Estrenada en septiembre en Madrid, 'Prima facie' es una de las sensaciones de la temporada. Se trata de un monólogo de la dramaturga y abogada ... australiana Suzie Miller, traducido y adaptado por Juan Carlos Fisher, también director, y Rómulo Assereto, que no solo plantea el tema del abuso sexual padecido por la mujer sino también el consentimiento expreso. En ello radica su diferencia con obras sobre la violación como 'Jauría' de Jordi Casanovas.
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La experiencia de Miller como abogada y la legitimación de la defensa de cualquier inculpado facilitan la construcción de un argumento interesante de principio a fin. Tessa Ensler es una brillante abogada joven especializada en defender a hombres acusados de violación o agresión sexual. Consigue sentencias favorables con la estrategia de crear dudas razonables para que la verdad real no coincida con la verdad legal. Hasta que ella es la víctima de un compañero del bufete, Julian, con quien anteriormente tuvo una relación consentida en el despacho.
TEATRO. Texto: Suzie Miller. Dirección: Juan Carlos Fisher. Traducción y adaptación: Juan Carlos Fisher y Rómulo Assereto. Intérprete: Vicky Luengo. Rambleta (Hasta el domingo 3 de marzo)
Esto sucede en una primera parte prodigiosa, con una magistral elipsis de las preguntas y respuestas para centrarse en el procedimiento de actuación de la abogada durante el juicio en el interrogatorio al testigo fundamental. Son ocho primeros minutos prodigiosos que nos introducen en el vertiginoso ritmo empujado por el personaje hasta el final. Ello permite reflexionar sobre una Justicia actual donde la verdad importa menos que la victoria, cumpliendo con la norma de llegar el primero para lograr el éxito. El impacto es mayor porque la abogada cuenta su origen familiar humilde, con una madre que limpia despachos como el suyo, su experiencia en la Universidad, y el desarrollo de su perspicacia, con su entrada en el mundo de los triunfadores con reglas no escritas como la del taxi.
La segunda parte es el juicio donde la demandante es la propia Tessa, setecientos ochenta y dos días después de la denuncia en comisaría. Su papel se invierte porque ella sufrirá sus estrategias empleadas anteriormente y una legislación creada por hombres que nunca entenderán el sentimiento de una mujer víctima del acoso. Si en la primera el espectador es un testigo distanciado, en la segunda empatiza con el personaje, su indignación y su sufrimiento. Incluso es un improvisado jurado al alumbrarse el patio de butacas y escuchar directamente el alegato de la abogada. Quizá ese último excurso es lo único reprochable al ser más teórico que teatral hasta la frase final «algo tiene que cambiar».
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La obra exige una interpretación excelente como la de Vicky Luengo. Espectacular, capaz de mantener durante más de hora y media la fortaleza narrativa, su continuo movimiento y un ritmo frenético impuesto por la acertada dirección del peruano Juan Carlos Fisher. Grandiosa en la firmeza de la construcción de su personaje. Fisher le saca partido a la escenografía minimalista de Lua Quiroga Paul, cubo de planchas, algunas con interior reversible, mesa y silla, y a la detallista iluminación de Ion Aníbal López para dar una ambientación variable con continuidad, ayudada también por el inquietante espacio sonoro de Luis Miguel Cobo.
La Ley y la Justicia parecen estar lejos una de otra. La verdad legal es distinta a la real. Son algunas conclusiones de esta dura y magnífica obra que cuestiona el sistema y su inhumanidad. Un texto soberbio y una sensacional dirección permiten el lucimiento magistral de Vicky Luengo.
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