadores. Su primera exposición fue ‘Formas Computables’, y tuvo lugar en 1969.

Tras profundizar en la dirección cinética con sus ‘estructuras volantes’, en los ochenta volvió al plano con una actitud más poética, a causa de la interrelación de los colores y la inestabilidad de las composiciones. Invitado de la Trienal Internacional Toyama Now en Japón en 1990, ganó el Concurso de Murales y Esculturas para el Metro de Valencia en 1995.

Premio Alfonso Roig de la Diputación de Valencia en el mismo año, su obra está presente en distintos museos nacionales e internacionales como el Reina Sofía, el IVAM, Es Baluard, la Fundación Juan March,el Museo Patio Herreriano de Valladolid, Fundación Pilar i Joan Miró de Palma de Mallorca o la Biblioteca Nacional, entre otras; como en Estados Unidos, Japón, Turquía, Brasil, Rusia, Francia, Bélgica y Polonia. Ha publicado artículos, ponencias y comunicaciones y es autor de diversos libros.