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B. B. King, durante una de sus actuaciones de los últimos años. R. C.

B. B. King, el hombre que llevaba el blues en el nombre y la sangre

Una nueva biografía explora desde su nacimiento en la pobreza del Misisipi hasta los últimos días de quien cambió su sonido al bautizar a su guitarra como 'Lucille'

Lunes, 11 de septiembre 2023, 01:18

La historia de B. B. King, el gran maestro del blues, comienza en la pobreza: Desde que nació, en 1925, sobrevivía con su familia, dedicada ... al trabajo agrícola a destajo, en los márgenes del Misisipi. En esos años, antes y después, se linchaba a los afroamericanos por menos que nada. La expresión de sus sentimientos, de la tristeza y a la rabia, sólo se podía hacer con la música.

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El instrumento de 'Blues Boy', y de tantos otros como él, fue la guitarra. En ese ambiente del mítico río, el chico, bautizado Ridley, comenzó a sacarle acordes en 1936 -año en el que Robert Johnson comenzó a grabar sus canciones- y seguiría haciéndolo hasta su muerte en 2015. Así se cuenta en la biografía 'B. B. King, rey del blues', que publica Libros del Kultrum, una investigación en la que Daniel de Visé reconstruye la vida de quien popularizó el blues, contrastando el mito con el hombre. En su exploración recurre incluso a entrevistas de primera mano con quienes conformaron el círculo íntimo del músico en sus últimos años.

Derechos de autor

Habla de amores (el primero, Martha), influencias (Charlie Christian), inicios (en estudios de radio y locales de pueblo, hasta que con más de 30 años pudo comenzar a tocar en un circuito «para blancos»), amistades (con Clapton o Davis), sus quince hijos...

B. B. King actúa en el Festival de Jazz de Niza en 2009. AFP

Asegura De Visé que la música de King alzó el vuelo cuando decidió bautizar con un nombre de mujer a su Gibson L-30. 'Lucille' tenía voz. Con esa gran guitarra negra en su regazo, archtop de larga resonancia, alcanzó reconocimiento y fama en los cincuenta, tocó para los presos de San Quentín, llenó estadios -como Las Ventas de Madrid o el Festival de San Sebastián ya entrado este siglo- y no sólo ganó dinero sino que luchó para que se le reconocieran sus derechos de autor como a los demás cantantes, algo inusual en un régimen racista, incluso en un mercado segregado. En las décadas siguientes se convertiría en un singular gigante, embajador del sonido puro del blues del Misisipi, al que nunca renunció.

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