Loa a la pareja

La obra es un homenaje a la pareja; un canto a su unión durante décadas. Ubicada durante una noche, tres de distintas generaciones y edad viven en un mismo piso. Sus vidas cambian por distintas razones: la más mayor por una revisión en el hospital, la mediana por problemas de convivencia y comunicación y la más joven por la decisión ante una beca concedida para ir a Londres.

El resultado es una bella historia humana, sensible y emotiva por la naturaleza de los personajes, el sentimentalismo nada edulcorado y la ternura. Alberola nos introduce en los problemas de la vida en común entre el humor y la delicadeza en el tratamiento de unos personajes dulces, a pesar de sus caracteres complejos, el egoísmo y los conflictos que erosionan con el paso del tiempo. Pero hay soluciones.

Si la composición de personajes definidos es un aspecto destacable, no lo es menos la estructura del texto y su puesta en escena. Las parejas se presentan en sucesión pero con la permanencia en el escenario de alguno de las restantes. La veterana Pilar Martínez aporta sus observaciones desde su aparición, muchas derivadas de su experiencia vital, acomodada para actuar de testigo contrapuntístico de las conversaciones y disputas. El clímax se alcanza cuando las tres parejas se encuentran en escena y sus palabras se alternan hasta completar un fresco coral para acabar formando un todo en un final hermoso.

Las interpretaciones son excelentes. Cabría señalar a Pilar Martínez, una grandiosa actriz, como la gran triunfadora del espectáculo por llevar el peso y ganarse al público con sus aportaciones. Pero la dirección de Alberola la equilibra con el resto del reparto con habilidad y permite destacar a todos como un conjunto armónico. Cristina García está radiante en un difícil papel con desequilibrio personal, Jaime Linares, sobrio y natural, y Joan Verdú grandioso y da gusto volverlo a ver representar. Ramón Ródenas, cada día más grande, y Arantxa Cortés, una promesa de nuestro teatro, brindan el dinamismo y la potencia juvenil frente a los adultos. Un conjunto sensacional que captura al espectador desde el principio.

La música de Arnau Bataller es un ejemplo de servicio a la ambientación de la obra por su integración en el texto, como procede. Y llamativa es la una escenografía simbolista de elementos en el aire y las letras invertidas de 'T'estime', creada por Montse Amenos, como el magnífico vestuario, muy bien resaltado por la iluminación de Ximo Olcina.

El público respondió a la emotividad con aplausos en varias ocasiones antes de que acabara la función. Su fascinación ejemplifica que el teatro es un refugio ante un mundo cada día más hostil y crispado. Con Alberola encontramos la humanidad que va desdibujándose en unos tiempos donde la vida en pareja parece difícil.

'Perquè t'estime, que si no…' pone un broche brillante a la etapa de Roberto García al frente de los teatros autonómicos. Su última temporada programada es loable. Hay que agradecer su trabajo aunque hayamos tenido discrepancias.