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Hace ya treinta años desde que Chema Cardeña y Juan Carlos Garés crearan Arden Producciones, la compañía teatral a la que posteriormente se unió David ... Campillos y que, a lo largo de cuarenta y cinco montajes en tres décadas, ha tratado de hablar desde el pasado de los problemas del presente. Hablamos con Cardeña y Garés del hito que supone haber sobrevivido tanto tiempo en un sector tan salvaje, de la escena valenciana y de la pasión teatral.
-Llevan treinta años retratando la sociedad actual a través del pasado. ¿Cómo empezó ese retrato y cómo está ahora? ¿Ha mejorado o ha empeorado?
-Chema Cardeña: Siempre hemos hablado del hoy desde el ayer. Hemos viajado desde la antigua Grecia hasta 1978 con nuestras obras. Mi conclusión sobre la sociedad es que no hemos cambiado nada, seguimos cometiendo los mismos errores, las mismas barbaridades que se han cometido siempre. Al ser humano, por desgracia, no le suele servir la experiencia vivida, por eso reivindico tanto la historia. Tristemente, este momento es el peor de los treinta años que hemos vivido.
-Juan Carlos Garés: Desde la perspectiva que nos dan estas tres décadas (y cuatro en la profesión), te das cuenta de que nuestro sector es como el vagón de una montaña rusa: cuesta abajo va sin frenos y rapidísimo, pero hacia arriba va muy lentamente y enseguida te lleva de nuevo hacia abajo. Un sector así de vulnerable avanza en paralelo a la sociedad. La salud del teatro representa muy bien la salud de la sociedad. A veces es descorazonador, pero aceptarlo es importante.
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-Tanto tiempo les ha permitido tocar mil palos. ¿Qué es lo que más han disfrutado narrando?
-Chema: Siempre nos ha apasionado hablar de la relación arte-poder. Me quedaría con la trilogía de la memoria, que fueron tres obras sobre el nazismo alemán, las consecuencias del franquismo hoy en día y la dictadura militar en Argentina. Dicen que el fascismo va a cruzar las puertas de nuestro presente. Yo creo que ya las ha cruzado, solo falta que se ponga la mesa y el mantel. Siempre hemos retratado aquello con lo que no estábamos de acuerdo.
-Juan Carlos: El fondo de nuestro trabajo siempre ha sido inherente a la coyuntura sociopolítica. El sector teatral parece estar empeñado en enfrentar a las administraciones públicas con el sector cultural privado, y en realidad es todo lo contrario. Hay un binomio indisoluble entre arte y poder. En el siglo XVI el poder era un rey y ahora es un gobierno autonómico. Es un matrimonio que no se puede separar, beben el uno del otro.
–¿Cómo ha evolucionado el panorama cultural en estos treinta años?
–Chema: Lo mejor que tiene la cultura es su público, que viene al teatro. De hecho, ahora viene más que antes. Las pantallas saturan a la gente y, ante eso, el teatro surge como un contacto único e irrepetible. Me encanta esa frase de Amparo Ribelles: «El teatro es un enfermo crónico que goza de muy buena salud». Otra cosa buena del teatro es que nadie acabará con él. No pudo Franco, no pudo Hitler. Es el oficio más antiguo de la historia, porque lo primero que hizo el ser humano fue imitar a otro ser humano. La coyuntura política, eso sí, es muy mala. Siempre somos los primeros en ser cuestionados, en sufrir los recortes, la censura y la pérdida de ayudas. Los políticos no son conscientes de la importancia de la cultura.
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-¿Qué le piden, concretamente, a las instituciones para mejorar la situación precaria del teatro?
-Juan Carlos: Dos cosas: La primera es que los políticos vayan más a los teatros para que vean la situación. Hace pocos días, el director general de Cultura de la Generalitat nos visitó. Ese hombre está recorriendo todos los teatros de la ciudad para ver su situación. Es parte de su trabajo, y yo le felicité por ello. Sin conocer a los creadores valencianos y su nivel de creación, es imposible ponderar justamente la capacidad de Valencia para este sector. Y en segundo lugar, que miren a cuánto asciende el PIB autonómico que mueve el teatro, y también el nacional. Aunque solo sea por factores económicos, es necesario invertir más.
-¿Cómo puede mejorar el panorama valenciano con respecto a otras comunidades?
-Juan Carlos: Estamos rodeados de países europeos en los que el respeto a creadores, dramaturgos, actores, al hecho escénico en general, es infinitamente mayor al nuestro. La Comunitat no es diferente. Como país, necesitamos un impulso para que ese respeto crezca, ya que durante todo el franquismo el teatro estuvo denostado y eso hizo mucha mella. A partir de la pandemia, se declaró a la cultura como bien esencial, pero eso se quedó en palabras estupendas sin sentido. Hay partes del Estado que sí han sabido ver el potencial. En Cataluña se han creado iconos culturales que vienen del teatro y se reflejan en el consumo de la gente. Son unos estrategas magníficos a la hora de llenar teatros. Y Madrid recibe el éxodo de toda España, tienen muchos más recursos. Ambas ciudades han sabido crear una especie de star system donde se reconoce a los creadores. En Valencia eso no ha sido posible. Es muy difícil crearlo, seguimos sin tener esos referentes.
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-¿Cuál dirían que ha sido el momento más difícil de la compañía?
-Chema: La crisis de 2008 fue demoledora, peor que la pandemia, cuando se nos concedieron ayudas contundentes. Estábamos a punto de abrir la Sala Russafa, además.
-Juan Carlos: Es que nos pilló en medio de la construcción de la sala. Veías que todo alrededor se desmoronaba. Contratamos a cuatro constructoras diferentes porque todas iban cerrando.
-¿Y el mejor?
-Chema: Justo después, con la apertura, el estreno de la primera producción… Hubo mucha ilusión. No sabíamos que duraría tanto. Me quedo también con las giras por latinoamérica.
-Juan Carlos: Hay un listado largo de grandes satisfacciones. Es una empresa muy difícil de sostener, así que vivimos de estas gratificaciones. Jamás nos habríamos imaginado haber sobrevivido treinta años.
-¿Cómo ven los próximos 30 años de Arden Producciones?
-Chema: Complicados (ríe). Yo quiero ser optimista, y en realidad tengo la sensación de que lo mejor está por venir. Hemos madurado como compañía. Somos más selectivos, elegimos los trabajos a conciencia, no nos preocupamos tanto por seguir según qué líneas, sino que hacemos lo que nos enriquece. Esto es la gran compensación de haberle dedicado media vida al teatro. Queremos hacer teatro para que el público se cuestione, se irrite, se ría, pero por encima de todo teatro provocativo, que sea imprescindible de ver, no una cosa más.
-Juan Carlos: El sector teatral valenciano tiene futuro porque hay un buen relevo generacional. Hay compañías como la nuestra que deciden apostar por una estructura de trabajo estable. Entendemos el teatro como equipo de trabajo.
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-¿Qué tiene el teatro para que hayáis decidido dedicarle vuestra vida entera?
-Juan Carlos: Hay un momento en la vida en que el teatro te escoge a ti. Esto lo creo sinceramente. Chema estudió historia y yo derecho, y en un momento dado a los dos nos dio por dejarlo para dedicarnos de lleno al teatro. Nos había escogido el teatro para entrar en su círculo y lo convertimos en un estilo de vida. Fue el teatro el que decidió.
-Chema: Coincido. Iba a ser un hobbie o una terapia, pero cuando empezamos, en Valencia estaba todo por hacer. Era complicado, pero recogías frutos, así que todo fue viniendo. Es imposible hacer esto sin ganas. O te ilusiona o abandonas. Hay un factor vocacional que no te permite ser mentiroso. La honestidad es la única manera de ir adelante en el teatro, a diferencia de otros muchos trabajos en los que siempre estás esperando la jubilación. El día que desaparezca nuestra ilusión, será el momento de dejarlo. Pero todavía tenemos mucho que contar. Las ganas siguen intactas.
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